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Luis Tovar
@luistovars
En la pupila de los que miran
La voz del ojo I
Mi defecto como cineasta es ser esencialmente fotógrafo.
Invento por medio de imágenes, no por medio del verbo.
Rubén Gámez, director
Considerada por muchos teóricos como la más joven de las bellas artes –opinión que este juntapalabras no puede sino compartir–, además de su propia historia la cinematografía tiene, como es claro para algunos y absolutamente desconocido para otros, una especificidad en tanto disciplina profesional, un sustento teórico alimentado por diversas materias –iconología, semiología, psicología, narratología y un largo etcétera–, y un sustrato plástico, visual, iconográfico, del cual los cinefotógrafos son acaso el primero y más determinante portador/desarrollador/transmisor para las futuras generaciones de mirantes, es decir, tanto quienes elaboran esa mirada como quienes, a golpe de reiteración, irán asimilándola como suya.
La voz del ojo II
“El fotógrafo va dando una serie de elementos que comienzan a relacionarse con la idea que uno tiene y ese es el punto de partida: encontrar la imagen común del guión. […] Lo peor que puede hacer un director es imponer sin trabajar. Eso no lleva a nada. Hay que concertar con los elementos creativos, porque trabajas con gente que propone.”
Armando Casas, director.
Sin lugar a dudas, cuando Emilio Mallé dio inicio a los de seguro ingentes esfuerzos que, a la larga, desembocarían en su más reciente filme, titulado Miradas múltiples, la máquina loca (México, 2012), el documentalista y ficcionalista tuvo bien claro que, no obstante la naturaleza encomiástica a favor del –por supuesto– muy encomiable y mítico cinefotógrafo mexicano Gabriel Figueroa que tendría el filme, éste bien podría terminar siendo, en clave cinematográfica, un pequeño y valioso tratado sobre la luz, la mirada y la imagen.
La voz del ojo III
Godard decía que el cine es una realidad a 24 cuadros por segundo… quizá, pero en realidad es mentir todo el tiempo a 24 cuadros por segundo. Toda historia es una manipulación.
Ken Burns, fotógrafo.
Así sucedió: con la brevedad de aquello que se describe bien pero al mismo tiempo con la minuciosidad de aquello que conviene diseccionar hasta el detalle más pequeño; con la intensidad que impregna el relato de aquello que apasiona, por ser la profesión que se ejerce pero también en virtud de una forma personalísima de relacionarse con el mundo; con la profundidad de aquello que, por todo lo anterior, se conoce tanto a nivel teórico como en la práctica, Miradas múltiples observa de frente, de lleno y sin subterfugios, a la pupila de ésos que, dedicados esencialmente a mirar, a lo largo de los últimos casi ciento veinte años han sido los artífices, inspiradores, causantes o responsables de buena parte del modo en que hoy en día miramos, recordamos e imaginamos esa cosa inaprensible que, por afán de economía ontológica, llamamos realidad.
La voz del ojo III
No tenemos más remedio que tratar a todas estas imágenes en movimiento que vienen a nosotros como un lenguaje. Tenemos que ser capaces de entender lo que estamos viendo.
Martin Scorsese.
De acuerdo con ciertas corrientes filosóficas, el mundo no es sino aquello que miramos, e incluso menos que eso –o más, según se vea–: el mundo resulta ser, apenas, aquello que somos capaces de poner en palabras. Si éstas –y siguiendo a Scorsese– pueden consistir, como de hecho sucede, y en estos tiempos de manera preponderante, en imágenes móviles que se concatenan de modo sintagmático para enunciar un mensaje susceptible de ser entendido, es preciso hacerse de las herramientas que permitan la asimilación completa del discurso icónico cinematográfico.
La voz del ojo IV
No creo que cualquier fotógrafo pueda trabajar con cualquier director. Realizas una especie de selección magnética con tu forma de trabajar; al igual que llevas una trayectoria propia, descubres a otras personas que llevan esa misma dirección.
Vittorio Storaro.
Sobre cuestiones así versa ese documental estupendo llamado Miradas múltiples, en el que dice lo que sabe una nómina impresionante de cinefotógrafos. De eso mismo y algunas cosas más habla, por su parte, el magnífico número 30 de la revista Cine Toma –a la que, por cierto, le vendría muy bien una distribución menos clandestina–, de donde provienen las citas aquí vertidas.
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