Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 20 de junio de 2010 Num: 798

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

La reforma migratoria y las elecciones en Estados Unidos
RAÚL DORANTES Y FEBRONIO ZATARAIN

Colombia: las causas del sufrimiento
JOSÉ ÁNGEL LEYVA entrevista con JORGE ENRIQUE ROBLEDO

El sector cultural: entre la parálisis y los palos de ciego
EDUARDO CRUZ VÁZQUEZ

Discurso a Cananea
CARLOS PELLICER

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Columnas:
Jornada de Poesía
JUAN DOMINGO ARGÜELLES

Paso a Retirarme
ANA GARCÍA BERGUA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

La Jornada Virtual
NAIEF YEHYA

A Lápiz
ENRIQUE LÓPEZ AGUILAR

Artes Visuales
GERMAINE GÓMEZ HARO

Cabezalcubo
JORGE MOCH


Directorio
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Catequismo ilegítimo (II DE III)

Al indagar por qué un canal de televisión transmite a diario proselitismo religioso, concretamente católico a pesar del laicismo en los medios masivos que la ley ordena desde la Constitución misma y en específicos preceptos que atañen a los contenidos permitidos para señales de televisión, surgieron preguntas incómodas que alambicaron en el ya clásico –exotérico y previsible, en un régimen de derechas recalcitrantes– laberinto de excusas y desvíos, silencios ominosos y una que otra indignación burocrática. María Visión, canal de furibunda catequesis católica, propiedad del empresario televisivo Emilio Burillo Azcárraga (emigrado a España) pero que desde el feudo arzobispal de Juan Sandoval Íñiguez, en Guadalajara, despliega por medio de sus conductores –algunos de ellos miembros de la clerecía predicando sin tapujos, con toda su parafernalia de imágenes y ritos– mensajes contrarios, por ejemplo, a políticas federales de salud y de educación, transmite su señal ininterrumpidamente al amparo de un cómodo cobijo por parte de funcionarios de laya diversa que, en lugar de hacerle respetar la ley, la ocultan a los husmeos de un periodístico metiche y la amparan. Nadie en la Secretaría de Gobernación ha sido capaz de responder las importunas preguntas de este escribidor acerca de por qué se permite a María Visión llevar el culto católico en varias de sus modalidades –prédicas, rezos, instrucción religiosa, eucaristías y en general una nutrida y predecible liturgia– a un medio masivo de comunicación, violando flagrantemente el artículo 24 Constitucional y su ley reglamentaria y, de manera más específica, el artículo 16 de la Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público. Puesto a investigar la cuestión de los permisos, este columnista encontró que antes de que la Secretaría de Comunicaciones y Transportes otorgue una concesión a un canal, debe recibir una opinión calificadora por parte de la ya mencionada Secretaría de Gobernación. Cuestionado por teléfono al respecto, Humberto Villagrán Paz, subdirector de normas y sanciones de la dirección de normatividad adscrita a la Dirección General de Asociaciones Religiosas de la Secretaría de Gobernación, evitó confirmar si el documento fue remitido por la oficina a su cargo. Al preguntársele si tenía conocimiento de las irregularidades en el contenido de la señal de María Visión, el funcionario, evidentemente incómodo, zanjó el asunto asegurando que no tenía modo de obtener esa información de inmediato. Puesta entonces sobre la mesa la cuestión de que el catecismo en televisión es ilícito según la normatividad vigente, el señor Villagrán insistió en que quizá se trata sólo de programas de opinión y entonces la oficina a su cargo no tendría nada que decir al respecto. Al comentársele que en ese mismo instante la parrilla de María Visión ofrecía el título El santo sacramento, el señor Villagrán, por decirlo sin adjetivos, me remitió a otra dependencia. Entonces, luego de buscar y buscar, encontré que el encargado de la oficina que revisa las concesiones que hace la SCT es Omar Herrera, director general de política de telecomunicaciones y radiodifusión. Habiéndole expuesto las mismas inquietudes que compartí con el señor Villagrán de la Segob, el señor Herrera ofreció amablemente proporcionar la información requerida si lo volvía yo a llamar poco después. Cuando lo hice confirmó haber revisado el asunto y tener la información que yo solicitaba… pero que no sería él quien me la proporcionara, sino que debía yo hablar con el encargado de Comunicación Social de la SCT, Leonardo Rojas. El señor Rojas gentilmente devolvió una de mis muchas llamadas y pidió por escrito mis cuestionamientos, mismos que le hice llegar por correo electrónico. Esto fue el 4 de junio y la respuesta, como era de esperarse, nunca llegó.

Mientras tanto, me perdí gustoso en un desquiciado laberinto secretarial de insistentes llamadas, de recados sin respuesta, extensiones telefónicas que eran callejones sin salida o cabos sueltos que llevaban a la oficina siempre equivocada: un galimatías de burócratas que resultaron no ser los encargados o encargados que no estaban en su sitio, o ya no trabajan allí, o estaban en juntas interminables; un enmarañamiento mañoso y provocado a saber por qué, si apatía, ineptitud o simple cerrazón por parte de la cohorte de funcionarios que fui consultando, rebotando llamadas telefónicas de una dependencia a otra, para tratar de encontrar algo siquiera parecido a una explicación.

(Continuará)