Poco a poco, los migrantes que fueron desalojados del campamento irregular instalado en la Plaza Giordano Bruno, en la colonia Juárez, y que fueron trasladados a diversos estados del país por el Instituto Nacional de Migración (INM), han regresado a la Ciudad de México, particularmente, algunos se resguardan en la Casa del Migrante de la alcaldía Cuauhtémoc.

Blanca, venezolana, es una de las que fue llevada a Cuernavaca, Morelos, junto con su familia y otras decenas de indocumentados el pasado día 5. Señaló que si bien el INM les entregó una tarjeta de visitante por razones humanitarias, con vigencia de un año, una vez hecho el trámite los dejaron a su suerte, pues no recibieron información sobre albergues y no tenían dinero para regresar.

En entrevista, afuera de la Casa del Migrante, expresó que la familia tuvo que dormir en una plaza pública cuya ubicación desconoce, y lograron volver gracias a una cristiana que nos compró el pasaje. Mencionó que la mujer les advirtió que era más peligroso si permanecíamos ahí. Dijo que en su caso no era opción estar en Morelos, porque en la Ciudad de México uno de sus familiares trabaja en una construcción cerca de Paseo de la Reforma. Su jefe lo dejó regresar a pesar de que faltó tres días.

Con esta familia regresó Junior, otro migrante, quien prefirió omitir su nacionalidad. Indicó que en el desalojo de más de 400 personas, aunque no se hizo uso de la fuerza, fue muy incómodo; todo pasó bien rápido.

En la Casa del Migrante también se refugian extranjeros que rechazaron los traslados del INM, como Laura y su hijo de cinco años, originarios de Colombia.

Cuando llegó Migración fue muy fuerte; tuvimos miedo y perdimos muchas pertenencias, como botellas de agua, cosas de aseo, ropa y cobijas, que no pudimos sacar, relató.

No obstante, dijo que días después finalmente llegó su cita para solicitar asilo en Estados Unidos. La entrada es por Nogales para el 20 de junio, afirmó.