l corazón de Coyoacán ha conservado todo el sabor de barrio antiguo con su plaza jardinada, parroquia, fuente, quiosco, neverías, restaurancitos, fondas, artesanías y todo lo que invita a un grato paseo.

A unos pasos de la plaza, en avenida Hidalgo 289, se encuentra el Museo Nacional de Culturas Populares (MNCP) que ocupa diferentes añejas casonas de distintos estilos, una construcción moderna y varios patios.

Su creación fue idea de un grupo de personas encabezadas por el antropólogo Guillermo Bonfil Batalla, quien fue su primer director. Se fundó el 24 de septiembre de 1982 con la finalidad de exponer los propios logros de la vida de un pueblo, un museo vivo donde participen los propios creadores.

No tiene colección ni exposiciones permanentes, sólo temporales que se ubican en los distintos espacios según el contenido de gran, mediano o pequeño formatos. Los amplios patios se utilizan para diversas expresiones de las culturas populares, indígenas y urbanas. Constantemente hay teatro, música danza, literatura y gastronomía.

Ahora tienen una exposición maravillosa del artista oaxaqueño Francisco Toledo, con más de 600 piezas que van desde artículos de la vida cotidiana, bocetos, prototipos, objetos intervenidos, hasta obras múltiples y piezas únicas.

En una sala se puede admirar la joyería de papel que realizan en El Centro de las Artes San Agustín, (CaSa) que fundó Toledo en 2006. La sede es un bello edificio de 1883 que alojaba la fábrica Hilados y Tejidos La Soledad, en San Agustín Etla, a 17 kilómetros de la ciudad de Oaxaca.

Aquí promovió la creación de Arte Papel, un taller donde artesanos de la región elaboran las originales piezas con el material que ahí mismo realizan con plantas de la región y métodos ecológicos que cuidan la naturaleza.

En CaSa hay un enorme espacio de galería y otros talleres donde con diseños de Toledo realizan herrería, loseta artesanal, afelpado, papel de fibras naturales y orfebrería, entre otros.

Ahora en la exposición del MNCP tenemos la oportunidad de ver muestras de todo eso que hacen patente el impresionante talento y creatividad de Toledo, que comparte generosamente con la comunidad de su amada Oaxaca.

Dice Lluvia Sepúlveda, directora del museo: “Toledo habla el idioma del metal, el barro, el papel, el vidrio, la madera, el cuero, el textil y de tantos otros elementos que la tierra entrega para crear objetos que hermanan la utilidad con la belleza, que se pueden ver y se pueden tocar, que de igual modo se usan y se admiran.

Antes de visitar este museo pasamos a la casa-estudio de Diego Rivera y Frida Kalho y se nos encogió el corazón. Como comentamos alguna vez, las construyó el sobresaliente arquitecto y pintor Juan O’Gorman en 1929 y se considera la obra en estilo funcionalista más destacada de México.

Uno de sus símbolos es la barda de cactus; ahora, la mitad están podridos, rotos o faltantes. El interior no está mucho mejor: la pintura luida, los pisos de duela que estaban de amarillo congo, como eran originalmente, se hallan desgastados.

La Casa de Frida, que tenía mobiliario de la época, se encuentra desnuda; el icónico baño con la tina de granito artificial, a la que O’Gorman le diseñó un hueco para que apoyara cómodamente la cabeza, tiene cochambre.

Se dice que el autorretrato de Frida Lo que el agua me dio tuvo su inspiración en alguno de los constantes baños de agua caliente que le ayudaban a paliar sus fuertes dolores de espalda. Una llamada de auxilio al INBA.

El ánimo se nos subió con la visita al MNCP y la exposición de Toledo. Se complementó con unas suculentas tostadas en el mercado de Coyoacán. Con fama bien ganada, no obstante que hay varios locales todos están llenos, pero vale la pena una breve espera para pescar un banquito.

Hay una diversidad de guisados para escoger y las afamadas de mariscos. Mis preferidas son las de pulpo, mole con pollo y las clásicas de pata con su sazoncito de vinagre y orégano.