Portada
Presentación
Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega
El vicio impune
de la lectura
Vilma Fuentes
Rilke: el resistir
lo es todo
Marcos Winocur
Intelectuales públicos
y telectuales
Rafael Barajas, el Fisgón
Los redentores neoliberales
Gustavo Ogarrio
La última voluntad
de Pirandello
Annunziata Rossi
Estado de antisitio
Nanos Valauritis
Leer
Columnas:
Bitácora bifronte
Jair Cortés
Mentiras Transparentes
Felipe Garrido
Al Vuelo
Rogelio Guedea
La Otra Escena
Miguel Ángel Quemain
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Las Rayas de la Cebra
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Felipe Garrido
Fuentes
Según el capitán, aquel doctor Cárdenas o Arenas o Cadenas le dijo que más al norte de Vicay brota una fontana tan amiga del sosiego que si alguien canta a su lado, o tañe un instrumento, o si alborotan o un perro ladra, el surtidor baila o brinca con la música y las voces, e que luego que están todos a la orilla se encrespa con tanto estruendo que no parece menos que haiga allí unos diablos que bufan, y todos se espantan y salen corriendo y de allí a muchos días nadie vuelve a turbar aquella soledad ni su silencio. Y que de allí por la barranca otra fuente hay que si meten en sus aguas una candela apagada luego se enciende. E si lo digo es porque lo vide. Y me dijo la mujer que iba conmigo que sus aguas son en parte frescas y en parte revueltas con fuego y que unas engendran amor y las otras un grande aborrecimiento y que las probara. E ella me miraba... e sus ojos eran como... [De Nuevas navegaciones..., atribuido a Antón Gil, el Xamurado.] |