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JAVIER SICILIA
LA MIRADA CRISTIANA DE UN JUDÍO
La obra de Paul Celan, a quien he dedicado varias reflexiones en esta columna, no sólo me conmueve, sino que me sigue asombrando. Uno de sus poemas, de entre todos aquellos que forman mi personal antología del poeta, me intriga por sus alusiones cristianas: "Tenebrae". En él –"uno de mis favoritos", dijo a su amigo Otto Pöggel– el más judío de todos los poetas judíos, alude de manera dolorosamente magistral y nueva a Cristo.
Escrito inmediatamente después de haberlo percibido mientras iba por la calle, y publicado en 1957, el poema alude, dice John Felstiner, a la cantata de François Couperin, Leçons de ténèbres, "luminosa musicalización de las Lamentaciones, de Jeremías, la principal elegía del judaísmo dedicada a la caída de Jerusalén y a todas las desgracias subsecuentes", pero también, dentro de la liturgia católica de Semana Santa, en la que las velas, durante las oraciones de maitines y laudes, se apagan una tras otra para simbolizar la crucifixión y la muerte de Cristo, a las palabras del Evangelio de San Mateo (27,45): Tenebrae factae sunt ("se hizo la oscuridad sobre toda la tierra"). De hecho, Celan, señala Felstiner, cambió el título, que había tomado de la cantata de Couperain y que se encuentra en el borrador del poema, por el de "Tenebrae" ("Tinieblas"), cuya relación con el cristianismo y la vulgata es inequívoca y que Celan prefirió, como se lo dijo a Pöggel, "por el carácter sacerdotal de la palabra latina".
Paul Celan |
En el poema, una de las plegarias más terriblemente hermosas que se haya escrito en el siglo xx, Celan hace que los judíos –el "nosotros" que acompaña todo el poema y que se refiere a los judíos en la cámara de gases que cantando salmos luchaban por respirar en el interior de las "duchas"– vean a Cristo reflejado cuando beben "la sangre [...] que derramaste Señor"; pero también hace que en ese reflejo vean su propio rostro destrozado: "Nos devolvió tu imagen a los ojos, Señor./ Ojos y boca están tan abiertos y vacíos, Señor./ Hemos bebido, Señor./ La sangre y la imagen que estaba en la sangre, Señor."
Pese a esta íntima relación del poema que enlaza el sufrimiento del pueblo hebreo bajo el horror de la Shoa con el sufrimiento y la muerte de Cristo, no hay en la intención de Celan, como bien lo señala Felstiner, "un gesto ecuménico". Estamos lejos del Vaticano ii y de la petición de perdón al pueblo hebreo de Juan Pablo ii. Es, en todo caso, una denuncia a un cristianismo que no cesó de estigmatizar al pueblo hebreo con el epíteto de "pueblo deicida" y que condujo sin haberlo querido al horror del Holocausto. En las enciclopedias católicas de antes de la segunda guerra mundial, se puede leer que el Oficio de Tinieblas se refiere "a las tinieblas que envuelven al pueblo judío, que no reconoció a nuestro Señor y lo condenó a la muerte infame de la cruz".
De igual manera que Marc Chagall en su Crucifixión pinta en la cruz a un judío europeo oriental con un tallit, entre pergaminos y sinagogas en llamas, señalando que el sufrimiento continúa y no hay salvación, Celan, al recuperar en el sufrimiento de los judíos de la Shoa el sufrimiento de un Jesús judío, denuncia la ideología eclesiástica que utilizó el sufrimiento de Cristo contra los judíos. Tanto el Cristo de Chagall, como el Cristo al que alude el poema de Celan, es un Cristo que en su judaidad, en el gesto histórico de su encarnación en la Palestina del siglo i, sigue siendo torturado, por quienes lo deificaron, en el cuerpo de los judíos de la Shoa.
Tal vez, llevando a un plano místico su interpretación, "Tenebrae" sea una dolorosa blasfemia –esa forma extrema de la oración– en la que Celan lleva hasta Dios, el Yahvé judío y el Padre eterno del cristianismo, el cuerpo de Cristo en los judíos sacrificados para señalarle su responsabilidad, para acusarlo de omisión. ¿O de qué otra cosa hablan esos versos misteriosos y terribles que resuenan dos veces a lo largo del poema: "Ruega, Señor,/ ruéganos,/ estamos cerca."
Además opino que hay que respetar los Acuerdos de San Andrés, liberar a todos los zapatistas presos, derruir el Costco-cm del Casino de la Selva, esclarecer los crímenes de las asesinadas de Juárez, sacar a la Minera San Xavier del Cerro de San Pedro y liberar a los presos de Atenco.
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