Editorial
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Tercer Informe: hitos y pendientes
E

l presidente Andrés Manuel López Obrador rindió ayer su tercer Informe de gobierno, el cual marca simbólicamente la mitad de su sexenio al frente del país. Acompañado de su gabinete legal y ampliado, el mandatario destacó los hitos registrados en materia económica: récord histórico en inversión extranjera, récord histórico en incremento al salario mínimo, récord histórico en no devaluación del peso, récord histórico en no incremento de deuda, récord histórico en aumento del índice de la Bolsa de Valores, récord histórico en las reservas del banco central. Un día antes, en su conferencia de prensa matutina, el mandatario había adelantado como lo más valioso de su gestión el que pese a todas las dificultades no se dejó de impulsar el combate a la pandemia de las pandemias, la peste de la corrupción.

Más allá de los indicadores citados por el Presidente para dar cuenta de los avances alcanzados en sus primeros mil días de gobierno, una valoración justa de la Cuarta Transformación precisa reconocer que algunos cambios pueden concretarse en tres años, mientras que otros se inscriben en un horizonte temporal inevitablemente más amplio. Lo que sí se ha conseguido en este lapso es revertir en el Ejecutivo federal la visión privatizadora que imperó en todas las esferas del poder público durante cuatro décadas: hoy, en líneas generales, el aparato gubernamental trabaja con una perspectiva de beneficio social que es la antítesis de la visión patrimonialista, individualista, de enriquecimiento ilimitado de unos pocos a expensas de las mayorías, de expolio del erario y degradación del Estado a un mero gestor de los intereses corporativos, lo que constituyó uno de los pilares del neoliberalismo.

Del otro lado de la balanza está claro que los esfuerzos oficiales no han bastado para erradicar la corrupción que infecta a las instituciones del Estado, en los tres poderes y los tres niveles de gobierno. Asimismo, resultan a todas luces insatisfactorios los avances contra la violencia delictiva, que sigue siendo una de las mayores amenazas y de las principales preocupaciones para millones de mexicanos. En parte, la lentitud con que se afronta a estos flagelos se explica porque la transformación no corre pareja en todos los ámbitos: debe considerarse que en este primer tramo del sexenio la oposición controló la mayoría de las gubernaturas, y que el Ejecutivo no tiene facultades constitucionales para emprender la renovación del Poder Judicial, en el cual se han enquistado las peores prácticas de negación de la justicia. Incluso en el terreno de las competencias del gobierno federal, cada avance ha requerido negociar con la oposición política, la cual controla gobiernos estatales y municipales, congresos y tribunales; por su parte, hay grupos corporativos reacios al cambio que tienen un poder fáctico ejercido por medio de los medios de comunicación, de sus recursos económicos, y de organismos empresariales.

Por último, es evidente que cualquier análisis del reciente año y medio del quehacer gubernamental debe partir de la realidad impuesta por la pandemia de Covid-19, pues calificar las condiciones del país haciendo abstracción de los devastadores efectos de la emergencia sanitaria sobre la economía, el acceso a la salud, el tejido social, la educación y la cultura sería distorsionar los hechos. Por el contrario, al repasar esta etapa resulta insoslayable destacar el trabajo de autoridades y ciudadanía para encarar las diversas fases pandémicas; en particular, la campaña nacional de vacunación contra el coronavirus muestra la histórica movilización del aparato gubernamental, el sistema de salud y la sociedad frente a una crisis para la cual no existía preparación posible, logro incluso más meritorio dada la situación desastrosa de las instancias de salud pública al término del ciclo neoliberal.

Lo innegable es que el país ha vivido mil días agitado por una transformación sin precedentes, en virtud de la cual la sociedad mexicana ha experimentado más situaciones inéditas en este periodo que en los anteriores cinco sexenios: desde un Presidente que comparece cada mañana ante la opinión pública hasta la recuperación del salario mínimo tras décadas de retrocesos. En este trance, una de las victorias más significativas del gobierno ha sido el mantener sus mayorías en el Congreso federal y en el apoyo social pese a la virulencia e intensidad de los ataques, chantajes y difamaciones.