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Lenguaje sin filtros
Joaquín Guillén Márquez
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Así es como la pierdes,
Junot Díaz,
Random House Mondadori,
España, 2013.
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No imagino leer a Junot Díaz en un solo idioma. Lo digo como una de las máximas virtudes que encuentro en un autor: su facilidad para hacer click con el lector a través de la mezcla del inglés y el español es un elemento que me fascinó desde que me acerqué a los cuentos de Drown y sólo incrementó con La maravillosa vida breve de Óscar Wao. A Díaz hay que leerlo y disfrutarlo como uno de los narradores de su tiempo y circunstancia, aun si no somos dominicanos en Estados Unidos. Así es como la pierdes viene a reafirmarlo.
Mi primer acercamiento a Díaz se dio en las aulas de la Facultad de Filosofía y Letras, y debo admitir que eso no es algo común. Si bien la academia mexicana llega a tener intereses por la literatura chicana (por ahí está Cantar de espejos, de la UNAM), es más bien raro tener profesores que lean a Díaz más allá de ejemplificar qué es lo que escriben los chicanos. Quizá por eso atesoro tanto esas copias arrugadas de “Fiesta, 1980”, mi invitación de segunda mano para conocer a Yúnior, lo más cercano a un protagonista en la obra completa, y un aparente alter ego de Díaz.
Así es como la pierdes es una colección de cuentos, novela de una biografía imposible. Como sucede con el mismo autor, no importan las clasificaciones, lo que importa es la historia: Yúnior, a veces narrado y otras narrador, invita a un mundo amoroso lleno de errores y lamentos, sus relaciones afectivas van de lo patético a lo doloroso. La profecía del cuento “Así es como la pierdes” da una nueva luz a la soledad de los personajes y a su fin último: la búsqueda y aceptación de uno en el otro.
Hay una muy clara línea en Así es como la pierdes: la mayoría de los cuentos tienen el nombre de una mujer (algo que parte de la crítica literaria no ha pasado por alto) y nos cuenta una historia de amor cruda, sincera y fea que depende de la focalización del narrador: adolescente, adulto, a punto de comprometerse. Si, por ejemplo, en “El sol, la luna, las estrellas” nos encontramos a un junior que se disculpa a sí mismo con frecuencia, en “Guía del amor para infieles” existe un junior reflexivo, dispuesto a mostrar su lado creativo a través de sus relaciones. El lector deberá preguntarse, al final de este cuento, si lo que se pierde no sólo es el amor, siempre representado en la mujer, sino la inocencia y la identidad.
La identidad es una constante, aunque da (y refuerza) la idea de que siempre está determinada por el fracaso y los intentos que no deben realizarse. Díaz crea la identidad de sus personajes gracias a quienes son en sociedad y se definen gracias a otras personas. Por eso no es extraño ver en sus cuentos a madres subyugadas, latinas que pretenden ser gringas y narradores en primera persona que cuentan la historia de las personas que lo dejan.
Punto determinante en Díaz: su idioma no es inglés ni español, mucho menos spanglish. No ocupa su posición chicana para exaltar sus raíces ni enaltecer a los personajes: su lenguaje no tiene filtros.
De lo fantástico a lo intimista
Mariana Domínguez Batis
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Déjame que te cuente. Colección de cuentos 1980-2009,
Nedda G. de Anhalt,
Fondo de Cultura Económica,
México, 2013.
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Una vez que como lector se accede a la petición de Nedda G. de Anhaldt, el único camino posible es permitirse fluir en el torbellino de historias, personajes, mundos disímiles y fantásticos, en un sinfín de sucesos insólitos entretejidos por una narradora y lectora implacable, que dejarán en el interlocutor un regusto de satisfacción por haberse “dejado contar”.
Casi tres décadas de quehacer literario es lo que presenta la autora en la colección de narraciones breves Déjame que te cuente, en la que un abanico de voces narrativas, personajes y relatos muestran la evolución de Nedda como cuentista, hasta convertirla en una maestra del género.
