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Política fiscal y política monetaria
E

l comportamiento del producto interno bruto (PIB) del segundo trimestre en México y Estados Unidos revela diferencias significativas: en nuestro país el PIB abril-junio de 2021 creció 1.5 por ciento respecto del trimestre anterior que, a su vez, había crecido 1.1 respecto al último trimestre de 2020; el PIB estadunidense en el segundo trimestre creció 6.6 por ciento, mejorando su desempeño respecto al trimestre anterior que había sido de 6.4. En ambas economías en 2020 se registró una caída del PIB significativa: –8.5 por ciento en México y -3.5 en EU.

La explicación de estas diferencias en la contracción de 2020 y en el desempeño de este 2021 está en las decisiones económicas de sus respectivos gobiernos y en la congruencia entre la política fiscal y la monetaria.

Concentrándonos en el desempeño de este 2021, en nuestro país el gobierno federal confirmó sus decisiones económicas, con apoyos presupuestales mínimos para la recuperación de la economía del país y, sobre todo, para las empresas afectadas por la pandemia. La atención gubernamental se concentró en el equilibrio presupuestario, en controlar el crecimiento de la deuda pública, en el tipo de cambio. En resumen, como los gobiernos ortodoxos anteriores, este gobierno se concentró en mantener los llamados equilibrios fundamentales. Socialmente, gracias a las cuantiosas remesas recibidas, explicadas en buena parte por la política del gobierno de Biden, ha resultado posible resistir la brutal contracción de 2020 y tener una recuperación débil sin descalabros sociales.

En Estados Unidos, desde su llegada, la administración demócrata impulsó la recuperación con medidas fiscales, centradas en una importante expansión del gasto público. El desempeño de su economía en los dos primeros trimestres de 2021 da cuenta de una recuperación sostenida, de la reapertura de muchos establecimientos, explicada por la continua respuesta gubernamental a los impactos de la pandemia. Los pagos presupuestales en la forma de créditos a empresas y garantías a las entidades y a los gobiernos locales, junto con beneficios directos a los hogares, han significado un estímulo muy importante para que la recuperación este siendo muy dinámica. Además, el Congreso aprobó recursos para infraestructura que contribuirán a estimular aún más la recuperación.

El contraste en las decisiones de política fiscal de los gobiernos de los dos países es evidente. El desempeño de ambas economías es también contrastante. En cuanto a la política monetaria también hay diferencias significativas. El gobernador de la Reserva Federal (Fed), Jerome Powell, hace unos días señaló que el comité que decide la política permanece firme en su reiterado compromiso de apoyar la economía el tiempo que sea necesario para lograr una recuperación total. Por esta razón, mantendrán la compra de activos financieros al ritmo actual, así como la tasa objetivo de los fondos federales, hasta que sea claro el progreso hacia la consecución del máximo empleo y la estabilidad de precios. Dicho en breve, mantendrán su política de muy bajas tasas de interés y de relajamiento cuantitativo hasta que se recuperen los niveles de ocupación requeridos para alcanzar el pleno empleo.

En contraste, la junta de gobierno del Banco de México, en su última reunión de 13 de agosto, a diferencia de la Fed, decidió incrementar 25 puntos base la tasa de interés interbancaria. El razonamiento de tres de los cinco miembros de esa junta es que se consideró necesario reforzar la postura monetaria a fin de evitar afectaciones en las expectativas de inflación y propiciar un ajuste ordenado de precios relativos y la convergencia de la inflación hacia la meta de 3 por ciento. Este razonamiento es el mismo que han sostenido para elevar la tasa desde 3 por ciento hasta su nivel actual de 4.5. Como se aprecia, para la junta no hay valoración alguna sobre las consecuencias de sus decisiones sobre la actividad económica y en particular sobre la creación de empleo. No la hay debido a que su ordenamiento jurídico le mandata ocuparse fundamentalmente de la estabilidad de precios.

Se espera que las economías de México y Estados Unidos lograrán recuperar los niveles que tenían antes de la llegada de la pandemia, pero lo harán con una importante diferencia de tiempo. Cada semana adicional que la economía mexicana requiera para lograr que los empleos perdidos se recuperen en sus condiciones anteriores, significará que cientos de miles de trabajadores seguirán en condiciones que no garantizan el mantenimiento de niveles decorosos de bienestar. El bien de todos, lema de gobierno de la 4T, no se logrará, habiéndose podido lograr si se hubiera puesto en marcha un plan de reactivación que pusiera en primer lugar el bienestar y no los equilibrios fundamentales, tan preciados por la economía ortodoxa.