Portada
Presentación
Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega
Bitácora Bifronte
RicardoVenegas
Monólogos Compartidos
Francisco Torres Córdova
Cinco décadas contra
la ignorancia
Paula Mónaco Felipe entrevista con Manuela Garín Pinillos
Despedirse de Livinus
Roger van de Velde
La farsa
Luis García Montero
Una canción para
la noche nigeriana
Emiliano Becerril Silva
Los 45 de Cien años
de soledad
Luis Rafael Sánchez
Fin de la migración mexicana
Febronio Zataráin
Leer
Columnas:
Señales en el camino
Marco Antonio Campos
Las Rayas de la Cebra
Verónica Murguía
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Cinexcusas
Luis Tovar
Galería
Enrique Héctor González
Mentiras Transparentes
Felipe Garrido
Al Vuelo
Rogelio Guedea
La Otra Escena
Miguel Ángel Quemain
Cabezalcubo
Jorge Moch
Directorio
Núm. anteriores
[email protected]
|
|

Felipe Garrido
Pesadilla
Mamá murió cuando yo tenía dos años. En un tiempo me acordaba de su voz. Ya no. Un día papá trajo a otra mujer. Ella rompió fotos, pintó las paredes, cambió los muebles, borró toda huella de mi madre. En las noches, apenas llegaba papá, yo corría a sus brazos, pero ella en seguida me decía, con una vocecita hipócrita: “Tu papá viene cansado, no le des lata.” Y me mandaba a dormir. Él no decía nada, me soltaba, no me defendía. Aquella mujer lo tenía vuelto un idiota. Luego nacieron sus hijos. Yo no podía tocar nada que fuera de ellos, no podía mirarlos. Muy pronto comencé a odiarlos.
Ya crecí, ya tengo nueve años. Hoy, al salir de la escuela, no tuve ganas de llegar a la casa. Comencé a caminar por la calle. No sé a dónde ir, no sé cuánto tiempo ha pasado, no sé dónde estoy. Ya se prendieron los faroles. Yo sigo caminando. No quiero llorar porque no quiero que nadie se dé cuenta de que estoy perdida. Estoy cansada, tengo hambre, quiero morirme. |