En el lenguaje beisbolero se dice que la séptima entrada es fatídica. Y lo es. Al menos lo pueden corroborar los Pericos de Puebla (12-8), que sufrieron en ese rollo cinco carreras y dos jonrones para perder con pizarra 12-9 ante Diablos Rojos del México (9-11) y dejar la serie empatada a una victoria por bando. El bambinazo de una anotación de Ricardo Valenzuela y otro de tres que pegó Japhet Amador, más una impulsada de Ramón Flores, confirmaron que los lugares comunes en el deporte tienen arraigo en la realidad.
Los scarlatas también explicaron jugando por qué se dice “ganar a la diabla”. Pues este equipo parece que saca lo mejor de sí mismo cuando las cosas parecen salirse de control. Ayer, en el estadio Alfredo Harp Helú, lo hicieron en la cuarta entrada cuando estaban abajo en la pizarra y con dos jonrones, uno de dos carreras de Juan Carlos Gamboa y otro de una de Moisés Gutiérrez, que llegaron para corregir un duelo que empezaba a resultar complicado y amenazaba con empeorar ante unos Pericos decididos.
El juego se le salió de las manos al tapatío Luis Rodríguez, quien volvió a abrir para los Diablos Rojos. No lo hacía desde el 4 de agosto de 2021.
Además de una precisión de relojero, subir al montículo requiere agallas y temple. Se pierde y se gana en esa protuberancia de tierra a la vista de una multitud, a veces cruel, en las gradas. Ayer era una gran tarde para el abridor tapatío.
Sobre el pítcher escarlata pesaba la presión del regreso y las expectativas. Cuando recibió el primer jonrón en la segunda entrada, sólo meneó la cabeza, como si viera lo inobjetable: esto no era lo que tenía planeado. Pero cuando le pegaron el segundo vuelacercas, entonces sí cualquiera pierde el control. Había que enfriar ese lío en el que se había metido la novena colorada; eso requirió una reunión de emergencia en la cima del lanzamiento. Era muy claro que algo no funcionaba y se debían mover las piezas.
Después de una reunión emergente en el montículo, entró Duilio Ochoa al relevo. Luis Rodríguez se marchó quizás molesto, quizás triste, pero los números son insensibles: tres entradas, cinco hits, tres carreras, dos jonrones y tres pasaportes. Para el cierre del partido, ya con una ventaja abultada, subió en la novena entrada el ligamayorista Roberto Osuna y la fanaticada lo recibió con estruendo. Resolvió con sobriedad y sin recibir daño, salvo un solo hit. Este domingo se definirá la serie en la casa de los Diablos.