ste domingo los argentinos votarán en elecciones primarias los candidatos que se enfrentarán en octubre en las elecciones generales. Ninguna de las fuerzas presentes tiene en cuenta en su programa y en sus proyectos que Argentina depende por completo de un mundo que se encamina hacia un rebote importante de la recesión de 2008, una gravísima crisis ambiental, una guerra comercial y una carrera armamentista que muy probablemente conducirán a una nueva guerra mundial.
Además, la visión estratégica de esos grupos políticos es demencial ya que creen, al igual que los progresistas
, que en un planeta superpoblado y con recursos finitos en el que, por ejemplo, escasea ya el agua potable, será posible practicar infinitamente el extractivismo, el productivismo y el consumismo despilfarrador.
La izquierda –el FIT-U– dedica por su parte la casi totalidad de sus esfuerzos a la propaganda electoral, esperando mantener sus representantes a pesar de la polarización entre el macrismo, neoliberal, aliado con un sector de la derecha peronista y apoyado por Estados Unidos y el sector de exportadores y financistas, por un lado y, por el otro, la fórmula Fernández-Fernández, también neoliberal pero que reúne otro sector de la derecha peronista, el apoyo papal y el centroderechista kirchnerismo y moviliza la desesperación de las pequeñas y medias empresas. Aunque el FIT-U lucha intransigentemente por los derechos obreros y democráticos, en su acción política está ausente la lucha ideológica y la educación para una alternativa anticapitalista.
El proyecto oficial implica un país desindustrializado exportador de productos agroalimentarios y totalmente dependiente del capital financiero internacional. O sea, una Argentina para menos de 20 millones de personas, en la que sobrarían otras tantas y, además, exportadora de bienes cuyo precio, como el de la soja, cae en los mercados y depende de la economía china y de la paz mundial, ambas amenazadas.
El proyecto del Frente para Todos de los Fernández y Fernández, en cambio, tan neoliberal como el de Macri, sólo busca atenuar los efectos sociales de las propuestas macristas ayudando algo a la Pymes, renegociando con el FMI el pago de una deuda impagable y que conduce de cabeza a la bancarrota y practicando un poco de distribucionismo caritativo para evitar una explosión revolucionaria.
Si el frente dirigido por Macri triunfase por poco o mediante el fraude electrónico, Argentina iría así hacia una nueva y drástica devaluación del peso, con un aumento terriblede la pobreza y la desocupación sin que sus exportaciones ganasen mucho dadas las restricciones e inquietudes en el mercado mundial. La desordenada protesta popular aumentaría, libre ya del freno del kirchnerismo, y enfrentaría una represión brutal, dictatorial.
Si el frente de la mayoría peronista ganase en cambio por estrecho margen, comenzará en el mismo día una campaña desestabilizadora y golpista contra la heterogénea y muy frágil alianza que se hará cargo de la papa caliente argentina y habrá que defenderse contra el golpismo y defender la Constitución .
Además, aunque el kirchnerismo lograse reconquistar una parte de las clases medias urbanas y rurales que, para repudiarlo le dieron el gobierno a Macri en diciembre de 2015 y que hoy rechazan las políticas de éste, no podría mantener ese apoyo aplicando el mismo tipo de medidas, como promete e intentará hacerlo para responder a las exigencias de la derecha peronista.
¿Podrá crearse en ese caso, un bloque social que reúna la clase media empobrecida y la clase obrera sin dirección, es decir, una nueva alianza entre piquetes
y cacerolas
? ¿Será posible democratizar los sindicatos más grandes, juntar a los obreros dirigidos por Comités de Fábrica con los intelectuales y estudiantes y escapar del intento del Vaticano de encauzar y frenar la protesta?
Sea como fuere, lo urgente este domingo es derrotar a Macri y las sanguijuelas macristas. Millones de argentinos no peronistas ni kirchneristas, a falta de una alternativa real, votarán Fernández-Fernández tapándose la nariz y cruzando los dedos para tratar de evitar el desastre y una dictadura.
Pero el desastre continuaría ya que el peronismo yace ahí, pudriéndose y envenenando al país. Macri, recordémoslo, inauguró estatuas de Perón y se presenta ahora unido con la derecha peronista, que le aprobó todas sus leyes mientras que el kirchnerismo tiene hoy como aliados a ex primeros ministros como Alberto Fernández o Sergio Massa, que coquetearon con Macri y que antes echó por derechistas.
Recordemos: Perón reprimió las huelgas de los obreros peronistas y tenía como guardaespaldas a criminales de guerra croatas y en su Constitución de 1946 prohibía las huelgas. Volvió en 1974 llamado por la dictadura militar para reprimir al peronismo revolucionario y al llegar, en el aeropuerto mismo, inició la matanza de obreros y jóvenes. Los asesinos de las Tres A tenían su guarida en el Ministerio de Bienestar Social. El peronismo da hoy otros Menem y está en el ocaso y es indispensable superarlo para salvar el futuro manteniendo su esencia plebeya pero con una ideología anticapitalista.