El Puebla merecía un mejor final por el juego, por pelear contra todo y defender su idea hasta que no pudo más. Pero el América tiene algo cuando llega a las liguillas y esa mística lo transforma, lo convierte en un rival a temer tras avanzar nuevamente a las semifinales del torneo, con una victoria por 3-2 (4-3 en el global) en la vuelta de los cuartos de final.
Las estadísticas dirán que La Franja pateó pocas veces al arco, que corrió casi siempre detrás de la pelota y apretó los dientes para disimular sus dudas. Sin embargo, uno de esos destellos le alcanzó al equipo de Nicolás Larcamón para apagar por varios minutos el estadio Azteca, que estuvo a punto del lleno, luego del gol de cabeza de Henry Martín (41).
La jugada fue la imagen del final del primer tiempo y ocurrió en segundos, después de un tiro de esquina: Juan Pablo Segovia remató de cabeza, Pedro Aquino salvó en la línea y el joven Israel Reyes, suspendido en el aire y de espaldas a la portería, sorprendió a Guillermo Ochoa con una chilena espectacular (45).
Cruzaban miradas los jugadores americanistas sin entender cómo el Puebla, que cruzó pocas veces el medio campo, sacaba fuerzas y empataba el partido para irse al descanso. Preocupado, el técnico Fernando Ortiz ideó la respuesta a las preguntas que surgían en el ambiente. Atacar, insistir y no querer ganar el partido antes de tiempo.
VAR repite penal
Así lo entendieron Diego Valdez, Roger Martínez y Alejandro Zendejas, el tridente que generó dolores de cabeza en la zaga poblana. Pero fue hasta que Diego de Buen forcejeó en una jugada con Bruno Valdez, y que el árbitro Fernando Guerrero acudió al llamado del VAR para señalar el penal, que encaminaba al América a las semifinales.
Valdez tomó la pelota y, en su primer mano a mano ante el portero Antony Silva, falló su disparo. El silencio del Azteca marcaba el contraste del júbilo que colmaba el banquillo poblano. No obstante, Guerrero observó un movimiento de Silva, previo a su silbatazo, y decidió repetir el cobro pese a las protestas de los visitantes.
En su segundo turno desde el manchón, Valdez descargó toda la presión y responsabilidad que cargaba en la serie y marcó el 2-1 para tomar un respiro (58). En las gradas, los grupos de animación de las Águilas se dividieron las cabeceras y entonaron entonces los cánticos que habían perdido fuerza. “¡Vamos, vamos América, que esta noche, tenemos que ganar!”.
La repetición del penal fue tan determinante que el Puebla, que crecía en futbol y confianza, perdió todo el orden y empezó a desmoronarse. Un contragolpe de Valdez, resuelto por Alejandro Zendejas con un remate suave y sin marca (72), significó el tercer tanto del América y el acabose para el plan del equipo de Larcamón.
Aún en esas circunstancias, la Franja se despidió de la liguilla a su manera: con garra, carácter y un penal de Fernando Aristeguieta (90) que, después de varias tapadas de Ochoa, le hizo más justicia al resultado.
Una vez en semifinales, lo único que obsesiona al América es el título.