Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 5 de diciembre de 2010 Num: 822

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Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

Tonantzin-Guadalupe
en Alemania

JUAN MANUEL CONTRERAS
entrevista con RICHARD NEBEL

Toledo el humorista
RICARDO GUZMÁN WOLFFER

Toledo y Kafka: informe para una academia
ANTONIO VALLE

Francisco Toledo:
primeros 70 años

GERMAINE GÓMEZ HARO

El paisaje abismal de Toledo
FRANCISCO CALVO SERRALLER

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Las lecciones de Rapa Nui (II Y ÚLTIMA)

DEFORESTACIÓN

Análisis del polen realizados en la Isla de Pascua han determinado que en el pasado estuvo cubierta por una selva subtropical con enormes árboles y palmeras que llegaban a tener 2 metros o más de diámetro. Las palmeras proveían una savia dulce que podía fermentarse para producir licor, azúcar o almíbar; asimismo daban nutritivas nueces de palma. Como en otras regiones las hojas podían usarse para hacer canastas, techos y velas para canoas. La corteza se usaba para fabricar cuerdas y los troncos podían ser usados para fabricar canoas, escaleras, palancas, andamios y rodillos, herramientas indispensables para fabricar y transportar las enormes esculturas o moais. Los colonos cortaron árboles inmoderadamente y provocaron una deforestación que ya era total cuando llegó el expedicionario Roggeveen en 1722. Hoy en la isla no hay un solo árbol que haya sobrevivido de aquel tiempo. La tala descontrolada y la plaga de ratas que llegó con los colonizadores (que mordisqueaban las nueces de palma y las volvían inservibles) propiciaron el caso más extremo de destrucción forestal en la zona y uno de los más graves del planeta. La tierra se erosionó y la población, cada vez más desesperada, fue agotando sus pobres recursos, hasta no tener mucho más que ratas para comer. Los isleños no tuvieron más opción que entregarse al canibalismo.

EL DECLIVE DE LA DIETA

Los isleños se alimentaban de tubérculos, plátanos, caña de azúcar y pollo. Inicialmente contaban en su dieta con las aves locales, pero exterminaron rápidamente a las seis especies terrestres y eliminaron o ahuyentaron a las veinticinco marinas (un número extraordinario que había elegido hacer su nido ahí debido a que no había depredadores hasta la llegada del hombre). En ninguna otra isla del Pacífico tuvo lugar un extermino semejante. El agua del océano alrededor de la Isla de Pascua es más fría que alrededor de la mayoría de las otras islas polinesias y, por lo tanto, no hay arrecifes de coral cercanos que puedan proveer pescado (mientras en Fiji hay más de mil especies marinas, en Pascua hay apenas 127) o mariscos. También comían focénidos o marsopas y delfines, pero al quedarse sin canoas útiles para ir mar adentro perdieron la posibilidad de pescar delfines, o atún u otros peces grandes. El agua no abundaba debido a las pocas lluvias y a la naturaleza porosa del suelo que hace que el líquido penetre en el suelo rápidamente. Por tanto, los nativos bebían regularmente jugo de caña, lo cual provocó una epidemia de caries incomparable.

EMISARIOS DE LOS DIOSES

Como en cualquier otro régimen teológico primitivo, los jefes y sacerdotes aseguraban tener una relación privilegiada con los dioses, con los cuales presumían tener comunicación y así pedir prosperidad a cambio de adoración, rituales y sacrificios, pero más que nada respeto por el poder de sus emisarios en la tierra. Probablemente el deterioro de las condiciones de vida provocó que los líderes exigieran construir más moais y de mayor tamaño, tanto por la ilusión de complacer a los dioses como para mantener al pueblo ocupado y ganar tiempo. Pero, para finales del siglo XVII, el hambre, el descontento y el agotamiento de los recursos desencadenó el colapso y la desintegración de la sociedad. Varios líderes militares se levantaron en armas, derrocaron a los jefes, destruyeron la estructura política y desataron una devastadora guerra civil en la que bandos rivales se asesinaban frenéticamente con puntas de obsidiana. Los clanes dejaron entonces de erigir moais para dedicarse a derribar y, de ser posible, romper los moais de sus enemigos. Así, a diferencia de otros pueblos cuyas obras fueron destruidas por los colonizadores, en Rapa Nui los nativos destruyeron sus obras y el legado de sus ancestros.

LAS CATÁSTROFES DE UN PUEBLO

Pero si la situación de los nativos de la Isla de Pascua a la llegada de los europeos era lamentable, los recién llegados no hicieron más que empeorar las cosas al desatar tragedias de proporciones apocalípticas. Los europeos trajeron varias epidemias devastadoras de viruela; entre 1862 y 1863 naves peruanas secuestraron alrededor de mil 500 isleños (la mitad de la población) para venderlos como esclavos para las minas de guano. Los sobrevivientes fueron sometidos a condiciones infrahumanas por europeos y chilenos. En 1872 quedaban sólo 111 sobrevivientes. No fue sino hasta 1966 en que se les dio la nacionalidad chilena.

LA ÚLTIMA PALMERA

Como señala Diamond, resulta difícil imaginar lo que pensó la persona que cortó el último árbol de la isla. En el anacrónico (aunque bien intencionado) filme Rapa Nui (Kevin Reynolds, 1994) se incluye precisamente una secuencia donde un clan corta la última palmera de la isla ante la desesperación del protagonista. Lo ocurrido en Rapa Nui es un aterrador modelo de lo que espera a las civilizaciones que son dirigidas por líderes enloquecidos por el poder, el despilfarro y la superstición. Los paralelos son evidentes entre aquella sociedad primitiva (con tan mala dentadura como la nuestra) que logró destruir su medio ambiente armada únicamente con herramientas de piedra, y nuestra civilización que, equipada con incontables portentos tecnológicos, es en gran medida responsable de la extinción masiva de especies que está teniendo lugar ante nuestros ojos; de la destrucción de ecosistemas en todo el planeta y del calentamiento global que amenaza con diezmar la vida del planeta. Las diferencias entre nuestro mundo globalizado y el universo de los nativos de Rapa Nui son muchas, pero tenemos en común que, como ellos, vemos el cataclismo en ciernes y seguimos cortando la última palmera.