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Manuel Stephens
Nijinsky: pasión y locura
“Veo a través de la gente. No me hace falta hablar sobre mí mismo, pues comprendo sin palabras. Sé que me dirán: ‘¿Cómo puede conocerme cuando no me ha visto?’ Yo diré que puedo conocerle, pues siento con la mente. Mi mente está tan desarrollada que comprendo a la gente sin palabras. Veo sus actos y lo comprendo todo. Lo comprendo todo. Puedo hacerlo todo. Soy un campesino. Soy un obrero de una fábrica. Soy un criado. Soy un señor. Soy un aristócrata. Soy un zar. Soy un Emperador. Soy Dios. Soy Dios. Soy Dios. Lo soy todo. Soy la vida. Soy la eternidad. Seré siempre y en todas partes.”
Las anteriores son palabras de Vaslav Nijinsky que forman parte de su Diario iniciado en 1919 y publicado traducido al inglés, en versión abreviada y expurgada por su esposa Rómola Nijinsky, en 1936. Rómola suprimió partes significativas del original, particularmente los pasajes con carga sexual, las alusiones escatológicas, y alteró el orden del manuscrito e incluyó un epílogo para darle un carácter más literario. Tras la muerte de Vaslav Nijinsky, el Diario fue subastado y la primera edición completa fue publicada en francés hasta 1995.
El Diario está dividido en dos capítulos: Sobre la vida, y Sobre la muerte. Nijinsky registra experiencias personales a las que suma reflexiones sobre Dios, sobre la creación artística, política y otros temas.
Nacido en una familia de bailarines de ballet, Nijinsky utilizó la danza como su medio de expresión a partir de los cuatro años, cuando debutó frente al público. A los ocho años ingresó a la Escuela Imperial de Ballet en San Petersburgo. Su extraordinario talento se hizo evidente de inmediato y no se vio afectado o disminuido debido su comportamiento hiperactivo, su dificultad para relacionarse socialmente y su poca habilidad verbal para comunicarse. “Decidí dedicarme a la danza –dice Nijinsky–. Adelgacé. Comencé a bailar como Dios. Todos comenzaron a hablar de mí. Estando aún en la escuela, ya actuaba como primer bailarín. Yo no comprendía por qué me dejaban bailar semejantes papeles. Me gustaba que se fijaran en mí. Era orgulloso. Me gustaba el orgullo pero no la alabanza. No me vanagloriaba.”
Un momento decisivo fue cuando conoció a quien sería su mentor y amante, Sergei Diaghilev. Él fue el creador de los Ballets Rusos y de su estética vanguardista que desafiaba paradigmas añejos, así como de un sistema que relacionó a los artistas más revolucionarios de la época. Nijinsky fue el epicentro de la compañía y bailó con figuras tan importantes como Anna Pávlova y Tamara Karsávina. El espectacular éxito que obtiene en la primera temporada de los Ballets Rusos en París hace que se le bautice como “el dios de la danza”.
Sin embargo, después de cinco años de permanecer bajo la égida de Diaghilev y de su repentino matrimonio durante una gira por Sudamérica con la condesa húngara Rómola Pulszky, Nijinsky decide formar su propia compañía con la ayuda de su hermana Bronislava, bailarina y coreógrafa. Años después diría de Rómula, quien se había propuesto casarse con él desde la primera vez que lo vio: “Me amaba poco. Sentía el dinero y mi éxito. Me amaba por mi éxito y por la belleza de mi cuerpo. Era astuta.”
La temporada que habían programado en Londres es cancelada pues Nijinsky cae enfermo por agotamiento. El fracaso artístico y financiero le provoca su primera crisis nerviosa.
El mismo año que inicia su diario comienza a tener ataques de violencia y muestra síntomas de locura. Posteriormente, Nijinsky sería diagnosticado como esquizofrénico y, tras sufrir una crisis nerviosa, es ingresado en una clínica psiquiátrica por tres meses, se convierte en un enfermo mental crónico y será paciente en otras instituciones de salud mental.
A Nijinsky se le diagnosticarían varios padecimientos a lo largo de su vida, como neurastenia, demencia precoz, esquizofrenia y depresión: “Sé que todos dirán: ‘Nijinsky se ha vuelto loco’, pero me da lo mismo, pues ya me he hecho pasar por loco en casa. Todos lo pensarán, pero no me meterán en un manicomio, pues bailo muy bien y doy dinero a todo el que me lo pide. A la gente le gustan los excéntricos y por eso me dejarán, diciendo que soy un payaso loco. Me gustan los locos, pues sé hablar con ellos.”
En su obra Nijinsky desnudó la naturaleza emocional e instintiva de la humanidad, y exploró su psique a través del movimiento, convirtiéndose así en una figura única y mítica que deja sentir su influjo hasta la actualidad.
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