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Azul: relato del mar perdido, obra que busca visibilizar la afrodescendencia
 
Periódico La Jornada
Lunes 23 de septiembre de 2019, p. 8

Un canto a la conservación de la memoria de un pueblo, amenazada por proyectos de construcción de hoteles de lujo en las costas, es la obra de teatro Azul: relato del mar perdido, dirigida por Luciana Martuchelli.

La puesta en escena del texto del colombiano Diego Fernando Montoya Serna explora la pérdida de la identidad, no sólo del colombiano, la raíz afromexicana o africana, sino la de todo ser humano, de las raíces, de la cultura y de nuestro ser, por encajar, explica la actriz y productora Marisol Castillo a La Jornada.

La protagonista, junto con Aura Rebollo, menciona que la finalidad del montaje es visibilizar una de las tres raíces, la afrodescendencia sobre todo. Aunque se dirige a las comunidades vulnerables costeras, que van perdiendo su identidad, su territorio, por lo que dicen los demás, por el extranjero que llega y ve que hay una oportunidad de negocio ahí y lo compra. Los engatusa.

En voz de las dos personajes llamadas Segunda, el montaje narra el devenir de dos habitantes de un pueblo costero, que son engañadas por la supuesta buena voluntad de un forastero que les ofrece ayudarlas a mejorar su situación a cambio de la tierra que poseen. Se dejan engañar y su vida cambia a la miseria cuando se emplean en el lugar que antes poseían.

La memoria de existencias junto al mar rodea a las protagonistas de una especie de leyenda de camaradería que atraviesa la alegría y el tiempo de miserias cuando una realidad idílica junto al océano se trasforma tras la llegada de personas que quieren aprovechar los recursos que los dueños no conocían.

Epopeya de la memoria

Ellas sufren el despojo, el trabajo en pos del dinero que no sabían que necesitaban, la enfermedad en labores peligrosas y precarias. Pero conservan los recuerdos, la memoria de un pueblo que se extingue en aras de la ganancia creada a partir de la destrucción y la trasformación del entorno, por grandes proyectos turísticos, de cultivo y mineros.

Foto
▲ El montaje está a cargo de la compañía Mulato Teatro, fundada en 2005 por Marisol Castillo, quien actúa en Azul junto con Aura Rebollo. Dirige Luciana Martuchelli.Foto cortesía de la agrupación

Con canciones que remiten a la tradición colombiana, forma de narrar propia de una comunidad donde prima la oralidad, además de elementos como el vestuario, se trata de la epopeya de una memoria que resiste la aniquilación.

Marisol Castillo sostiene que esta situación le puede pasar tanto a la mujer de tez oscura como a la de tez clara. Esa pérdida de identidad y de territorio pasa en todo el mundo. En todas las costas. Donde hay un territorio posible de explotar hay un personaje que quiere comprar a los lugareños a bajo costo.

Mulato Teatro, agrega Castillo, nació en 2005, porque no había muchas oportunidades para una persona de mi perfil. En 2010 decidimos que había que hacer un camino para mis hijos, con el que pudieran estar orgullosos de lo que son, sentirse mexicanos y que evidenciara la afromexicanidad. Es buscar la historia, reconocer cómo llegó y ver cómo es el afromexicano.

Azul fue realizada por Mulato Teatro, con la colaboración de Cía YinsPiracao Poéticas Contemporáneas e Iberescena, en una coproducción entre México, Colombia y Brasil. Concluye temporada el 14 de octubre, con funciones los lunes a las 20:30 horas en Foro El Cubo (Lic. Grajales Robles 28, colonia Del Valle).