jornada
letraese

Número 229
Jueves 6 de Agosto del 2015


Director fundador
CARLOS PAYAN VELVER

Directora general
CARMEN LIRA SAADE

Director:
Alejandro Brito Lemus



pruebate


 

La lucha por
la identidad


El DF es la única entidad del país donde es posible modificar el acta de nacimiento de una persona trans. La medida es un avance en el reconocimiento de los derechos de esta población, pero restan muchos pendientes para su inclusión total.

Leonardo Bastida Aguilar

Para la Secretaría de Educación Pública sólo es posible modificar una cédula profesional si la persona requiere de una corrección en su nombre o si necesita modificar éste y su Clave Única de Registro de Población. Así obtendrá su nueva cédula en algunos meses. En caso de requerir cambiar el sexo en el documento que la acredita como profesionista, debe renovar toda su documentación escolar, desde el certificado de educación primaria hasta el título profesional obtenido en la universidad o instituto donde cursó sus estudios superiores para que después sean sometidos a revisión y, conforme el criterio de quienes lo revisan, se decida emitir o no una nueva cédula con el sexo, CURP y nombre modificados.

La solicitud de Rebeca está en proceso de revisión. Ella desea tener la cédula profesional que la acredite como licenciada en Administración de Empresas con énfasis en Mercadotecnia, en concordancia con su identidad sexogenérica. Cuando terminó sus estudios en la Universidad Autónoma de Nuevo León todavía no iniciaba su proceso de reasignación sexual y, por tanto, su documentación responde a otra identidad, la de antes.

A más de un década de distancia, considera necesario gestionar el trámite. En primer lugar, para crecer aún más a nivel profesional dentro del Servicio Profesional Electoral en el Instituto Nacional Electoral (INE), al cual se sumó hace casi 13 años, y en segundo lugar, para abrir camino a personas trans que en el futuro deseen que su documentación esté en concordancia con su identidad sexogenérica. Para Rebeca, la gestión de documentos no comenzó con el trámite de su cédula sino desde mucho tiempo atrás, cuando tuvo que iniciar una lucha por el reconocimiento de su identidad social.

Inicio de una renovación
Para Rebeca, 2006 fue el año en que tomó las riendas de su identidad. Después de haber leído información sobre la transexualidad y lo transgénero en Internet, y de conocer testimonios de personas que habían vivido algo similar, decidió iniciar un proceso formal para asumir su identidad social: la de Rebeca.

Su mayor miedo estaba en el ámbito laboral. Socialmente, debido a que se mudaba de ciudad con mucha frecuencia por su actividad profesional: vocal distrital del entonces Instituto Federal Electoral (IFE), la gente la conocía como Rebeca y nada más, sin embargo, en sus documentos legales la realidad era otra. No había tramitado las modificaciones necesarias y no correspondían con su persona.

“Sabía que había posibilidades de cambiar mis papeles pero no cómo”, refiere en charla al recordar que en 2006, la única manera en la que una mujer trans podía modificar su acta de nacimiento era a través de un juicio para demandar al Registro Civil. “Era carísimo y humillante poner las demandas porque tenías que recibir ayuda sicológica ante la actitud de jueces y autoridades”, refiere.

En esa época vivía en Tehuacán, Puebla, ya tenía casi cinco años en el IFE y decidió hacer una cita con el sexólogo David Barrios para exponerle su inquietud: quería iniciar su proceso de reasignación sexogenérica. Tras hablar con él, programó una primera cirugía de rostro y de senos para mediados de 2007. Como se lo había recomendado su médico, iba a disfrutar su segunda adolescencia y no ocultar nada.

“Siempre había sido muy señalada, así que no lo oculté porque ya estaba acostumbrada; quien me veía, veía a una chava andrógina o lesbiana”, indica y confiesa que había pensado no avisar en su trabajo. Únicamente iba a solicitar unos días y regresaría con su nueva fisonomía. Sus amigas le aconsejaron avisar a sus superiores y exponer su situación. Simplemente les preguntó qué políticas había en el Instituto para las mujeres trans. Se quedaron mudos.

Les explicó que era una persona trans y que socialmente quería ser Rebeca a pesar de que los acuerdos y documentación oficial los firmaba con su nombre legal. Por esto, ya no deseaba compartir habitaciones de hotel con hombres, entre otras cosas. Le permitieron ausentarse por un mes y mediante acuerdo se determinó que sería reconocida por su identidad social. Le propusieron dar a conocer su caso ante los medios de comunicación, ella prefirió el silencio. Vivía sola en Tehuacán, había muchos asesinatos de mujeres trans… Sólo deseaba su bienestar y seguridad.

Al otro lado del mundo
Si caváramos un agujero en suelo mexicano y no nos detuviéramos hasta salir en otro punto del globo terrestre, éste sería Tailandia, lugar al que Rebeca viajó en 2010, tras ahorrar una cantidad considerable de dinero, para realizarse la cirugía de reasignación en la nación asiática, considerada uno de los mejores lugares para someterse a dicho proceso.

La implementación de un protocolo para persona trans al interior del IFE se hizo realidad hasta ese mismo año y sería el primero en su naturaleza en el país (aunque, dice Rebeca, haya mucho por mejorar dentro de su contenido). Aunado a ese proceso, ella trabajaba de manera intensa con su familia para que asimilaran su nueva personalidad.

