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Alguien debería fi lmarla
Por si quedaba alguna duda de sus exasperantes limitaciones, en
estos últimos días las así llamadas autoridades de este país en el que
le tocó en suerte nacer, crecer y en la absoluta mayoría de los casos
malvivir a ciento cinco millones de personas, han tenido a bien mostrar
urbi et orbi, y preferentemente por medio de la televisión, cuán
monumentales pueden llegar a ser la ineficacia, la torpeza y la mezquindad
de quienes, enfrentados de súbito a una situación extraordinaria
y potencialmente letal, sólo atinan a seguir siendo quienes
han sido desde siempre, es decir, un grupo humano estadísticamente
insgnificante en el aspecto poblacional, pero económica y políticamente
determinante, encargado de tareas cuya importancia y
gravedad superan, a niveles estratosféricos, las mermadas y lerdas
capacidades que en ésta y anteriores ocasiones han exhibido.
Desde ya, este sumaverbos espera ansioso ver los documentales
que con toda seguridad surgirán a partir del brote de la influenza
A H1N1 en México. Los habrá que pongan énfasis en el aspecto sanitario
y que, por consiguiente, hablen sobre todo de las condiciones
de insalubridad extrema en las que viven millones y millones de
connacionales. Habrá otros que, sin obviar lo anterior, se enfoquen
preferentemente en el desmantelamiento que el sistema nacional
de salud ha sufrido en lustros recientes, y serán una necesaria denuncia
de los pésimos resultados que se obtienen cuando se aplica,
rajatablescamente, el ideario del neoliberalismo, según el cual el
Estado siempre es obeso y hay que adelgazarlo, por ejemplo, privatizando
los servicios de salud. No faltará el documental que ataque
el tema de la sostenida depauperización que la ciencia y la
tecnología en México llevan sufriendo también durante ya demasiados
años, por culpa de la cual hasta para analizar un virus
tenemos que recurrir a que otros científicos de otros países nos
hagan el favor de decirnos de qué nos
estamos enfermando.
Sería estupendo ver un documental
que incluyera todo lo anterior, como
magnífico sería también que alguien se
diese a la tarea de realizar otro en el que
se analizara el papel desempeñado por
los medios electrónicos de comunicación,
que para no variar hicieron de la
denominada emergencia sanitaria una
simple oportunidad más de ponerse a sí
mismos en el rol de héroes vitoreables
por un desempeño que sólo ellos consideran
oportuno, objetivo y, como si tal
fuese posible, incluso altruista.
EL VIRUS DE LA ABUNDANCIA
Pero si a héroes vamos, y volviendo al
punto inicial, sería todo un hito que esta
vez no únicamente los documentalistas
le entren al quite y no sean sólo ellos
quienes dejen registro fílmico del concierto
de desgracias que suscitó el virus
porcino luego humano luego simplemente
de la influenza A H1N1. Esta es una
oportunidad de oro para que los cineastas
de ficción, sean de largo o de cortometraje,
nos arranquen de la lengua la
posibilidad de decir, con razón, que en
materia de temas políticos nuestra cinematografía
es mayoritariamente mala
y hasta malísima, cuando no demasiado
perifrásica y metafórica, o cuando
no sencillamente omisa. Los temas y
los personajes ahí están, abundantes
como la epidemia misma. Van unos
cuantos ejemplos:
–El inefable secretario de Salud, de
apellido Córdova, tartajeante y balbuciente
a la hora buena, otrora mínimo
burócrata electoral en el estado de Guanajuato,
elevado a miembro de Gabinete
por obra y gracia de… de… he ahí un
buen desafío guionístico.
–La clase política toda, que con mezquindad
infinita perreó “sus” tiempos de
promoción mediática electorera en lugar
de cedérselos a la Secretaría de Salud,
gracias a lo cual seguimos padeciendo
a la Huipil Paredes hablando de
honestidad, a las huestes de Germancito
el Incontinente Verbal incluyendo luchadores
y taekwondoínas embarazadas
diciéndonos que “hay que apoyar al
presidente”, así como a ese dechado de
simpatía amarilla apellidado Ortega
que se mete a las casas a comer pasteles
y a revisar cuadernos ajenos.
–Los estudiantes de primaria culpables
de haber tosido a las ocho de la
mañana, por lo cual histéricos profesores
se comportan peor que autoridades
sanitarias chinas y los hacen abandonar
la escuela ipso facto.
-Y la joya de la corona: el titular del
Poder Ejecutivo de la Federación, que sin
tapabocas de ningún tipo comete, entre
muchas otras pifias, las siguientes:
ofender a los haitianos diciendo que allá
“se mueren de hambre, no de virus” y,
last but not least, declararse –con todo
su equipo de ineficaces– ni más ni menos
que héroe mundial que ha salvado
a la humanidad de morir víctima de la
influenza.
Alguien debería fi lmar esta película.
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