La puerta mariana de Palacio Nacional, dañada el jueves a martillazos, tiene 167 años de antigüedad y es considerada una huella de la historia del país.

Su colocación, en 1852, ocurrió poco después de la invasión estadunidense, cuando el espíritu nacional estaba decaído, y en su momento fue señal de reparación de la deshonora, explicó Carmen Saucedo Zarco, historiadora de Palacio Nacional. Se le dio ese nombre porque fue habilitado durante el gobierno de Mariano Arista y fue concebido como un gran portón por donde ingresan, entre otros, los militares.

Los encapuchados la abollaron y pintaron con aerosol. En la noche de ese día especialistas en restauración de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), en coordinación con el Instituto Nacional de Antropología e Historia y el gobierno capitalino, iniciaron los trabajos para reparar los daños, que continuaron ayer con el apoyo de una cuadrilla del despacho Megarquitectos, contratado por la Ciudad de México para remozar el Paseo de la Reforma.

Era necesario actuar rápidamente porque la pintura en aerosol se seca a las 24 horas y es más difícil quitarla, comentó Adriana Castillo, directora de Promoción Cultural y Acervo Patrimonial de la SHCP, responsable también de la conservaduría de Palacio Nacional. Sí hubo daños: básicamente (los encapuchados) hicieron pintas con aerosol negro, blanco y gris a la cantera (de un tramo de la fachada), tanto en la piedra como en la puerta. También se dañó el herraje, puntualizó en entrevista.

El reporte de los daños y reparaciones fue entregado a la Procuraduría Fiscal, señaló la funcionaria.

Jesús Ramírez, vocero del gobierno de la República, indicó que se levantarán actas circunstanciadas: Creemos que esta violencia inducida, de provocación, tiene otros propósitos.