El protocolo pronto quedaría superado. Tras juntar por casi dos años el dinero suficiente para su cirugía, Rebeca requería alrededor de 40 días de incapacidad laboral para llevarla a cabo. Mandó un oficio para explicar que se iba y que necesitaba la cirugía porque era parte de lo que requería como persona. No obtuvo pronta respuesta y conforme a los estatutos del Instituto no podía pedir tanto tiempo de ausencia debido a que no tenía 10 años de servicio. Agotó todas sus posibilidades. Acudió al Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE), del cual era derechohabiente, con cartas de su médico, a fin de solicitar licencia médica. La respuesta fue que este tipo de licencias sólo se daban por maternidad. Tocar muchas puertas y recurrir a diversas instancias le permitió obtener el permiso que la autorizaba ausentarse con goce de sueldo. Reconoce que fue buena voluntad del personal del ISSSTE y lamenta que el día que abordó el avión, el IFE resolvió a su favor el permiso, aunque sin goce de sueldo.

A su regreso, ganó la razón y su licencia médica fue reconocida con goce de sueldo. Sin embargo, se dio cuenta de que requería seguimiento médico a su intervención quirúrgica. Una vez más acudió al ISSSTE y tras volver a llamar a un sinfín de puertas, consiguió medicamentos y revisiones médicas post-operatorias.

Entre trámites y burocracia
Un año antes, en 2009, había iniciado el trámite de corrección de su acta de nacimiento. Recordar el momento produce en Rebeca cierta tristeza por el abuso del abogado que había contratado en ese entonces, quien por casi un año le dijo que ya casi tenían su acta, a pesar de saber que el trámite había sido rechazado desde que se presentó por primera vez.

Sin embargo, la oportunidad de crecimiento profesional hizo que no desistiera y que volviera a intentar obtener un acta de nacimiento con el nombre de Rebeca. Ella quería concursar por una plaza para estar a cargo de una delegación estatal. Su experiencia y preparación le permitieron ganarla y mudarse a Baja California. El problema surgió al momento de la toma de protesta. Ella quería tomarla con el nombre de Rebeca, pues no tenía por qué revelar su pasado de manera pública. Su petición no fue escuchada y revelaron sus dos nombres. Al darse a conocer el hecho en los medios de comunicación sufrió actos de transfobia en los que cuestionaban su capacidad como persona para un cargo de esa relevancia.

Sufrió un golpe emocional pero eso no la detuvo para que en 2012 interpusiera una demanda para obtener su acta de nacimiento sin anotaciones marginales. Ganó y la sentencia decía que en su natal Poza Rica de Hidalgo, Veracruz le tenían que entregar una nueva acta de nacimiento sin apostillas.
Poco tiempo después recibió su documento pero éste sí contenía anotaciones marginales. Ella ya no quiso reclamar y lo ingresó al IFE para que le ayudaran a regularizar otros documentos como el CURP, registro en el ISSSTE y en el Sistema de Ahorro para el Retiro conforme a lo establecido en el Protocolo institucional para personas trans.

La situación la tuvo sin cuidado. Había arreglado lo que necesitaba. Una vez más la crudeza de la realidad se hizo presente cuando acudió a una oficina de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) para actualizar su pasaporte. Al igual que todas las demás personas, presentó su acta de nacimiento conforme a lo establecido en los requisitos y allí se detuvo el trámite. El argumento fue que su acta no correspondía con lo que había establecido la sentencia judicial emitida a su favor. El gobierno de Veracruz tenía que haberle emitido una nueva acta con diferente número de folio y sin anotación marginal. Mientras no se solucionara la situación, no podían expedirle el pasaporte.

La Comisión Estatal de Derechos Humanos notificó del caso a la Contraloría de Veracruz, de donde la llamaron para continuar el trámite. Pasó casi un año para que el gobierno veracruzano resolviera a favor de Rebeca y le diera su acta conforme a lo establecido en su amparo. De 2013 a febrero de 2015, cuando ya tuvo su nueva acta, pasaron casi dos años, y a estos hubo que agregarles cuatro meses para que la SRE emitiera el documento.

A la par de los trámites legales, su vida continuó y desde hace ya más de dos años reside en Oaxaca. Allí llegó una solicitud de transparencia para conocer la currícula de todos los vocales locales de la delegación Oaxaca y ella no tenía sus estudios actualizados. Se percató de que le faltaba modificar su título y su cédula profesionales.
Debido a sus constantes mudanzas a lo largo de su vida, había cursado la licenciatura en Nuevo León y residía en Oaxaca, lo cual complicaba su presentación en persona para la realización del cambio.

En estos años, la relación con su familia mejoró bastante y fueron ellos, en específico su hermano, quienes la ayudaron a gestionar los trámites durante el último año y medio. Si bien el trámite le permitirá tener todos sus papeles en regla, ahora piensa en cursar una maestría y en sensibilizar a las instituciones para que los trámites sean más sencillos. Durante el proceso se ha enterado de que es la tercera persona trans en intentarlo en la Universidad Autónoma del Estado de Nuevo León, pero las otras dos no pudieron completarlo por falta de documentación.

Más de ocho años de trámites legales hacen que para tener su nueva cédula profesional, Rebeca sea paciente. Su título profesional está en trámite en la Secretaría de Educación Pública y está en espera de una respuesta favorable. Quiere estudiar una maestría y requiere de ambos documentos. Está a mitad del camino. Mientras tanto, tras hablar por un sinfín de minutos para recordar su experiencia, reflexiona: “Tienen que reconocer que existimos, que tenemos derechos y que hay que hacer algo”.


S U B I R

 

 

Además de la Universidad Autónoma de Nuevo León, la Universidad Veracruzana y la Universidad Autónoma de la Ciudad de México han expedido títulos en conformidad con la identidad de la persona. La UACM cuenta con un protocolo.

En Europa, recientemente en Irlanda y antes en Dinamarca y Malta, permiten a la persona transgénero o transexual mayor de 18 años obtener su documentación legal sin necesidad de peritajes médicos o psicológicos.

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