Predicciones para el incierto 2010
Petróleo, elecciones, impuestos
Las utilidades de la Bolsa
El garlito de la Casa Blanca
Los de Fox y Calderón, los peores gobiernos en 80 años
Segunda década perdida para el país
Presupuesto de Egresos federal 2010
El Diario*
Cruz Azul invirtió en grande para dejar de ser el Subcampeonísimo
31 Minutos: Yo nunca vi televisión
iversos sucesos ocurridos en varias regiones del mundo han confluido, entre los últimos días del año pasado y los primeros de éste, en un recrudecimiento de las tensiones internacionales relacionadas con los grupos terroristas de matriz islámica fundamentalista y con el injerencismo de Estados Unidos y Gran Bretaña en Medio Oriente y Asia Central.
Maestros democráticos piden respetar el Estado laico
on motivo de la aprobación, por la Asamblea Legislativa del DF, de la ley que permite el matrimonio entre personas del mismo sexo y su publicación por el jefe de Gobierno, jerarcas de la Iglesia católica y de otras, así como sus abogados, han desatado una campaña contra tal reforma y una persecución contra legisladores pidiendo para algunos, incluso, el desafuero.
s un hecho notable que en nuestro tiempo, después de siglos de discusiones, acercamiento y alejamientos, de luchas cruentas e incruentas, otra vez en la encrucijada de hoy, el dilema que se presenta a los ciudadanos, a los partidos, a todo mundo, es ¿por cuál tendencia inclinarse, a cuál apoyar, a la izquierda o a la derecha? Lo cierto es que ambas líneas políticas tienen zonas cambiantes, de frontera, que no acaban de definirse o se definen de distinta manera según la época y el espacio en que se dan.
l combate a la pobreza parece ser una buena coartada para combatir a los pobres. Sobre todo allí donde se ha logrado que los ciudadanos depongan la protesta social como un instrumento de defensa de sus propios derechos constitucionales.
n el inicio del año está muy viva la pregunta: ¿qué hacer? para modificar el presente estado de cosas que se ensaña con tantos mexicanos carentes de lo indispensable, un orden
que otorga abundantes privilegios a pocos y olvida ofrecer lo necesario a las mayorías.
niciemos el año recordando una promesa: con motivo del asesinato del activista ambiental Aldo Zamora hace casi tres años, las autoridades encabezadas por el licenciado Calderón ofrecieron dar con el paradero de los responsables del crimen y poner fin a la acción de los talamontes que diezman los bosques que enmarcan las lagunas de Zempoala. Prometieron sellar
la región de tal forma que los enemigos de la naturaleza no pudieran actuar con la impunidad acostumbrada. Como en tantas ocasiones lo han expresado reconocidos especialistas, es necesario garantizar la existencia de esos bosques, pues son básicos para producir el agua que luego utilizan diversas poblaciones.
uede ser cierto que la mejor política sea aquella de la que no se habla demasiado. Aquí hemos estado lejos de esa situación por mucho tiempo; más bien en el polo opuesto.
ivimos en el tiempo del hype. El vocablo, que rebota y se multiplica en nuestros días por la infoesfera, nombra un producto cultural recubierto de un ejercicio tan exagerado de marketing que su popularidad se dispara al mismo tiempo que se independiza de su calidad. El signo gobierna al significado. La forma se escinde definitivamente del contenido. James Cameron es el padre del último gran hype planetario: Avatar. El eco de su bombardeo promocional se ha tejido con sólo tres informaciones: es la película más cara de la historia del cine, ha revolucionado el mundo de los efectos especiales y ha sido rodada en 3D. Ni una sola palabra sobre su contenido. Ni una sola coma sobre la calidad del relato que nos propone. Ni un solo dato sobre la cualidad de sus personajes. La sustancia de Avatar es su envoltorio. Deleuze y Guattari decían que el sentido de un bien cultural está siempre en las conexiones que establece con su exterior. Avatar no es en realidad una película, es la metáfora de todo un país: Estados Unidos es hoy el más grande de todos los hypes.
esde Juegos, trampas y dos armas humeantes hasta Rockanrolla, el cine del británico Guy Ritchie ha deparado sorpresas, desencantos y entusiasmo a sus seguidores más fieles. Su combinación de thriller, comedia, ritmo trepidante, lenguaje de barriadas, y la selección de atractivas pistas sonoras, han dado a sus realizaciones un sello de modernidad, pero también, crecientemente, de un artificio irritante.