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Germaine Gómez Haro
Joyas de la pintura colonial en Madrid
La colección de pintura de la monarquía española que se encuentra hoy en día bajo el resguardo del Museo del Prado y Patrimonio Nacional es una de las más ricas del orbe. A través de estas colecciones –especialmente la reunida en El Prado– se puede recorrer buena parte de la historia de la pintura en Europa desde el siglo XV hasta el XIX. Extrañamente, no se puede decir lo mismo respecto a su acervo de la pintura producida en los virreinatos de América. Diversas colecciones en España tienen piezas importantes de artes decorativas y aplicadas, cerámica, objetos arqueológicos, inclusive obras magníficas de arte popular, pero curiosamente –con excepción del Museo de América–, no cuentan con una destacada colección de pintura y escultura coloniales, aun cuando México y Perú llegaron a ser importantes centros productores de estas artes.
Por primera vez se presenta en Madrid una ambiciosa exposición que muestra el proceso de inicio y consolidación de la pintura en América a través de diálogos y correspondencias entre los artistas novohispanos y las pinturas que llegaban desde Europa. Varios artistas europeos que viajaron al Nuevo Mundo fueron piedra de toque en el desarrollo de la pintura virreinal, y sus enseñanzas de los cánones y modelos en boga en esos años en el viejo mundo determinaron el surgimiento de una pintura mestiza que realmente alcanzó unos niveles excelsos, aunque, a decir verdad, tal vez hasta ahora no se le había dado su justo reconocimiento en España. Vale la pena reproducir una fracción del texto publicado por la historiadora del arte española Estrella Diego en el suplemento Babelia del diario El País (6/XI/2010): “Es obvio el desconocimiento que nuestra cultura ha tenido durante décadas hacia los acontecimientos americanos y hasta la resistencia a reconocer esos vínculos, una relación disfuncional que ha fluctuado entre cierta negación y un ardor patriótico trasnochado de ‘rutas imperiales’ y sueños colonialistas desde una ‘madre patria’ maltrecha hacia los ‘países hermanos’, sueños fuera de lugar como cada detalle de nuestra historia en un siglo XX encallado en lo pretérito. Quizás la misma disfuncionalidad histórica española sea la que ha propiciado la aceptación tardía de estas extraordinarias herencias culturales.”
Cristóbal de Villalpando |
Tomando en cuenta esta lúcida observación, resulta casi un triunfo ver por fin ejemplos soberbios de nuestro arte colonial en los muros de la magnífica nueva ala del Museo del Prado y en las majestuosas salas del Palacio Real de Madrid en la exposición Pintura de los reinos. Identidades compartidas en el mundo hispánico, título por demás revelador del espíritu de la muestra comisariada por el destacado historiador del arte inglés Jonathan Brown –máxima autoridad en Velázquez– quien, a su vez, ha sido desde hace décadas un profundo admirador del arte latinoamericano. La muestra reúne 120 pinturas provenientes de diversas latitudes, entre las que se encuentran tres de los biombos mexicanos más espectaculares: Encuentro de Cortés y Moctezuma de Juan Correa (Colección Banamex), Los cuatro elementos (anverso)/Las artes liberales (reverso) del mismo autor (Colección Franz Mayer) y Escenas de la Conquista de México (anverso)/ Vista de la Ciudad de México (reverso), una prodigiosa obra anónima que se ha visto en pocas ocasiones por pertenecer a una colección privada. El guión museográfico está perfectamente articulado para mostrar al espectador la relación entre los pintores españoles y sus homónimos de las tierras vecinas –en particular los Países Bajos y Nápoles, que por entonces formaban parte de la monarquía española–, y la influencia que ejercieron sobre los artistas de los virreinatos, toda vez que se destaca el desarrollo de estos últimos y su paulatina consolidación de un estilo y de una iconografía locales que otorgan a la pintura colonial un carácter propio e independiente.
El gran logro de esta muestra es el rescate del lenguaje común entre los diferentes protagonistas y el empeño del curador en resaltar las diferencias y peculiaridades, a partir de un riguroso análisis del fenómeno del mestizaje cultural en la pintura virreinal desde mediados del siglo XVI hasta fines del XVIII. Se hace patente la gama de lenguajes locales generados a partir de la imitación, apropiación y reinterpretación que alcanzaron un alto grado de sofisticación en artistas como los mexicanos Cristóbal de Villalpando, Juan Correa, Miguel Cabrera, José Juárez, Baltasar de Echave Rioja y Echave Ibía, así como los peruanos Diego Quispe Tito y Basilio Santa Cruz Pumacallao y hermosas obras anónimas de las Escuelas de Quito y Cuzco. Esta exposición fue organizada en combinación con Fomento Cultural Banamex como parte de las celebraciones patrias en el extranjero.
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