Portada
Presentación
Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA
La reforma migratoria y las elecciones en Estados Unidos
RAÚL DORANTES Y FEBRONIO ZATARAIN
Colombia: las causas del sufrimiento
JOSÉ ÁNGEL LEYVA entrevista con JORGE ENRIQUE ROBLEDO
El sector cultural: entre la parálisis y los palos de ciego
EDUARDO CRUZ VÁZQUEZ
Discurso a Cananea
CARLOS PELLICER
Leer
Columnas:
Jornada de Poesía
JUAN DOMINGO ARGÜELLES
Paso a Retirarme
ANA GARCÍA BERGUA
Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA
Cinexcusas
LUIS TOVAR
La Jornada Virtual
NAIEF YEHYA
A Lápiz
ENRIQUE LÓPEZ AGUILAR
Artes Visuales
GERMAINE GÓMEZ HARO
Cabezalcubo
JORGE MOCH
Directorio
Núm. anteriores
[email protected]
|
|
Hugo Gutiérrez Vega
LA “MANIPULACIÓN” DE LA OPINIÓN
(VI DE X)
Siguiendo este proyecto, el aparato informador del imperialismo impregna las noticias del contenido maniqueísta definidor de lo que, aunque sea lamentable, es “normal”, y de lo que debe ser rechazado por la simple razón de que no encaja en la escala de “valores” propia de la “normalidad”. Promover las manifestaciones que impliquen un juicio de valor o, en muchos casos, un sencillo juicio de hechos, es para el proyecto uniformador sumamente peligroso. Lo que se persigue es la aceptación incondicional, a veces acompañada de refunfuños o de inútiles gestos escépticos, del orden impuesto por la ideología tecnocrática, y su ideal consiste en lograr que el receptor no perciba ya la imposición como tal, sino que se crea dueño de su libre juicio para enfrentarse a los mecanismos manipuladores a los que ignora, teme y venera, como lo hace con todas las manifestaciones mágicas sobre las que no puede ejercer control ni influir de una manera decisiva. De aquí que el programa tecnocrático del imperialismo haya convertido el aparato informador en un mito, en una fuerza de la naturaleza, en un secreto inextricable, en un fenómeno que trasciende todos los mecanismos de las relaciones sociales, políticas, humanas.
Para los excepcionales periódicos que aspiran a informar y a orientar y, al mismo tiempo, pretenden mantenerse a flote en el agitado mar de las relaciones mercantiles, las presiones del poder imperial y de su cómplices locales se hacen cada día más complicadas y sutiles. Saben estas publicaciones que su información internacional depende casi totalmente –tiene algunos, muy contados, corresponsales exclusivos– de las agencias mundiales. Pueden, ya que conocen las técnicas manipuladoras de los monopolios informativos, reorientar los cables que reciben, ajustarlos a la llamada “línea editorial del periódico” y, sin embargo, son conscientes también de que una excesiva reorientación les producirá grandes conflictos con sus anunciantes y, de manera muy especial, con las compañías de publicidad que representan, en los países dependientes, los intereses de las empresas transnacionales. Estos conflictos pueden afectar seriamente la rentabilidad del periódico y, en muchos casos, producir su desaparición o su aceptación de las reglas del juego del sistema. Sin embargo, establecer esta disyuntiva con carácter axiomático, implicaría ignorar otras posibles tácticas que, en algunos casos, han dado resultados favorables a los periódicos que buscan mantener una relativa independencia.
Una de esas tácticas consiste en hacer uso de los servicios especiales que brindan algunas organizaciones periodísticas independientes. Estos servicios, que consisten en crónicas, artículos de opinión, reportajes, etcétera, aunados a los trabajos de los pocos corresponsales que el periódico tiene en distintos países del mundo y al envío de reporteros de la casa al lugar en el que se desarrollan hechos de singular importancia, sirven de contrapeso, aunque precario por cierto, al enorme cúmulo de informaciones proporcionadas por las agencias mundiales. Por otra parte, las páginas editoriales de esas publicaciones excepcionales, al recoger puntos de vista distintos y, muchas veces encontrados, sobre temas de importancia social y política, siguen representando un aspecto de la tradición liberal que es, por muchos conceptos, digno de ser defendido. Si bien no proponen un programa organizador de las clases explotadas, la sola presentación de algunos datos demostrativos de la explotación puede coadyuvar el desarrollo de una conciencia mayor sobre las contradicciones inherentes al sistema capitalista. A riesgo de enfrentar las furias ortodoxas de los maximalistas, me atrevo a proponer que las publicaciones a las que me he venido refiriendo sean vistas desde una perspectiva distinta a la que debe tomarse para observar los periódicos y medios informativos en general que, al ser incondicionales del sistema, se convierten en átomos indistinguibles del cuerpo monstruoso o en simples parásitos, gérmenes microbianos que viven y medran al amparo de alguna de sus múltiples escamas.
(Continuará)
[email protected]
|