Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Domingo 10 de febrero de 2013 Num: 936

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

El misterio de la escritura
Mariana Domínguez Batis
entrevista con Vilma Fuente

Marcel Sisniega: literatura, cine y ajedrez
Ricardo Venegas

Eduardo Lizalde:
cantar el desencanto

José María Espinasa

Rubén Bonifaz Nuño,
la llama viva

Hugo Gutiérrez Vega

El naufragio de la cultura: educación
y curiosidad

Fabrizio Andreella

El espectáculo
del presente

Gustavo Ogarrio

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Columnas:
A Lápiz
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La Jornada Virtual
Naief Yehya
Artes Visuales
Germaine Gómez Haro
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Paso a Retirarme
Ana García Bergua
Cabezalcubo
Jorge Moch
Prosaismos
Orlando Ortiz
Cinexcusas
Luis Tovar


Directorio
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Germaine Gómez Haro

Arte africano y el modernismo en Nueva York

El estallido de la primera guerra mundial significó una vuelta de tuerca para el devenir del arte moderno y de las vanguardias cuando París, centro neurálgico de la creación y del mercado del arte desde el siglo XIX, cede la estafeta a Nueva York, la joven urbe de hierro ávida de transformarse en la capital mundial del modernismo. El año de 1913 marca una fecha crucial a partir de la Exhibición Internacional de Arte Moderno, acontecimiento revolucionario mejor conocido como el Armory Show, que fue la punta de lanza del intercambio comercial y artístico entre el Viejo y el Nuevo Mundo, y a partir del cual numerosas galerías abrieron sus puertas en Nueva York, propiciando en la pujante burguesía el gusto por el coleccionismo y el mecenazgo.

Es durante estas primeras décadas del siglo XX cuando Occidente modifica radicalmente su mirada hacia el arte africano, hasta entonces considerado meramente objeto de interés etnográfico. Es bien conocido el papel decisivo que jugaron en esta trasformación los artistas de las vanguardias, como Picasso, Dérain y Matisse, entre muchos otros. Fueron ellos quienes, alrededor de 1905, encontraron en las formas audaces del arte africano una fuente de inspiración sin precedentes que los llevó a aventurarse en un lenguaje expresivo inédito. Menos conocida quizás es la circunstancia en la que el arte de África fue introducido al Continente  Americano vía Nueva York, coincidiendo de manera fundamental y fundacional con el despegue del movimiento modernista en esta región. Precisamente a este período entre 1910 y 1920 está dedicada la magnífica exposición que se presenta actualmente en el Museo Metropolitan de Nueva York, titulada Arte africano, Nueva York y la vanguardia, una pequeña muestra que resulta una joyita por la invaluable recopilación historiográfica, así como por la recuperación de obras de esos años que se encontraban indocumentadas y que ahora, presentadas en su contexto original, arrojan información luminosa acerca de esa década de gestación del arte moderno en América.

La exposición reúne objetos escultóricos africanos, pintura y escultura de artistas de la vanguardia europea, y algunos ejemplos de los noveles estadunidenses quienes, bajo el influjo de ambas tradiciones estéticas, fueron motivados a desarrollar una expresión propia basada en sus raíces afroestadunidenses, también impulsados por el reciente movimiento conocido como el Harlem Rennaissance. El célebre fotógrafo y promotor de arte, Alfred Stieglitz, jugó un papel fundamental a través de su galería 291 ubicada en la Quinta Avenida, en la que organizó la primera exposición dedicada a objetos africanos, presentados como obras de arte al lado de dibujos de Picasso y Braque, lamentablemente bajo el controvertido y desafortunado título de Estatuaria en madera de los salvajes africanos: la raíz del arte moderno. A partir de entonces entra a cuadro otro personaje fascinante y medular en al devenir del arte moderno en Nueva York en esos años: el mexicano Marius de Zayas (Veracruz, 1880-Stamford, 1961), figura crucial que ocupa un lugar destacado en esta exposición.

Como bien lo subraya la curadora de la muestra, además de su notable oficio de caricaturista y cronista social que le dio renombre, la participación de De Zayas como crítico, curador y promotor del arte moderno europeo en Nueva York fue determinante en este período, para establecer lazos con los más relevantes artistas que conoció en París a lo largo de diferentes viajes realizados con el propósito de conseguir obras para la galería de Stieglitz, con quien formó una genial mancuerna. En 1915 abrió su propia galería, laModern Gallery, y más adelante la De Zayas Gallery,donde expuso obras de Modigliani, Van Gogh, Brancusi, Toulouse-Lautrec, Picasso, Cézanne, Picabia, y donde presentó, en 1916, una exhibición de pintura cubista de Diego Rivera, cuyo lienzo La terrasse du café se incluye en la presente muestra. Tras una fecunda participación en el surgimiento de la vanguardia neoyorquina, De Zayas se retiró a un castillo cerca de Grenoble y años después escribió un documento en formato epistolar a su amigo Alfred h. Barr –primer director del Museo de Arte Moderno de Nueva York– que hoy resulta una pieza clave para comprender y aprehender estos años de lanzamiento y consolidación del arte moderno: Cómo, cuándo y por qué el arte moderno llegó a Nueva York.

Muy lejana a las colosales exhibiciones blockbusters que presentan los grandes museos neoyorquinos, esta es una muestra de pequeño formato y profundo contenido que ilustra profundamente, desde la perspectiva visual y teórica, el primer capítulo de la historia del arte moderno en América.