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Biografía reconstruye la etapa de soledad de la emperatriz Carlota

En entrevista con La Jornada, el escritor Gustavo Vázquez afirma que fue la primera mujer en México y América en gobernar un país, ‘‘algo que pasa desapercibido’’ // Esbozó una política social muy avanzada para su tiempo

 
Periódico La Jornada
Viernes 13 de septiembre de 2019, p. 2

Para el escritor Gustavo Vázquez Lozano, María Carlota Amalia, única hija del rey Leopoldo I de Bélgica, ‘‘fue la primera mujer en México y en el continente americano en ser gobernante de un país y esto me parece que ha pasado desapercibido por la imagen de que era un gobierno ilegítimo”.

En entrevista con La Jornada, Gustavo Vázquez (Aguascalientes, 1969), autor de la obra 60 años de soledad: la vida de Carlota después del Imperio Mexicano 1867-1927, publicado por Grijalbo, al referirse al legado de la emperatriz explica que en dos ocasiones Carlota actuó como regente –gobernante por ausencia del emperador–: durante buena parte de 1864 y 1865, lo que la convirtió en una de las primeras mujeres en hacer política desde dentro del gobierno en México.

En opinión del escritor, Carlota hizo ‘‘un esbozo de política social muy avanzada para su época, que incluso le ganó el mote de llamarla Roja. El mismo Maximiliano lo escribe en una de sus cartas en tono de burla: yo soy liberal, pero Carlota es roja”.

Sostiene que la emperatriz tuvo un proyecto de constitución e impulsó varias legislaciones, como la prohibición del trabajo infantil y los castigos corporales, la educación gratuita y universal, y que los salarios no se pagaran en especie sino con dinero; hasta promovió que cada ciudadano tuviera un árbol y lo cuidara.

‘‘Esas iniciativas que nacen de ella están como 50 años adelantadas a la que el Constituyente de 1917 propuso; entonces, me parece importante este aspecto.”

Esa biografía sobre Carlota es resultado de dos años de investigación hemerográfica y epistolar, y del apoyo que historiadores y especialistas en el tema del segundo Imperio Mexicano brindaron al escritor.

‘‘Las biografías existentes de la emperatriz Carlota, una de las mujeres que más fascinación han ejercido en varias generaciones de mexicanos, documentan su infancia, juventud y paso por México, pero hasta ahora no había una sobre esos 60 años de soledad, de 1867 a 1927, más amargos y determinantes para la vida de millones de personas de lo que imaginaron los escritores de ficción”, explica.

Vázquez, quien escribió también una pequeña biografía sobre Maximiliano publicada en Estados Unidos, se interesó en Carlota porque generalmente los libros de historia se detienen en el episodio del cerro de las Campanas y ningún texto hasta el momento en inglés o francés aborda la vida de la emperatriz de sus 26 a sus 87 años.

Foto
▲ De izquierda a derecha, Gustavo Vázquez, Carlota en la vejez (imagen que el autor de 60 años de soledad halló en un libro de 1925), retrato de Carlota hecho por la reina Victoria y la emperatriz en México, en 1866.Foto cortesía del escritor y Penguin Random House

Añade que sólo novelistas o dramaturgos han escrito obras donde se imaginan qué habría sido de ella. ‘‘Yo estaba interesado en la Carlota histórica y no en la literaria”.

De acuerdo con la correspondencia de María Carlota Amalia, existen tres cosas que le gustaban: el peligro, el deber y causarse dolor; por eso el escritor dividió el texto en estas tres partes.

‘‘El peligro representa su infancia y su adolescencia donde se educa ella misma como hombre, estudia filosofía política, diplomacia e incluso el arte de la guerra, estrategia militar porque quiere grandes empresas. Primero sueña con ser emperatriz de Hungría, luego de la república de Venecia y finalmente de México.

‘‘La segunda cosa que ella menciona es el deber, y lo relacioné con su estancia en México, donde tiene un altísimo compromiso con el proyecto; incluso cuando Maximiliano quiere abdicar ella tiene el sentido del deber. Y lo de causarse dolor lo relaciono con su etapa de confinamiento. Creo que sí existe el antecedente familiar de la esquizofrenia, pero también siente culpa por no haber podido salvar el imperio y por no haber cumplido con su deber.”

El escritor comparte que ‘‘hasta el último momento, y aquí quiero destacar que don Fernando del Paso se imaginaba a una mujer obsesionada por Maximiliano, una mujer ardiendo en deseos de ser poseída por un hombre y lo que encontramos en la Carlota real es una mujer que sueña ella misma con ser varón y anhela que alguien no la ame, sino que la azote por no haber cumplido con su deber. Esta fallida aventura en México es algo que ella se echa sobre los hombros y acaba por doblegarla”.

A partir de los diarios de los médicos de Carlota, los papeles de Adrien Goffinet, administrador de los bienes y de testigos en esos años, así como de archivos reales y cartas de la servidumbre, el autor reconstruye los 60 años de soledad de la emperatriz.

Gustavo Vázquez sostiene que la familia oculta y desaparece a Carlota porque tenía un propósito muy claro: adueñarse de sus 40 o 60 millones de francos oro, ‘‘cantidad prodigiosa para la época y que era capaz de levantar un imperio privado como fue el Congo para Leopoldo II. Creo que esto tuvo mucho que ver con la desaparición de Carlota”.