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Explora Geney Beltrán la complejidad de la violencia en Culiacán
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Hay una generación de niños que están creciendo bajo las balas, que están perdiendo a sus padres y se están construyendo una imagen de un país insensible, lamenta el autor de Crónica de la lumbre, Geney Beltrán.Foto María Luisa Severiano
 
Periódico La Jornada
Jueves 6 de febrero de 2025, p. 5

Lo que está ocurriendo en Culiacán ya es una situación extrema de terror, estima el escritor Geney Beltrán. En sus constantes viajes a esta ciudad en Sinaloa, donde creció y en la que permanece su familia, hasta hace poco se sorprendía por una suerte de adaptación que la vida se podía hacer, aunque de vez en cuando se interrumpiera por hechos violentos.

En su más reciente novela Crónica de la lumbre (Alfaguara) explora qué ocurre con quienes pierden a seres queridos en los constantes enfrentamientos y continúan con las dificultades de sobrellevar el duelo. Por ejemplo, una niña de ocho años que pierde a su mamá en una balacera en la que se enfrentan dos grupos de narcotraficantes y esa mujer no tenía nada qué ver con la delincuencia.

Escrita a lo largo de varios años, de alguna manera se adelantó a los cuestionamientos por eventos como el culiacanazo, cuando la gente no salía de sus casas y todo cerró, o las constantes víctimas civiles, entre ellas dos niños fallecidos junto a su padre hace unas semanas, tragedia que desató manifestaciones de protesta.

Beltrán Félix (Tamazula, Durango, 1976) plantea una novela sobre violencia que examina la complejidad de la pulsión íntima, como también observa el alma de quienes viven el duelo, lo que significan la pérdida y tratar de sobrevivir en un entorno tan hostil.

En Crónica de la lumbre hay historias entrelazadas de personajes con familiares trastocados por estos episodios, como una profesora cuyo hijo fue el perpetrador de un feminicidio o un periodista al que le asesinan a su ex esposa. Un personaje infantil es Irlanda, quien pierde a su madre cuando salía de un estadio de futbol y crece con ese fantasma del terror que significa soñar con balaceras y tener miedo de que en cualquier momento se detengan dos Suburban negras y comiencen las ráfagas.

La novela será presentada hoy a las 19 horas en la librería Sándor Márai, en la colonia Centro, con la participación de Frida Juárez. El 2 de marzo, en la Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería, el autor conversará sobre el libro a las 13 horas y al concluir firmará ejemplares.

Beltrán reconoce como preocupante que “hay una generación de niños que están creciendo bajo las balas, que están perdiendo a su papá o su mamá, y se están construyendo una imagen de un país insensible.

Hay una circunstancia autobiográfica, refiere en entrevista. “Crecí en un pueblo del llamado Triángulo dorado en Durango y luego viví el fin de mi infancia y adolescencia en Culiacán, en los años 80, el narcotráfico estaba muy presente en las noticias.”

Pacto de honor

En ese entonces se consideraba que los grupos se mataban entre sí y había un pacto de honor para respetar a los civiles. “Incluso cuando en el pueblo mataban a alguien porque había traicionado a su socio, había esta idea de ‘ni modos, le tocó, son las reglas del juego’. Se pensaba que si no quieres ver fantasmas no salgas de noche, si no quieres que tu vida pueda terminar así, no te dediques al negocio”.

El autor de Adiós, Tomasa afirma: tengo sensibilidad a las situaciones de violencia porque me tocó verlas desde muy chamaco. La situación es que nos mudamos a Culiacán para que pudiéramos seguir estudiando y para que no tuviéramos la tentación de meternos al negocio y conseguir dinero fácil. Esa fue la voluntad de mis padres, quienes sólo pudieron estudiar hasta tercero de primaria.

La novela Crónica de la lumbre comenzó a circular desde agosto del año pasado, que prácticamente coincidió con el culiacanazo en la ciudad en la que ocurre gran parte de la trama literaria, la cual quedó paralizada por la disputa de grupos criminales, donde proliferaron narcobloqueos, enfrentamientos con balaceras simultáneas, cientos de muertos y desaparecidos, cierres de escuelas y negocios.

Lo que ha ocurrido estos últimos meses es la ratificación de que ya estamos en un escenario de terror, dice Geney Beltrán, quien comenta que algunos hablan de narcopandemia. “Lamentablemente, Crónica de la lumbre se adelantó mucho”.

Sin embargo, en las páginas apenas se describen escenas violentas. Gran parte de la narración está centrada en la reconstrucción de las vidas de aquellos que han sido afectados, pero que siguen adelante. La difícil relación entre padre e hija, o la amistad poco probable entre un hombre y una mujer.

De alguna manera, “establece una diferencia frente al concepto de narconovela, que da una centralidad a los fenómenos violentos por sí solos con un carácter casi hasta cinematográfico.

No es que la novela puede salvar a la humanidad, pero la imaginación trastoca la sensibilidad de quienes leen, de una manera que lleva al autocuestionamiento, a identificar esas mismas pulsiones violentas dentro de nosotros. La imaginación logra tocar el alma de una manera como la razón no puede.