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Llegó la tormenta
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inalmente han empezado a aplicarse los aranceles decididos unilateralmente por Trump. Los principales socios comerciales de Estados Unidos: China, la Unión Europea, México, Vietnam, Japón y Canadá, que explican 83 por ciento de su déficit comercial, han sido gravados en diferentes proporciones. México no ha salido indemne de esta andanada: se han impuesto aranceles a las importaciones de aluminio y acero, así como a las automotrices y de autopartes, en aquellas porciones que no tengan componentes estadunidenses.

El impacto de estas decisiones ya se está sintiendo en México: en el primer trimestre de 2025 las exportaciones de vehículos ligeros ensamblados en México cayeron 6 por ciento. Se exportaron 775 mil 866 unidades, de las que 86 por ciento fue a Estados Unidos. La producción en este trimestre fue de 973 mil 485 unidades, con un crecimiento de casi 5 por ciento respecto al mismo periodo de 2024, lo que significa que cerca de 200 mil vehículos ligeros se quedaron en sus plantas.

En cuanto a las autopartes producidas en México, que representan 43 por ciento del mercado estadunidense, los impactos son alarmantes, 12 por ciento de las empresas de este mercado están fuera de las reglas del T-MEC, por lo que empezarán a pagar aranceles. Las empresas productoras de autopartes, principalmente estadunidenses, ya han reducido sus actividades. Si agrupamos a estas empresas por su ubicación regional, tenemos que las del norte de México redujeron su producción este primer trimestre 8.8 por ciento, las del bajío 12 y las del centro del país 9.3 por ciento.

La economía mexicana está registrando estos impactos. Los indicadores adelantados registran caídas y el promedio de las estimaciones sobre el crecimiento del PIB para 2025 se viene reduciendo mes a mes: se espera un crecimiento de 0.6 por ciento, mientras el gobierno, que también las redujo, postula 1.9. Lo cierto es que los siguientes meses serán difíciles y es muy probable que la economía mexicana a finales de año registre una recesión.

También puede haber recesión en Estados Unidos, Europa, Japón, Corea del Norte y muchos países más. El fantasma de la recesión ya ha aparecido. La estrategia arancelaria de Trump está orientada a cambiar los flujos comerciales, corrigiendo los déficit con todos sus socios comerciales a través de medidas administrativas. Piensan que están impulsando la relocalización de empresas hoy exportadoras hacia EU, lo que generaría empleo. De lograrse, no ocurriría a corto plazo.

El propósito de la estrategia trumpista, como lo señala Michael Spence (Project Syndicate, 8/4/25): busca cambiar la estructura del comercio internacional y de los flujos de inversión extranjera directa convirtiéndolos en inversión doméstica y en empleo en Estados Unidos. Este propósito evidente tiene un grave problema para concretarse: la alta rentabilidad de la deuda y de los valores financieros estadunidenses, junto con el papel del dólar como moneda internacional de reserva.

El gobierno de Trump podría decidir afectar la rentabilidad de los activos financieros en dólares, lo que es una locura posible en un gobierno dominado por la economía vudú. Pero el papel del dólar en el mundo no va a cambiar. Por ello, la estrategia difícilmente va a funcionarle al gobierno de Trump. Lo que si ocurrirá es que el resto del mundo se contraerá. México se contará entre los más golpeados. Es necesario aceptar que el mundo ha cambiado, reconocerlo en sus diversas dimensiones, enfatizando las afectaciones a corto, mediano y largo plazos para nuestra economía.

A las dificultades creadas por Trump, deben agregarse los problemas que afectaban a la economía global antes de su llegada: las tensiones geopolíticas, el cambio climático, las presiones inflacionarias y el impacto de los nuevos avances científicos y tecnológicos en diversos ámbitos. El cambio tecnológico es muy relevante. El trumpismo desprecia el conocimiento científico y a las universidades que lo desarrollan. No valora las previsiones científicas sobre las modificaciones que ocurrirán en los mercados de trabajo y que impactarán diferenciadamente a los segmentos laborales.

El cambio económico que ha iniciado el gobierno de Trump ha afectado ya la dinámica económica global y los impactos que están recibiendo los socios comerciales de ese país variarán según el grado de asociación con EU. Los más expuestos somos Canadá y México, le siguen Vietnam, China, Japón y la Unión Europea. Cada uno tendrá que contar con una respuesta propia, pero indudablemente se requerirá también algún grado de coordinación. Si ello se pudiera poner en práctica, el fin de la hegemonía estadunidense pudiera verse con un moderado optimismo.