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Francisco Torres Córdova
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José Antonio Michelena
“Soy lo que quise ser”
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Taibo II: El Álamo no fue como te lo contaron
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Dickens, Galdós y
las traducciones
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Felipe Garrido
Sabinos
Usted puede creerlo o no creerlo, contarlo o no contarlo, dar fe o no dar fe de lo que voy a decirle, pero a mí, palabra por palabra me lo relató el abuelo y yo no soy quien para dudar de lo que me dijo, así que yo se lo paso al costo y ya usted sabrá. Resulta que en el pueblo donde tiene usted su casa, como acá decimos, en el arroyo, a la sombra verde de los sabinos, allí se bañan las mujeres, por las tardes. Las viejas llegan con las tetas al aire, y las muchachas con faldas y huipiles que el agua les arrima. Y un día cualquiera, hace tiempo, me dijo el abuelo, cuando el sol ya se metía, una de ellas algo oyó que decían los sabinos y se fue a buscarlo sin avisar a las demás. Desapareció. Nunca se supo más de ella. Desde entonces, por las tardes, a veces, en el arroyo, cuando se escucha que murmuran los sabinos, las mujeres, las viejas y las muchachas, todas salen del agua y corren y se tapan las orejas y gritan porque no quieren oír esa voz |