Número 208
Jueves 7 de Noviembre
de 2013
Director fundador
CARLOS PAYAN VELVER
Directora general
CARMEN LIRA SAADE
Director:
Alejandro Brito Lemus
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Luc Montagnier
VIH/sida: Hacia una terapia biológica sin efectos secundarios
El doctor Luc Montagnier (Chabris, Francia, 1932), destacado virólogo francés, aisló por primera vez el virus de la inmunodeficiencia humana en 1983, y por dicho descubrimiento fue distinguido con el premio Nobel de Fisiología y Medicina en 2008, junto con Francoise Barre-Sinoussi. Investigador durante varias décadas en el Instituto Pasteur en París, Montagnier es también autor de numerosas publicaciones científicas y de los libros Sobre virus y hombres: la carrera contra el SIDA (Círculo de Lectores, 1995) y Las batallas de la vida. Más vale prevenir que curar (Alianza Editorial, 2009).
Por invitación de la Clínica Especializada Condesa, el doctor Montagnier visitó la ciudad de México el mes pasado para anunciar el convenio suscrito por la Fundación Mundial para la Investigación y Prevención del SIDA, que él preside, y el Gobierno del Distrito Federal, para instalar un centro de investigación sobre el VIH.
Durante su visita concedió una entrevista exclusiva a Letra S, en la que explica los objetivos principales de sus investigaciones más recientes.
La terapia combinada contra el VIH tiene hoy un efecto preventivo. Con esta nueva evidencia ¿podríamos vislumbrar el fin del sida?
Pienso que en efecto se trata de algo útil, pero no creo que se vaya a erradicar una epidemia de esta manera, pues se trata de productos químicos que siguen teniendo efectos secundarios. Al tratar de manera preventiva a alguien con riesgo de exposición al virus, convendría recurrir mejor a métodos biológicos en lugar de métodos químicos. Estamos trabajando en ello como una alternativa más a los tratamientos preventivos. Se trata de encontrar los factores de riesgo biológico existentes. Los hemos descubierto en todas las personas infectadas por el virus, pero también en aquellas con riesgo de infectarse, particularmente en África. Mi respuesta sería entonces procurar una alternativa de tratamiento biológico sin efectos secundarios.
¿Cómo se daría esa prevención biológica?
Se trata de identificar a los co-factores infecciosos del virus. Hemos encontrado factores bacterianos presentes y su erradicación me parece hoy posible a través de una combinación de antibióticos y estimuladores inmunológicos.
¿Podemos pensar todavía en el desarrollo de una vacuna como una forma de detener la epidemia, por ejemplo, en África, donde está generalizada?
Como se sabe, han habido numerosos trabajos de investigación sobre una vacuna y ninguno ha dado un gran resultado. Estoy de acuerdo en que es necesario seguir con esa investigación. Pero en mi caso, yo no la hago, pues considero que hay maneras diferentes, tal vez más eficaces, en todo caso, más rápidas, que la opción de una vacuna. ¿Cuáles podrían ser? Habría que remontarse al origen del sida. Sabemos que el virus que aislamos en 1983 existía ya, desde hace algún tiempo, particularmente en África, pero no había una epidemia de sida. Se trata entonces de saber por qué esa epidemia se desató bruscamente tanto en África como en Norteamérica.
¿De qué manera el resurgimiento de enfermedades infecciosas que creíamos superadas podría complicar el triunfo sobre la epidemia del sida?
En efecto, ¿cómo explicar el resurgimiento de esas epidemias? Existen, por supuesto, factores sociológicos como el hecho de que las costumbres se han liberado, que los homosexuales disponen de cierta libertad, y tal vez también el mayor acceso de la mujer a la píldora anticonceptiva, elementos todos que han favorecido una multiplicación de las parejas y naturalmente de las enfermedades sexualmente transmisibles, que también lo son por la sangre y que de este modo han encontrado un nuevo nicho. Aunque también podemos preguntarnos si existe un factor biológico, suplementario, que se añade al virus para incrementar la virulencia, y estamos trabajando a partir de esa hipótesis. Creemos haber encontrado cuál es ese factor. Por ello es preciso luchar al mismo tiempo contra el virus y contra ese factor biológico. Y en ese caso, impedir tal vez la explosión de la transmisión del virus y poder regresarlo a su caja de Pandora de la que nunca debió haber salido. Ese es el sentido de nuestra investigación en estos momentos.
Sin embargo, estoy de acuerdo en la importancia de otras investigaciones, como el caso de la vacuna o el de la prevención química, aunque pienso que convendría recurrir a una prevención biológica, facilitada por los tratamientos con antibióticos, en lugar de dar tratamientos químicos que tienen efectos no sólo sobre el virus sino también sobre las células de nuestro cuerpo.
Usted ha anunciado una colaboración con el gobierno de la ciudad de México,
¿en qué consiste?
Creo que la voluntad de cooperación por parte del jefe de gobierno de la ciudad de México es muy clara y significa un gran estímulo para montar un centro de investigación que utilizará las nuevas tecnologías para identificar los cofactores del virus que explican por qué persiste, cuando no debería persistir. A la tuberculosis, por ejemplo, se le derrota con tratamientos antibióticos de larga duración, con la combinación de tres o cuatro antibióticos que finalmente curan a las personas. No quedan curadas en el sentido físico del término, sino en su sentido funcional, lo cual significa que el microbio de la tuberculosis se esconde en quistes, pero no se desarrolla porque el sistema inmunológico está funcionando. No se puede curar una enfermedad infecciosa sin el apoyo del sistema inmunológico y de los antibióticos.
El caso no es diferente con los antirretrovirales. No es posible imaginar curar el sida sin un sistema inmunológico fuerte. Ese sistema queda sólo parcialmente restaurado con la terapia combinada de antirretrovirales, por lo que el virus sigue presente. El objetivo entonces es obligar al virus a concentrarse en ciertas partes del cuerpo sin que produzca enfermedades. Y esto se ha vuelto algo ya común: hay personas que están infectadas con el virus del sida desde hace diez, quince o veinte años sin desarrollar enfermedades, y que mantienen un sistema inmunológico fuerte. El propósito es extender esta situación a todos los pacientes afectados.
La idea es hacer que el futuro centro de investigaciones, vinculado a la Clínica Condesa, pueda reunir muestras de sangre en los pacientes con el fin de realizar estudios epidemiológicos, estudiar los cofactores mencionados y colaborar en el trabajo que ya se realiza en dicha clínica, en la ciudad de México y en el resto del país.
¿Con qué otros países, al igual que México, trabaja su fundación?
Trabajamos con otras fundaciones, como la Fundación Mundial, la cual desea por definición crear centros de investigación en otras partes. Tenemos así ese tipo de centros en África, y deseamos desarrollar otros también en Europa, en América Latina, en China, y de manera especial en Sudáfrica, la región más afectada por la epidemia. Nuestra visión es ampliar ese esfuerzo, y quiero precisar que no se trata de remplazar el trabajo existente, sino de añadir algo a los esfuerzos que se realizan en otras partes. (Carlos Bonfil)
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