En un tiempo inmemorial y un lugar inexistente en los mapas, más allá de la realidad, transcurre la historia de Pequeña bruja, obra de teatro para público infantil del dramaturgo canadiense Pascall Brullemans que se estrenó ayer en el teatro Julio Castillo del Centro Cultural del Bosque (CCB).
Traducida y dirigida por Violeta Sarmiento, se trata de una pieza escénica de contenido delicado y fuerte, que aborda el tema del abuso infantil, aunque es tratado de forma velada, sutil y poética, y que al final comparte un mensaje esperanzador en torno a la libertad y el empoderamiento de los pequeños.
Su preparación se remonta a 2018, cuando se hizo la traducción. En 2019 se realizó como lectura dramatizada y se presentó ante un grupo de prueba de niños y niñas para ver cómo funcionaba. Después se integraron los demás elementos y recursos que la conforman, como lenguaje de señas mexicano, danza odissi, así como música y efectos sonoros en vivo, refirió Violeta Sarmiento al finalizar el ensayo general de la puesta, el viernes pasado.
Apuesta por lo simple
Con 60 minutos de duración, el montaje apuesta por la simplicidad y el minimalismo. El escenario está prácticamente desnudo. De escenografía se utilizan nueve cilindros de grandes dimensiones que los actores irán acomodando para transformar el espacio en una choza, un bosque encantado, la ribera de un río y el castillo de un ogro.
A ello se suma una pantalla blanca detrás del escenario que cambia de color según las escenas, gracias a un bien logrado diseño de iluminación, que confiere a las acciones, y a la puesta en general un halo mágico, de ensueño, como hace también la música de una flauta traversa, un saxofón, percusiones y los efectos sonoros en vivo.
Las tres actrices y el actor que conforman el elenco (Mariana Gajá, en el papel de Bruja Mayor; Paulina Álvarez, en el de Pequeña Bruja; Xóchitl Galindres, la Joven Cazadora y narradora, y Abel Ignacio Hernández, el Ogro) utilizan un vestuario acorde con este cuento de hadas; es decir, largos vestidos, capas y gorros de colores pastel, en el caso de ellas, mientras él viste un traje rojo.
El peso de la historia recae en la narradora, quien conduce al público por la vida de Pequeña Bruja y su mamá, Bruja Mayor, primero, en la búsqueda de una flor mágica que cure la enfermedad de esta última y, luego, las vicisitudes que la pequeña debe enfrentar cuando muere su madre y la deja bajo la peligrosa custodia del ogro. El valor y la confianza en sí misma permitirán a esa pequeña salir avante del peligro.
Según las actrices Mariana Gajá y Paulina Álvarez, una de las virtudes de Pequeña bruja y, en general, del arte teatral es que permiten tratar temas difíciles, crudos e incluso dolorosos sin hacerlo de forma literal ni descarada.
“Qué mejor que las infancias reciban a través de obras como ésta señales no tan obvias. Ésta es una puesta con varias capas de lectura, llena de simbolismos y significados. Tiene esa magia de decir algo a los adultos, pero también a los niños, como que está bien cerrar la puerta al ogro y que a veces hay que sacrificar lo que se quiere para lograr lo que se necesita. Trabajamos mucho para manejar con amor y belleza un tema tan difícil y fuerte”, señalaron.
La producción a cargo del Instituto Magia se presenta hasta el 3 de julio, los sábados y domingos a las 12:30 horas en el teatro Julio Castillo del CCB, atrás del Auditorio Nacional.