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La humildad de la artista cubana la convirtió en la más modesta de las alumnas
 
Periódico La Jornada
Viernes 18 de octubre de 2019, p. 6

Una vez Alicia Alonso dijo contundente que viviría 200 años. Más aún, será eterna.

A esta cubana de inquebrantable voluntad, su pasión por la danza la hizo vencer la ceguera una y mil veces, crear una escuela en su país, al que amó con profundas y firmes convicciones. Posee el don, un ser universal, un milagroartístico.

Alicia Alonso, originaria de La Habana, se ha conducido en el mundo de la danza con respeto a la tradición coreográfica, a la pureza de los estilos y a los principios de ética artística. Siguió el que para ella es fundamental: la honestidad.

‘‘En el aspecto técnico considero de gran importancia la honestidad del bailarín, del creador, del artista. Hay que enfrentar las dificultades hasta vencerlas y luego extender sobre ellas la ilusión de la facilidad. Con el dominio de la técnica de ballet se conquista la libertad para la danza. Se hace espontáneo a los ojos del público, lo que requirió un gran trabajo físico e intelectual. Si uno logra eso, ha logrado una obra artística...”, decía la bailarina en palabras que quedaron registradas por María del Carmen Hechavarría, en su libro Alicia Alonso, más allá de la técnica.

Para la bailarina cubana ‘‘nunca se repetirá suficientemente que la técnica es un medio, no un fin, y nunca debe confundirse con la danza misma. Cada movimiento debe tener una justificación dramática, sicológica, estética, y debe aparecer como algo necesario en relación con el conjunto de los otros movimientos que forman esa danza en su totalidad”.

Inteligencia, sensibilidad artística y disciplina

Como Carmen, Julieta, Raymonda y la más aclamada Giselle, en ella ‘‘confluyeron factores decisivos para la conformación de su excepcionalidad. Han sido enormes sus condiciones físicas naturales, inteligencia, sensibilidad artística, voluntad y disciplina… la joven bailarina supo discernir, asimilar e, incluso, perfeccionar los conocimientos que recibió de los mejores maestros de la época, así como reunir en su técnica lo mejor de esos aportes, proyectarlos más allá de lo parámetros vigentes en la época, y otorgarles una coherencia estilística y dramática realzada por su poderosa personalidad escénica. Su espíritu creador se sirvió magistralmente de la herencia recibida. Los niveles técnicos que estableció se adelantaron notablemente a su época, sin que ella misma tuviera conciencia de la calidad que impulsaba’’, apunta Hechavarría.

Una de las claves del virtuosismo de Alicia Alonso ‘‘es la disciplina del trabajo diario, su entrega, esa humildad de saber convertirse todos los días en la más modesta de las alumnas’’.