En las primeras narraciones, correspondientes a los años ochenta del siglo pasado, se revela una escritora que explora el cuento, que experimenta, lo que también se imprime en sus protagonistas, ávidos de conocer nuevos paisajes y nuevos panoramas. Esta primera etapa se caracteriza por una gran frescura, por un manejo magistral del elemento sorpresa, que implica giros inusitados y finales vertiginosos.
La triada freudiana de erotismo, como equivalente de creación, el sufrimiento, ligado al psicoanálisis, y la pulsión de muerte, conviven en una constante tensión a lo largo de las historias de la literata, en donde el deseo, el dolor, la seducción, el crimen y la muerte interactúan en una dialéctica permanente.
Conforme se avanza en la lectura y en los años, el tono de los cuentos va de lo fantástico a lo intimista. Después de haber descubierto toda una gama de herramientas técnicas de escritura y de que sus personajes exploraron una gran variedad de territorios en forma expansiva –como una fuerza centrífuga–, la prosista da un giro centrípeto hacia lo intimista, hacia la mente de los protagonistas, e incluso a sus propios orígenes, que devuelven sus narraciones a su tierra natal: Cuba.
Como cubana, de tradición hebrea, formada en letras en Nueva York y nacionalizada mexicana, la también ensayista refleja en sus escritos una formación multicultural, rica en posibilidades. Sus personajes pueden pasear tanto en “guagua” por la vieja Habana, como en “pesero” para llegar al Waikikí en Ciudad de México, o contraer matrimonio bajo los más estrictos ritos judíos.
Las historias de amor no convencional son un tema que permea en la mayor parte de sus relatos, donde la pasión desmedida hacia una máquina puede enloquecer a su inventor, un can es capaz de quebrar la línea entre la vida y la muerte por seguir a su ama, o la atracción entre primos puede conducir hasta un pérfido crimen. El amor en todas sus formas, el amor que traspasa, el que desdibuja los límites...
La ironía, el ingenio, la reflexión y la maestría del lenguaje evidencian una curiosidad innata, apasionada del conocimiento, que desborda imaginación y referencias literarias, musicales, históricas y hasta científicas en todas sus narraciones, que en todo momento estimularán la mente de quien “se deje contar”.
Educación a distancia: alternativa pedagógica
Germán Iván Martínez
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Educación a distancia. Teoría y práctica.
Guía para el desarrollo curricular ,
Tania Morales Reynoso,
Universidad Autónoma del Estado de México,
México, 2012.
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Quizá como nunca, hoy la Tecnología de la Información y la Comunicación (TIC) ha cobrado importancia fundamental en el quehacer educativo. De manera particular, las Instituciones de Educación Superior (IES) se han visto en la necesidad de emplearlas cada vez más para estar, por una parte, a la vanguardia de los avances científicos, tecnológicos, técnicos, administrativos y organizacionales y, por otra, porque han visto en ella un medio esencial para atender las demandas crecientes de espacios educativos que la sociedad hace. La Educación Abierta y a Distancia (EAD) representa una alternativa para afrontar los retos de formación personal y profesional, actualización y capacitación para el trabajo en aquellas personas que no tienen la posibilidad, por diversos factores, de acceder presencialmente a una institución educativa.
La EAD es una alternativa a la educación formal. Permite introducir, modificar, innovar y transformar no sólo la enseñanza sino el aprendizaje y la evaluación a partir del uso de la TIC e internet. Al respecto, Rocío Martín-Laborda escribió, hace casi diez años, un artículo titulado “Las nuevas tecnologías en la educación”, en donde precisa los cambios que ha sufrido el escenario educativo. Se ha modificado, dice, el objeto de la enseñanza y los objetivos educativos, pero también lo han hecho los centros escolares y las formas pedagógicas. En otras palabras: se ha dado un cambio en lo que se enseña, en la manera como se enseña, en los sitios desde los cuales se enseña y en los propósitos mismos de enseñanza. De igual forma, debemos agregar que se ha transformado el aprendizaje gracias a la diversificación de métodos, técnicas, estrategias y recursos disponibles. El chat, los e-mails, los foros y las aulas virtuales, las video y audio conferencias, los sitios webs y los blogs, Facebook y YouTube, el acceso a e-books y bibliotecas virtuales, entre otras muchas cosas, constituyen ahora recursos importantes que posibilitan la enseñanza y el aprendizaje, al tiempo que apuestan por la flexibilidad, característica fundamental de esta modalidad educativa.
