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POLVO DE AGUA. TALLER DE ARTES Y OFICIOS
La Mixteca oaxaqueña abarca una extensión aproximada de 40 mil kms2 del estado en sus tres regiones geográficas: la alta, la baja y la costeña. Otrora sede de uno de los reinos más resplandecientes y poderosos de la época precolombina que nos legara inigualables manifestaciones artísticas, como la orfebrería en filigrana de oro, la estilizada pintura en vasijas y códices, y la portentosa y elegante arquitectura de Mitla, es hoy una de las zonas más pauperizadas y desatendidas de nuestro país. De ahí han emigrado "al otro lado" miles de hombres en busca de oportunidades, dejando atrás pueblos fantasmas donde las mujeres y los niños ven su suerte día a día para sobrevivir con lo mínimo. Ahí nació José Luis García Cruz (Huajuapan de León, 1955), entrañable y visionario personaje que ha creado una red de talleres comunitarios en diferentes poblaciones indígenas de esa región, para fomentar y difundir el aprendizaje y la producción de objetos de barro y cestería de alta calidad estética.
Palma izquierda,
imagen de José Luis García Cruz |
José Luis es un orgulloso transmisor de la cultura de sus ancestros y del potencial artístico que pervive en sus paisanos, a pesar de siglos de vicisitudes. Autodidacta de formación, Cruz inició su quehacer pictórico en los talleres de Arturo García Bustos, Arnold Belkin y Luis Nishizawa, y trabajó como ayudante en la creación de algunos murales de carácter figurativo e histórico. Más adelante rompe con esas convenciones y se lanza a desarrollar una fascinante técnica que consiste en la aplicación de barro y tierras naturales sobre los muros al fresco, en composiciones casi abstractas cuyos colores y formas evocan la naturaleza con la que el artista sostiene un dialogo perpetuo. Siguiendo este mismo camino, moldea sus esculturas y murales en arcilla, en cuyas superficies bruñidas con cuarzo o piedra de pedernal, fluyen las verdes marejadas, sopla una brisa que las hace resplandecer, se impone el azul cobalto de los cielos e irrumpe la fuerza de las montañas acariciando la piel tectónica de sus obras. Muy pronto consigue el éxito y el reconocimiento en países como Alemania, Francia y Japón, pero con su pueblo mixteco sostiene una deuda moral: compartir sus aprendizajes con los artesanos que poseen la sabiduría milenaria de los ancestros, pero cuya creatividad se ha visto truncada debido a la falta de oportunidades educativas y de formación artística.
En 1999 recorre la Mixteca para llevar a cabo una investigación y diagnóstico de las condiciones de los gremios artesanales de la región, congrega en el exconvento de Teposcolula a dieciséis artesanos y artesanas de siete comunidades, y da inicio a la asociación civil Polvo de Agua, cuyo objetivo principal es elevar el nivel técnico, intelectual y profesional de los artesanos mixtecos a partir de una sólida capacitación que les permita elaborar obras más sofisticadas, que fusionen la tradición ancestral con diseños plenamente contemporáneos, pasando así del rubro de la artesanía al de la obra de arte con piezas únicas y originales, signadas por la huella y el estilo de cada creador. Para iniciar este proyecto, destinó durante un año entero las ganancias obtenidas de su trabajo plástico, y consiguió el invaluable apoyo de la Fundación Alfredo Harp Helú para el financiamiento de las instalaciones y la comercialización de la obra. Los talleres, actualmente integrados por cerca de 200 artesanos y artesanos, conjuntan la producción de escultura, vasijas y murales de barro, y la elaboración de finísimos tapetes y piezas decorativas en tejido de palma, actividades que se complementan con lecturas de poesía y el rescate de leyendas y mitos de la Antigüedad, con el fin de proporcionar a los participantes una formación integral, tanto técnica como intelectual y espiritual. Actualmente, se presentan por primera vez en México, en la Casa Lamm, las exhibiciones Árboles del bien y el mal, una muestra de la obra pictórica y escultórica de José Luis Cruz, y Frutos de la creación colectiva, que reúne el trabajo de las artistas de Polvo de Agua.
Dice José Luis Cruz: "Polvo de Agua es un acto de fe porque creemos en nosotros." Yo pienso que nosotros no hemos creído lo suficiente en ellos, y en la posibilidad de cambio de la sociedad a través del arte, y para enmendar esta falta, escuchemos la voz de estas magníficas piezas de barro que son ejemplo vivo de la inconmensurable capacidad creadora de nuestros pueblos indígenas que permanecen en el oscuro silencio del abandono, en espera de que les tendamos la mano y les demos la oportunidad de sacar a ese artista intrínseco que llevan dentro.
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