El Centro Internacional de Investigación y Análisis contra el Narcotráfico Marítimo, integrado por instituciones navales de más 20 naciones de América, Europa y Asia, advierte que las organizaciones criminales están adaptando nuevas modalidades para trasladar droga de un territorio a otro, debido a las disputas entre grupos delictivos y la dificultad en la práctica que representan las operaciones y dispositivos de seguridad de las fuerzas gubernamentales; por ello, lugares donde existen ríos de poca profundidad y zonas marítimas que facilitan el tráfico a nado, se han convertido en puntos para el tráfico de enervantes.

Grupos delictivos que operan en las zonas del río Bravo y el Estrecho de Gibraltar han modificado sus estrategias de traslado de drogas para evitar pérdidas económicas tanto por su lucha con otras organizaciones como por el mejoramiento de los operativos de detección de narcóticos. Respecto a los cárteles que operan en México, el informe más reciente, al cual tuvo acceso La Jornada, señala: El río Bravo, que cubre 70.4 por ciento de la frontera internacional entre México y Estados Unidos, y en la mayoría de su extensa longitud (3 mil kilómetros), no es navegable, ya que tanto la profundidad como la anchura y los obstáculos en el cauce dificultan su uso para la navegación fluvial.

El informe refiere que este río divide las ciudades gemelas de Laredo (Texas)-Nuevo Laredo, McAllen (Texas)-Reynosa y Brownsville-Matamoros, desembocando poco después en el Golfo de México (océano Atlántico), y que “las circunstancias que inciden en las ciudades divididas por el río en cuestión son, principalmente, el arraigo profundo del narcotráfico en su economía y cultura, así como la convergencia de dos organizaciones delictivas antagónicas entre sí, el cártel del Golfo y el cártel del Noroeste; las mencionadas expresiones delincuenciales se disputan territorio y segmentos de la valiosa frontera entre ambas naciones, por la cual trasiegan narcóticos, armas y migrantes ilegales”.