Opinión
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Ruta sonora

Bratty: triste dulzura // No más palcos // Cancamusa

L

a tristeza ha sido una constante en las preferencias de la música pop alterna del siglo XXI. De los cantos adoloridos de Radiohead a los cantos sencillos, sin acrobacias, de Tame Impala, Lana del Rey o Billie Eilish. El público joven mexicano no se ha quedado fuera en la expresión introvertida de esas almas sensibles que buscan protegerse de la miseria humana, cada vez más expuesta y violenta. Y en medio de ese maremoto de ruido que es la Internet, a sólo un lustro de su aparición pública, con sólo 20 años de edad, la sinaloense Jenny Juárez, mejor conocida como Bratty, es toda una sensación entre la morriza deseosa de identificarse con otros espíritus vulnerados.

Tras irrumpir con Delusión en 2019 como debut, emite en 2021 TDBN (todo bien), en el que depura y enriquece su sonido inicial, el cual tuvo abundante y súbita aceptación en las plataformas de reproducción (casi un millón de escuchas al mes en Spotify; 9 millones en YouTube con el video Honey, no estás, por ejemplo), potenciada por su destacada actuación en Vive Latino 2020 (https://bit.ly/2WG6cUV).

Con pocos elementos, la autora y guitarrista emite un canto lánguido, singular y llegador, que a primera oída asoma influencias, quizás inconscientes, de Carla Morrison y Julieta Venegas, con su toque personal: menos dramático que la primera, menos optimista y radiante que la segunda. Afín al dream-pop de los años 90 como Mazzy Star, la dulzura de su voz emite una tristeza en paz consigo misma; no sangrante sino en un lugar a gusto: sincera, transparente. De forma clara, representa a una generación que se cuestiona y lee más sobre sus procesos emocionales; lejos de hacerse la víctima ante el desamor, las personajas de sus letras reflexionan sobre su responsabilidad afectiva, al sentir amor hasta por sus errores, fuente de aprendizaje.

Inteligente y hábil con su instrumento, es interesante lo que logra sónicamente, pues en vez de emplear guitarra acústica (lo cual le haría sonar convencional y trovera), usa guitarra eléctrica sin distorsión, llena de efectos etéreos y expansivos, lo que le hace sonar contemporánea. Esto, al hacerse acompañar por teclados reverberados y cósmicos, beats sencillos y baterías ligeras, logra una combinación que vibra entre la electrónica, el dream-pop citado y el canto de autor. A pesar de su corta edad, en sus arreglos abreva rítmicas percusivas y guitarriles inspiradas en la new wave de los años 80, en la línea de bandas retro recientes como Alvvays, DIIV, Clairo; como el surf californiano de Best Coast o el canto expresivo de Cherry Glazerr. Sorprende en temas como Tuviste, donde el ritmo es dancehall (reggaetón) lento, mientras la demás instrumentación y canto andan en un pop sideral alejado del cliché de tal ritmo. Algunos cronistas le han llamado reggaetón triste, pero es sólo que trae ya tal rítmica en el torrente cerebral, como mero signo generacional. Y aunque no se considera LGBT+, en el tema Jules exhibe una historia de amor entre dos chicas, como un acto de empatía.

La producción, sencilla pero clara y atinada, corrió por parte de ella misma y de Ángel Behar, con colaboraciones de Santiago Casillas (Little Jesus), así como de los músicos Dan Solo y Andru Martínez (Holbox, Vaya Futuro) en arreglos, todos de la misma generación.

Aunque puede llegar a ser un poco monótono el disco, a la larga van saliendo los mágicos arreglos a relucir, brindando al escucha de un lugar apacible en el cual estar, con todo y su melancolía. Pero está bien: recién empieza y por su talento, se ve que aún tiene mucho por dar. Da gusto que una creadora tan libre, joven y honesta, con un sonido actual, esté atrayendo los gustos masivos del público Gen-Z. Hay que seguirle la pista.

Tere Estrada. Recordando a Botellita de Jerez. La Perra.

La tercera ola de la epidemia Covid-19 en México va en descenso y los espectáculos toman nuevos cursos: el ciclo de conciertos en palcos llegó a su fin, para ir abriendo paso a los de formato tradicional, en lugares abiertos. Un ejemplo es el de Baja Beach Fest (Rosarito, Baja California, 13 a 22 de agosto), al que asistieron 20 mil personas; la Secretaría de Salud del estado informó que a dos semanas, no se han registrado brotes de consideración. Habrá que darle seguimiento, como indicador para el futuro de los espectáculos al aire libre.

Viernes 3. 1. La cantante y baterista chilena Cancamusa y su colorido indie-pop. Indie Rocks (Zacatecas 39, Roma); 19 horas, $350. 2. Tere Estrada en show acústico, con todo su blues. Hobos (San Jacinto 23-A, San Ángel), 20 horas, $200 (dos entradas).

Sábado 4. Recordando a la HH Botellita de Jerez: Mastuerzo + Soñar No Cuesta Nada, Santiago Ojeda + Jorge Cox Gaitán + Josué Vergara, Valentina Barrios. Alicia (Cuauhtémoc 91-A, Roma), 19 horas, $120.

Domingo 5. El legendario prog-power-dúo La Perra. Indie Rocks (dirección citada), 15 horas, acceso libre (con consumo).

Twitter: patipenaloza