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La trinchera infinita, una alegoría sobre el miedo, atrapa la atención en San Sebastián

La cinta, de un grupo de cineastas vascos, se centra en un topo, encerrado más de 30 años para evadir represalias franquistas

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▲ El cineasta greco-francés Costa-Gavras recibió el premio Donostia en reconocimiento a su trayectoria.Foto Afp
 
Periódico La Jornada
Lunes 23 de septiembre de 2019, p. a12

San Sebastián. En el agobio de un topo encerrado en una casa más de 30 años para evadir las represalias del franquismo, se centra la película de un grupo de cineastas vascos, que este domingo acaparó la atención en el festival internacional de San Sebastián.

Dirigida por Aitor Arregi, Jon Garaño y Jose Mari Goenaga, La trinchera infinita es una de las apuestas más fuertes del cine español en esta 67 edición del festival Donostiarra.

Compite en la sección oficial con otros 16 filmes de diversos países, incluidos México, Chile y Brasil, para alzarse con la Concha de Oro a mejor película, que se entregará en la gala de cierre el próximo sábado.

Filmada en interiores de madera por momentos asfixiante desde el punto de vista del topo, nombre dado a las personas que se refugiaron en sus viviendas para evadir la captura durante la dictadura franquista (1939-1975), cuenta con la sólida actuación de Antonio de la Torre, quien transmite el agobio de su personaje.

Apenas comenzada la Guerra Civil en 1936, Higinio intenta huir de su pueblo en Andalucía, sin éxito, por lo que se esconde en un agujero en la cocina de su casa, donde es ayudado por su esposa Rosa (Belén Cuesta), quien debe fingir que ignora su paradero.

Con Higinio siempre escondido, la historia discurre durante 33 años, en los que la pareja cambia de casa y tiene un hijo, que se hace pasar por sobrino para evitar sospechas. Hasta que, tras una amnistía en España en 1969, el hombre debe decidir si vence el miedo y pone un pie en la calle.

La premisa fue no salirnos de ese encierro y ver 30 años de historia de un matrimonio, de un país, (...) y cómo ese encierro y ese miedo van condicionando a los personajes y su relación, explicó en rueda de prensa Jose Mari Goenaga.

Pretende ser una alegoría sobre el miedo, es lo que más nos atrajo. Todos lo tenemos a algo, es muy universal, señaló Jon Garaño, quien junto a Goenaga y Aitor Arregi han estado tras las cámaras de películas como Loreak y Handia (ganadora de 10 premios Goya).

Apuestas de Alemania y China

Otra de las películas que entró en competencia en San Sebastián este domingo fue la alemana Das Vorspiel, el segundo largometraje de la actriz y directora Ina Weisse.

En ella, Anna (Nina Hoss), una fría profesora de violín, prepara a un joven para una audición, mientras fuera del conservatorio su vida personal es un caos, entre sus inseguridades a la hora de tocar en público y las tirantes relaciones con su pareja e hijo.

Una tercera película se añadió a la carrera por el máximo galardón, La mu yu ga bei, del director tibetano Sonthar Gyal, drama de amor y religión en el que una pareja no puede casarse porque uno de los dos sigue teniendo registrado un matrimonio anterior.

Propuestas latinoamericanas

En la sección Horizontes Latinos, dedicado al cine latinoamericano, llegó este domingo Así habló el cambista, historia de avaricia y lavado de dinero en el Uruguay de los años 70, del director Federico Veiroj.

También para competir a mejor película latinoamericana en San Sebastián fue presentada Nuestras madres, del guatemalteco César Díaz, que viene de ser premiada con la Cámara de Oro del festival de Cannes, que distingue a la mejor ópera prima.

La cinta se centra en la búsqueda de los desaparecidos en las masacres de poblaciones mayas.

Estas dos películas rivalizan en la categoría con otras 11, de Chile, Cuba, México, Argentina, Perú y Colombia

Esta 67 edición del festival homenajeó el sábado con el Premio Donostia en reconocimiento a su carrera al director greco-francés Costa-Gavras, y hará lo propio en días siguientes con la actriz española Penélope Cruz y el actor canadiense Donald Sutherland.