Miércoles 9 de octubre de 2019, p. 14
Los fondos proporcionados por Estados Unidos para políticas militarizadas contra las drogas han sido un factor que ha llevado a que el tráfico de enervantes se realice en zonas remotas, con frecuencia en áreas naturales protegidas. Además para lavar dinero, la delincuencia se involucra en actividades agrícolas y ganaderas, que realizan a partir de la deforestación
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Estas son algunas de las conclusiones de los estudios Los impactos del tráfico de cocaína y la conservación en América Central e Impactos del narco en la degradación de áreas protegidas en América Central, realizados por la Universidad Estatal de Texas y la Fundación Neotrópica, así como Soluciones para la acción climática, elaborado por la Fundación Prisma, que trabaja en la región de América Central. Los tres fueron presentados en la preconferencia de las partes de cambio climático que se realiza en Costa Rica
Los reportes indican que la sombría economía subterránea que ha construido el narcotráfico devasta el medio ambiente y causa directamente pérdidas por más de 214.6 millones de dólares en recursos naturales y culturales en los bosques de áreas protegidas de la región cada año.
Se trata de bosques tropicales en Guatemala, Honduras y Nicaragua; también los de Costa Rica empiezan a tener afectaciones, indican. La mejor manera de abordar la deforestación, la violencia y la inseguridad alimentadas por las drogas en la región, es invertir en la gestión comunitaria de la tierra para reconocer los derechos de la población. Los traficantes de cocaína recurren a la ganadería y la agricultura para lavar dinero, lo cual explica la deforestación, mencionan los estudios.
Una de las conclusiones de los reportes es que los fondos proporcionados por Estados Unidos han empujado el tráfico de estupefacientes y el lavado a espacios remotos y biodiversos
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