Educación a distancia. Teoría y práctica, es el título del libro más reciente de Tania Morales Reynoso. En él subraya que la EAD puede superar la mera transmisión de conocimientos y la simple resolución de problemas si no pasa por alto que el conocimiento es una construcción activa, individual y social, que parte de los saberes previos de los estudiantes para alcanzar aprendizajes significativos. A través de la EAD se pueden atender las diferencias y mitigar las inequidades, combatir el rezago educativo de los adultos, asegurar los procesos de formación profesional y capacitación pero, sobre todo, brindar una educación que puede ser de calidad si responde a las necesidades e intereses de los estudiantes, si atiende sus estilos, ritmos y propósitos de aprendizaje y, además, si cuenta con contenidos relevantes y pertinentes, esto es, si lo que se aprende tiene un vínculo con la realidad y resulta socialmente útil.
Las modalidades a distancia, nos deja ver Tania Morales, están teniendo gran impacto social pues amplían el alcance de nuestro sistema educativo, particularmente en la educación media superior y superior. Así, gracias a ellas ha sido posible incorporar a personas que han quedado fuera de la educación por factores como la masificación de las universidades, el trabajo, la distancia geográfica, el tiempo, etcétera.
Distintas universidades han empezado desde hace algunos años a incursionar en el diseño y la oferta de programas educativos a distancia, pues reconocieron en ésta una importancia estratégica. Se han dado cuenta que a través de la EAD no sólo se fomenta el uso de la tecnología como apoyo al proceso educativo, sino que es posible conformar un currículum y materiales de enseñanza y aprendizaje centrados en los productos, los procesos y la construcción colectiva de saberes.
En la EAD el educador es enseñante, asesor y tutor; también gestor del conocimiento, mediador, generador de hábitos y facilitador de los procesos de aprendizaje individuales y grupales. Por su parte, los estudiantes han de asumir un papel activo, desarrollar su propia capacidad de aprender y un espíritu crítico para hacer uso de materiales educativos (dispuestos en una plataforma tecnológica: sitio web, blog, etcétera) que se hallan integrados por programas de las asignaturas, antologías, textos digitalizados, guías de lectura, vínculos a páginas web relacionadas con la temática, biografías de autores, glosarios, videos, películas, documentales, ejemplos, experiencias, mapas, organizadores de la información, formas de representación del conocimiento, foros de discusión, etcétera.
Sin duda, las ies deberán explotar al máximo las ventajas que la ead tiene frente a la educación tradicional; educación reducida al aula, centrada en la exposición, el conocimiento y el maestro. Una educación que hoy sabemos obsoleta.
Escritura ejemplar
Raúl Olvera Mijares
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Ensayos,
Inés Arredondo,
FCE,
México, 2012.
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Los ensayos de un verdadero escritor pueden resultar tan reveladores y atrayentes como los mejores intentos de creación poética o narrativa. Con una producción más bien exigua, si sólo se considera los ensayos propiamente dichos, el aporte a la prosa temática o reflexiva por parte de Inés Arredondo (1928-1989) se ve complementado con sus notas sobre libros y autores, amén de unos cuantos apuntes autobiográficos, luminosos atisbos a una infancia transcurrida en una hacienda azucarera que administraba su abuelo. Cierra el volumen la tesis de maestría que presentara en la Universidad Nacional en 1972, un trabajo sobre Jorge Cuesta que acusa un fuerte rigor académico. Primera mujer de Tomás Segovia, Inés Arredondo cultivará la traducción y la crítica literaria a manera de una gimnasia. Fue miembro de la llamada Generación de Medio Siglo, gran amiga e interlocutora de escritores como Juan García Ponce, Salvador Elizondo, Juan Vicente Melo y algunos otros.
