Portada
Presentación
Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega
En la Lisboa de
Fernando Pessoa
Marco Antonio Campos
Un domingo a la semana
Un lector, un suplemento
Gustavo Ogarrio
Después del número mil
Antonio Rodríguez Jiménez
La cifra y el
nombre de la idea
Las mil y una semanas
La dama del perrito
y la geopolítica
Jorge Bustamante García
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Columnas:
Bitácora bifronte
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Monólogos compartidos
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La Otra Escena
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Un domingo a la semana
La nueva época de La Jornada Semanal, que comenzó en marzo de 1995, tuvo como primer director a nuestro querido Juan Villoro, cuya “desmedida ambición” consistió, según consta en el editorial que inauguraba aquel primer número, en “agregarle motivos al domingo”. Así lo hizo, puntualmente, a lo largo de las primeras ciento sesenta y tres nuevas semanas, acompañado de un cuerpo de redacción compuesto por Ricardo Cayuela, Eduardo Hurtado y Carlos García-Tort (qepd). Fiel a sus orígenes, La Jornada Semanal seguía siendo dirigida por un intelectual de primera línea, y en la redacción no faltaba la muy conveniente hibridación del escritor que es periodista y al revés, así como la presencia –la de todos, en realidad– de editores de pura cepa.
Cuando Juan decidió que sus firmes pasos de periodista cultural dejaran su impronta en otros senderos, comenzó a dirigir el suplemento el poeta, ensayista, diplomático, periodista, actor y catedrático Hugo Gutiérrez Vega, quien a la sazón volvía al país luego de una prolongada trayectoria diplomática. Lo acompañó, en esta nueva etapa de la nueva época, la igualmente querida Rosa Beltrán, catedrática, ensayista y narradora de prosapia, en calidad de subdirectora, y continuaron en la planilla Hurtado y García-Tort. Así se daba continuidad a un equipo de redacción conformado básicamente por oriundos de la llamada República de las Letras.
Cambiar para continuar
Bajo la dirección de Hugo, generosa y horizontal a más no poder, el domingo no sólo siguió teniendo motivos sino los incrementó: los muchos mundos culturales que traía de su largo andar por el mundo pronto se convirtieron en nuevos temas y nuevos autores para el suplemento.
En ese aliento, sistólico-diastólico, de ciclos y períodos que mezcla indisolublemente lo personal con lo profesional, más adelante Rosa Beltrán se despidió del proyecto para llevar su talento a otros espacios, como lo hicieron también Luis Zapata y los referidos Hurtado y García-Tort. Durante una temporada, Villoro siguió presente bajo la figura de columnista, condición a la que accedieron, en algún momento, quienes antes fungían como editores. Prosiguieron, como lo siguen haciendo hasta la fecha, Verónica Silva en las relaciones públicas y Arturo Fuerte en la iconografía; se nos fue al recuerdo permanente la entrañable Rosario Bedolla, capturista de las-de-a-deveras; y llegaron al equipo editorial Luis Tovar, narrador y crítico de cine, Francisco Torres Córdova, poeta y traductor; Aleyda Aguirre, periodista de capacidad fraguada previamente en las páginas de la Triple Jornada, así como el también poeta Ricardo Yáñez, desde antes y hasta el día de hoy colaborador de la sección Cultura del diario.
La forma del fondo
Mención aparte merecen quienes se encargan de darle rostro, visualmente hablando, a la Semanal: destacadamente Marga Peña, quien desde el comienzo de la nueva época –entonces en compañía de José Luis Guzmán– no ha dejado, ni un solo domingo, de dar muestra de su capacidad y su sensibilidad como diseñadora. Actualmente con la colaboración de Juan Puga, el diseño editorial de cada número del suplemento es coordinado en sus líneas generales por Francisco García Noriega.
Comienzo y conclusión
Aunque algunas culturas siguen considerando que la semana comienza en el “día del señor”, “del sol” o “día uno”, desde hace unos años la norma internacional ISO estableció que en realidad comienza en lunes y concluye en domingo. |
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Lo que nuestro cuerpo de diseñadores sabe y pone en práctica, semana tras semana, es que la forma y el fondo son, en última instancia, una y la misma cosa, especialmente tratándose de una publicación como ésta. Dicho en otras palabras, el diseño del suplemento ha reflejado siempre un profundo respeto por el contenido que presenta, y es la materialización de algo que no es un mero plus sino condición sine qua non para cualquier medio cultural: investigación, conocimiento y, sobre todo, gusto por aquello que se está diseñando. Prueba de esto es el aspecto de todas y cada una de las miles de páginas que componen los mil y un números publicados hasta el día de hoy, pero sobre todo las portadas, casi en su totalidad obras originales, como se da testimonio en este número con la reproducción de algunas de las más memorables.
En el espíritu de esa permanente innovación, descubrirá el lector algunos cambios con los que buscamos volver más fácil y agradable la lectura, e incluiremos un nuevo diseño para nuestro nombre. Así luce ahora, tanto en la versión impresa como en la cibernética, La Jornada Semanal.
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