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Antonio Soria
Once veces once
Entre los onces más célebres cuéntase
la oncena de los futboleros equipos
pero también, menos prosaica la cosa y
harto más sicalíptica, están las once mil
vírgenes –a pesar de la muy pertinente
pregunta que alguien hizo alguna vez:
“pero, ¿de veras alguna vez hubo once
mil vírgenes?”–, y también los once mil
falos de los que Apollinaire hablaba
–vaya uno a saber si nomás de oídas.
Hay de onces a onces, y algunos
ponen a pensar en que “once” en
español significa diez más uno,
mientras en inglés significa “una vez”, u
“ocasión”, y que “eleven” en inglés
significa “once”, pero en español es el
presente subjuntivo de la segunda y la
tercera persona del plural -“que
ustedes eleven, que ellos eleven”–, así
como el imperativo del segundo caso
–“eleven ustedes”–, de modo tal que si
quisiéramos decirlo en espánglish,
bien podría leerse así: “eleven eleven”,
es decir, la orden que se le da a un
ustedes para que “suban once”, pero
también algo así como “once elevados”,
e incluso “suban suban”, aunque no se
sepa qué cosa hay que subir; pero si
ponemos “once elevados” querríamos
quizá decir “una vez elevados”, y si
dijéramos, en fin, “eleven once”, un
hablante de espánglish entendería que
se repite en dos idiomas aquello del
diez más uno, mientras que uno del
español entendería que se está dando
una orden bastante peregrina.
Seguro que un gringo no entendería
nada porque ya se sabe cómo son
de sonsos. A lo mejor si se juntan entre
once... |