Volumen misceláneo, fruto de un rescate y compilación de una serie de textos dispersos que habían visto la luz, cuyo interés y valor rebasan los tópicos de una época y sugieren un significado más hondo y perdurable. Reunidos acaso con demasiada premura, gracias a la intervención de la profesora del ITAM, Claudia Albarrán Ampudia, no libres de ciertos detalles en nombres propios y voces extranjeras (se van varias erratas en latín al citar a Winckelmann e incluso una en “Canto a un dios mineral”, el poema de Jorge Cuesta que se ofrece en versión integral), los textos reflexivos de Inés Arredondo constituyen no sólo un homenaje a la egregia cuentista sino un testimonio de una época. Es dudoso que las ulteriores generaciones literarias hayan alcanzado hitos tan señeros y límites tan extremados tanto en la creación como el análisis.
Inés Arredondo escribió pocos artículos periodísticos y emprendió un solo trabajo académico de cierta envergadura, pero tenía todo para esperar de ella los mejores logros, sólo comparable a Elena Garro (quien en ciertos rubros, como son el teatro y la novela, la supera con creces). Hay, sin embargo, una nota en que sobresalía Arredondo: la penetración conceptual en el análisis, ya sea el largo y laborioso discurso cuasi filosófico, o bien el comentario breve, hecho de paso, lleno de espontaneidad, sentido común, malicia e intuición. Mejorable en esos detalles nimios , como son el par de errores de imprenta (responsabilidad por igual de los editores y revisores técnicos), la lectura de estos textos es en sí misma una escuela para aquel que se empeñe en la escritura, sin importar que sea para cultivar la ficción o la llamada no ficción. El estilo sugerente, elusivo, que deja ver un temperamento sensible y acucioso, plasmado en estos textos se convierte en un verdadero deleite, sobre todo para el escritor que, siempre y ante todo, es un atento, asiduo y agradecido lector.
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En medio de extrañas víctimas,
Daniel Saldaña París,
Sexto Piso,
España, 2013.
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Respecto de ésta, la primera novela de Saldaña París –narrador, editor, antologador y multibecario mexicano–, dicen los editores que “con buen humor pero sin concesiones, la incomprensión que los personajes sienten ante un mundo que constantemente les recuerda, no siempre de las formas más sutiles, su incapacidad y su medianía, es dejada al descubierto por el autor con una prosa que avanza a un ritmo furibundo”. Serán los lectores quienes determinen si hay el suficiente santo para tanto nicho, pues los editores añaden que la prosa del autor está “meciéndose a lo largo y ancho de todo el idioma español”. Empero, es evidente que, con menos de treinta años de edad –es decir, con bastante antelación a la edad que, de acuerdo con muchos, hace posible la escritura de una novela que no merezca el calificativo de “bisoña”– Saldaña posee un aliento narrativo y un arsenal de recursos estilísticos lo suficientemente amplios para cualquier osadía novelística.
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El espíritu de mis padres sigue subiendo en la lluvia,
Patricio Pron,
Mondadori,
México, 2012.
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En materia de elogios, no hay nada tan aconsejable como la más intensa de las desconfianzas: si los ditirambos cuartaforreros de las novelas de cuño reciente, escritas por autores de cuño ídem, fueran todos verdad absoluta, cada semana tendríamos novísimos Cervantes, Semprunes, Rulfos, Onettis… De esta novela del argentino Pron se han dicho, entre otras magnificencias, las siguientes: “ponga el lector en la mejor estirpe los grandes nombres que prefiera […] pero, imagine al escritor que imagine, junto a él estará Pron, con todo derecho”; “Pron debería ser un referente inexcusable en la narrativa en español del nuevo siglo”; “lo que está haciendo con su obra […] es reinventar la narrativa en castellano, contar cosas que nunca se contaron antes en nuestra lengua”. Como siempre, diga el lector si lo leído da para tanto y, entretanto, aquí está la quinta novela de este autor que, a sus casi cuarenta años, goza de un encomio crítico aún por justificar.
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