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Mariángeles Comesaña
Luis Nishizawa In memoriam
La tarde después de la lluvia era una línea suave en la mirada de Luis Nishizawa, un camino que entrañó la virtud de la luz y la sombra.
Dote de transparencia suspendida en su tiempo; interminable sueño de las piedras que eligió como estatuas; siembra de nubes. La tarde era una cueva en la tinta de luz de Nishizawa, surgió de la profundidad de su silencio fino y nos llevó al principio y al fin de ese universo hecho de flores y de cactus, de calles pedregosas y senderos pequeños, envuelto en nuestros dos volcanes. Lo más lejano se acerca en la afilada puntilla de su lápiz, ahí quedaron las montañas más altas, los cerros y todos sus caminos, su Juchitán y las velas de mayo, su colección de puentes en ciudades lejanas. Allá lejos su Nevado de Toluca, allá más lejos las estrellas de su casa de niño, recuerdos que se guardan en las líneas más íntimas de todos sus paisajes.
Joyero, artesano de canteras y muros, inventor de ventanas y puertas, dueño de historias y de cuentos magníficos; la tarde después de la lluvia deja un adiós profundo en el paisaje de Luis Nishizawa.
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