Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Domingo 4 de agosto de 2013 Num: 961

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Jorge Humberto Chávez: Road Poet
Marco Antonio Campos

José Luis Martínez: El trato con escritores
y otros estudios

Adolfo Castañón

Los nombres en Tolstói
Alejandro Ariel González

Los Tolstói serbios
Ljubinka Milincic

Tolstói en su
prosa íntima

Selma Ancira

Reflexiones de un traductor de Tolstói
Joaquín Fernández-Valdés
Roig-Gironella

Una familia internacional
Irina Zórina

Narrar el umbral:
La muerte de Iván
Ilich
de Lev Tolstói

Maria Candida Ghidini

Leer

Columnas:
Bitácora bifronte
Ricardo Venegas
Monólogos compartidos
Francisco Torres Córdova
Mentiras Transparentes
Felipe Garrido
Al Vuelo
Rogelio Guedea
La Otra Escena
Miguel Ángel Quemain
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Las Rayas de la Cebra
Verónica Murguía
Cabezalcubo
Jorge Moch
Galería
Roberto Gutiérrez
Cinexcusas
Luis Tovar


Directorio
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Luis Tovar
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Wroclaw XIII (I DE II)

Bróswaf sería la pronunciación aproximada del nombre que da título a estas líneas, y corresponde a una ciudad mediana en tamaño y enorme en belleza, ubicada al suroeste de Polonia. En ella, por octava ocasión, tuvo lugar el Festival Internacional de Cine Nuevos Horizontes –las cinco primeras ediciones fueron realizadas en otra sede, antes de que la empresa de telecomunicaciones T-Mobile se convirtiera en su principal auspiciador–, con cuyo director, el también productor cinematográfico Roman Gutek, pudo conversar este juntapalabras.

Entre lo mucho que Gutek pormenorizó destacan algunos aspectos que estaría bueno copiar, tal cual, con el fin de mejorar en estos rumbos nuestros en materia educativa, festivalera y de exhibición: en opinión de Gutek, Bróswaf merecía más que sólo un buen festival internacional de cine, por lo que la Asociación Nuevos Horizontes trabajó para transformar un viejo multiplex en una casa de cine de arte –el cine Nuevos Horizontes, con tres pisos de salas y tres salas en cada piso–, en la cual naturalmente tiene sede el festival, pero mucho más que eso: además de organizar otro evento, denominado Festival de Cine Americano, ahí tienen lugar lecturas y exhibición de cine polaco para unos cuatrocientos estudiantes convocados por la Academia Polaca de Cine, mientras una cifra similar ha tomado clases de historia mundial de la cinematografía, a los que se suman unos seiscientos estudiantes matriculados en los cursos regulares de Nuevos Horizontes de Educación Fílmica, más la exhibición de clásicos animados polacos para niños en etapa preescolar. No es todo: es aquí, también, donde se exhibe la transmisión directa de la Metropolitan Opera, se organizan conciertos y performances, y naturalmente se cuenta con una librería especializada. En sus primeros diez meses de existencia, todas las salas dedicadas al cine de arte, todo el tiempo, este atípico multiplex ha recibido un total de 315 mil espectadores, es decir, más de mil diarios. Entre otras lecturas, esto tiene la siguiente: existen mecanismos y estrategias de distribución y exhibición que, sin perder de vista el flanco económico, hacen sustentable una empresa así –Nuevos Horizontes es iniciativa privada– y, más importante aún, es mentira que solamente los megabodrios costosísimos/choteadísimos/recicladísimos, hollywoodenses o no, meten público a las salas, ya sea en Polonia, en México o donde sea.


Nuevos Horizontes

(Paréntesis al respecto: en Polonia existen apoyos a la cinematografía muy similares a los establecidos en México, administrados por el Imcine, con la diferencia fundamental de que, allá, el apoyo está condicionado a que la producción postulante tenga al menos una carta de intención de una compañía distribuidora. Conocido que es nuestro cuello de botella, vale la pena darle una repensada al asunto.)

El todo y los detalles

En materia de contenido y formato, el Nuevos Horizontes comparte características con muchos festivales en todo el mundo: una sección principal en competencia, en este caso internacional; otra de cortometrajes polacos; otra denominada Panorama –fuera de competencia, internacional, contemporánea– y varias más, así como proyecciones especiales, entre las que destacó la exhibición gratuita, al aire libre, de la copia restaurada, remasterizada digitalmente y hecha en alta resolución, de Pan Tadeusz, filme silente de 1928 dirigido por Ryszard Ordynski, que es un clásico fundamental no sólo para la cinematografía polaca –su tema es la historia épica del héroe nacional Adam Mickiewicz–, sino para el cine mundial.

Dicen por ahí que la personalidad está en los detalles –y en este caso también la maravilla, cabe añadir. Pequeños pero importantes, he aquí algunos: para entrar a una función no sólo se puede sino es preciso, vía online, sacar boleto previamente al arribo al cine –hay taquillas, pero dicen “último minuto” y, sólo si hay suerte, uno encuentra boleto porque las salas se llenan–, al recinto se entra sólo si el boleto o el gafete es reconocido por escáner en el sistema del festival, lo que impide duplicaciones u obtención de entradas luego inutilizadas, y no puede uno acceder con comida ni tampoco tarde: empezada la función, las puertas se cierran y a uno nunca le toca ver los primeros diez minutos salpicados de siluetas.

No cabe esperar menos de un país con tan fuerte tradición cinematográfica como Polonia, de cuyo cine actual, así sea mínimamente, se hablará aquí más adelante.

(Continuará)