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HUGO GUTIÉRREZ VEGA
DISCURSO DE AGUASCALIENTES (II Y ÚLTIMO)
Dana Gelinas, la ganadora del premio de este año, que concursó con el seudónimo de Tamara de Lempicka, nos puso a recordar las redondeces carnales de sus personajes y la sensualidad mayor de la pintura de esta mujer cosmopolita cuyas cenizas, a su pedido, fueron lanzadas al cráter del volcán bajo el cual vivía y bebía el cónsul de la novela de Lowry.
En el acta firmada por los jurados hablamos "del contenido contemporáneo, expresado a través de un registro lleno de originalidad y de frescura". Agregaría la mención a su sentido del humor y su mirada irónica a la sociedad consumista y a la enajenación que produce la obsesión de adquirir cosas innecesarias para simular un status socioeconómico "totalmente palacio". La publicidad, la angustia por cubrir las apariencias, la vacuidad de la existencia y la soledad que nos obliga a rodearnos de objetos, reciben de la autora un tratamiento poético y una mirada a fondo que descubre su poder de enajenación. No se piense que el libro es un manifiesto en contra de la modernidad. Es un conjunto de reflexiones sobre la humanidad que entra y sale de las tiendas como el tumulto que pululaba en el "Strand" de La tierra yerma de Eliot.
El libro se escribe en un solo día, el de San Valentín, y en medio del sonido y la furia de las compras y los juramentos de amor eterno plasmados en un objeto, a todas luces, perecedero. Se inicia ante el escaparate que muestra a Venus, "la del corazón como una manzana rosada, tú, soberana imbécil del Topos Uranus,/ ¿de verdad fuiste tú/ quien dictó un mismo poema/ del cuerpo semidormido de la mujeres de la tierra/ a los diferentes oídos de los grandes poetas?" Las tarjetas de crédito, los baby dolls que obligan a contener la respiración para evitar el derrumbe de la carne, las hipernalgas, la lycra y el encaje, lap tops para descubrir la talla exacta y escudriñar la axila riente del sexo y los fabulosos traseros, los verdaderos oscuros objetos del deseo, el departamento para ellos, los hombres que no son de Venus y que nadie sabe de dónde son, con sus camisas engalanadas cuidadas exquisitamente por las abnegadas cabecitas blancas y con artículos de piel que erizan la piel de la que mira y alimenta su olfato y su monte de Venus. Estos son algunos de los materiales de este libro que, a través de los caminos de la ironía, nos habla de la soledad en medio del tumulto de una gran tienda y de las formas multicolores y multisensoriales que se dan entre los hombres y las mujeres, víctimas, verdugos y seres gozosos en los momentos de la comunicación de almas y pieles, o en los desencuentros y equivocaciones. Por eso, cuando se prueba un pantalón de mezclilla y la blusa que dejará al aire el ombligo e insinuará la curva de la cadera, se concentra duramente en el área enardecida del corazón, y sólo piensa en el glorioso San Valentín.
El libro de Dana Gelinas habla de las cosas de todos los días y reflexiona sobre las aventuras del amor en el mundo contemporáneo. En su ironía hay un fondo melancólico y su entusiasmo por los bellos objetos creados por el hombre es un intento de rescate de lo humano perdido entre las fauces de la comercialización y de la producción en serie. ¿Cómo no admirar un perfecto par de zapatos o cualquier otro objeto que nos ayuda a sobrevivir con cierto estilo personal en este mundo de la uniformidad y de la dictadura de la moda? Por eso se maravilla ante el Kamasutra, odia los chocolates industriales y canta a la agudeza de todos los sentidos que relacionan al hombre y a la mujer con el mundo. Sentidos y órganos, no sólo los genitales sino el bello pancreas, los músculos, el laborioso hígado, los pulmones llenos de aire para sobrevivir y el corazón que todo lo procesa y que es tan fuerte y tan débil a la vez.
Termina con un recuerdo afectuoso a los corazones solitarios en el bullicio de San Valentín y les dice que "Aquí, a la altura del corazón/ está el purgatorio de todos."
Otro puerto de escala en el viaje del Premio de Poesía Aguascalientes, otra afirmación de los valores humanos. Espero que sigan otras escalas. En esta hay una revaloración de la pareja, de los hombres y las mujeres que caminan juntos. El anciano bíblico pide compasión para sí mismo y para la persona que envejece a su lado. Los esqueletos en parejas crujen bajo el trueno del vendaval del poema de nuestro padre soltero. En "la hora actual con su vientre de coco" sólo podemos pedir que la poesía detenga el vendaval y nos regrese lo humano perdido.
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