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Pandemia: opiniones y controversias
E

l debate global sobre el Covid-19 resultó, en las semanas recientes, particularmente animado y rico. Reflejó, de un lado, la creciente diversidad de experiencias regionales, nacionales y locales de una pandemia que continúa sorprendiendo con una cada vez mayor variedad de peculiaridades, que desafían las hipótesis genéricas que pretenden en vano abarcarla. De otro, mostró que respecto de la pandemia y sus secuelas es todavía mucho más amplio el campo de lo que se ignora que el que ha llegado a dilucidarse con certeza, sobre todo en cuanto a los tiempos y rumbos de su probable evolución futura. Sigue un muestrario un tanto desordenado de algunos de los extremos que marcaron estos señalamientos y controversias recientes.

Han continuado expresándose preocupaciones sobre las vacunas. Ya no acerca de su efectividad, que ha quedado de manifiesto para cualquier visión desprejuiciada, sino sobre la duración en el tiempo de la protección efectiva que ofrecen. La experiencia histórica indica que ésta es variable: desde algunos meses o un año hasta un periodo ilimitado, de por vida. Los hallazgos que despertaron controversia, según un despacho de la CNBC (25/8/21), fueron los siguientes: a) Un estudio británico de 400 mil receptores de dos dosis de la vacuna Pfizer-BioNTech encontró que su efectividad se abatía (desde 88 por ciento un mes después) hasta 74 por ciento transcurridos de cinco a seis meses de recibida la segunda dosis; b) Un análisis de 700 mil personas que habían recibido las dos dosis de AstraZeneca mostró que su efectividad caía (desde 77 por ciento un mes después) a 67 por ciento después de cuatro o cinco meses. Dos de las vacunas más usadas en el mundo requerirían por tanto de dosis de refuerzo medio año después de administradas. Anna Goodman, infectóloga, admitió que con el tiempo, los refuerzos serán necesarios, aunque sería deseable que eso ocurriera una vez que se haya vacunado a toda la población del mundo.

Fue inevitable pensar que estos hallazgos constituían una inmejorable noticia para la perspectiva de negocios de los fabricantes de vacunas. También alimentó esta noción el que fueran los propios laboratorios los que fomentaran con gran entusiasmo la conveniencia de una tercera dosis, como se señaló aquí hace dos semanas. Ahora, los principales fabricantes ya dan por supuesto que la siguiente fase de la pandemia implicará la comercialización de dosis anuales de refuerzo ( FT, 28/8/21) y que el mercado global de vacunas continuará siendo regido por criterios comerciales y sujeto a reglas rígidas de propiedad intelectual. La mayor pandemia en un siglo traducida en el mejor negocio en un siglo.

El 25 de agosto, la Administración estadunidense de Alimentos y Medicinas (FDA) expidió su primera autorización general (no sólo para emergencias) a una vacuna contra el Covid-19: Pfizer-BioNTech. Muchos lo celebraron como un hecho sin precedente, registrado apenas año y medio después de la declaratoria de pandemia. Se espera que otras se anuncien antes del fin de año. Al existir ya una vacuna para uso general, se inició el debate sobre de los mandatos de vacunación, expedidos por autoridades, instituciones y empresas. Los casos que inicialmente se propalaron y discutieron fueron los del Departamento de Defensa, entre las instituciones públicas; algunas universidades, en el campo educativo, y diversas empresas, en el sector privado. Los mandatos establecerían un plazo, más o menos perentorio, para que empleados, estudiantes y docentes, y trabajadores comprueben haber sido vacunados. A pesar de la popularidad y amplia aceptación de estos mandatos, los legisladores republicanos han propalado su intención de legislar para que se prohíba su expedición.

Ya avanzado agosto se difundió un resumen, severamente censurado, de la investigación de la comunidad estadunidense de inteligencia acerca del origen de la pandemia. Se manejaron dos hipótesis principales: la del origen natural, el tránsito del virus desde un animal huésped a un humano, y la de la fuga accidental del virus desde un laboratorio. Algunas entidades manifestaron tener poca confianza en que el contagio se explique por la exposición natural a un animal infectado con el virus o con un progenitor cercano del mismo. Otra institución expresó confianza moderada en que la primera infección humana se debió a un incidente de laboratorio, derivado quizá de la experimentación, el manejo de animales o de muestras en el Instituto de Virología de Wuhan. Por su parte, el director de emergencias sanitarias de la OMS indicó que todas las hipótesis están sobre la mesa, todas requieren continuada investigación y elucidacion. ( The Guardian, 25/8/21). Existe consenso en el sentido de que un conocimiento lo más preciso posible de los orígenes de la pandemia será muy importante para responder a nuevas emergencias sanitarias y a sus secuelas.