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ISAAC BABEL
La escritura como reinvención del cuerpo
ADRIANA CORTÉS KOLOFFON entrevista con ÁNGELA BECERRA
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$ 0.00: un precio radical y peligroso
LIBRE Y GRATIS
Uno de los lemas fundadores de internet fue aquella frase de Stewart Brand: “La información quiere ser libre.” Pero la palabra libre y la palabra gratis en inglés se traducen como free. Con lo cual este ideal libertario puede también ser interpretado como el extraño argumento comercial: “La información quiere ser gratuita.” Muchos en principio podemos estar de acuerdo, tanto con el primer lema como el segundo. En fechas recientes numerosos expertos en el ciberespacio han adoptado el mantra de que el precio que terminará por imponerse a los servicios y productos digitales que consumimos usualmente a través de la red deberá ser cero. No solamente es extraordinario recibir cosas gratis, sino que además el concepto parece democrático, casi comunista. Sin embargo, entre los fieles a esta idea tenemos a numerosos devotos capitalistas, quienes ven en este altruismo una poderosa estrategia de mercadotecnia. Uno de los portavoces más insistentes de la noción de que lo gratuito dominará el mundo digital es Chris Anderson, quien acaba de publicar el libro Free: The Future of a Radical Price, el cual es una reelaboración de su artículo publicado en marzo de 2008, en Wired, la revista de la que es editor.
LA MAGIA DEL 0
Prince |
Anderson plantea que, al aplicar un costo nulo a un producto, las leyes del mercado cambian de manera radical y tiene lugar un efecto casi mágico para atraer consumidores. El autor señala con tino que no cuesta más hacer un millón de copias de un documento digital que hacer dos. Por tanto, propone que debemos cambiar nuestra mentalidad y, en vez de pensar en términos de escasez, debemos hacerlo en términos de abundancia. Al regalar un producto uno tiene muy pocas responsabilidades con el comprador (a caballo regalado…) y por el contrario se trata de un artificio promocional formidable para otros productos y servicios. El ejemplo obvio es la televisión abierta, la cual obtiene sus recursos de la publicidad. La paradoja es que hoy en día las cadenas televisivas se encuentran en serios apuros para sobrevivir. Pero esto no parece interesar a Anderson, quien también parece ignorar que detrás de la economía digital hay complejos sistemas que mantienen la ilusión de la inmaterialidad: plantas eléctricas, presas, cableados, redes telefónicas, transportes de materiales y personal, “granjas de servidores”, camiones de basura, burocracias, campesinos y millones de piezas “invisibles” a su utopía y, sin embargo, nada gratuitas.
NUEVO ORDEN ECONÓMICO
No hay duda de que los objetos “hechos de ideas” han creado una nueva economía con nuevas reglas y dinámicas que apenas comenzamos a entender. Tal es el caso de servicios como Google, YouTube, Facebook o Twitter, todos gratuitos y extremadamente populares y exitosos (aunque esto no quiera decir que sean rentables o ganen dinero). Estas son grandes empresas que ofrecen servicios virtuales y tienen infraestructura material: edificios, empleados, equipo, servicios, campañas comerciales, cuentas por pagar y más. Sin embargo, ofrecen sus servicios gratis a todos con la certeza de poder recuperar su inversión mediante ingresos marginales: servicios plus, anunciantes y otros. Pero este modelo difícilmente se aplicaría a instituciones culturales, informativas y creativas.
MERCHANDISING
Anderson propone a los músicos cuyo trabajo es posteado y downlodeado ilegalmente en internet que acepten el hecho de que la piratería es incontrolable y que capitalicen en el incremento de circulación de su trabajo. Al ser más conocidos podrán ganar más dinero a través de conciertos, giras, camisetas, mercancía y venta de los derechos de su música para comerciales o campañas corporativas. Lo inquietante es que el estudio de Anderson parece ignorar que un músico que apenas puede pagar la renta no está en las mismas condiciones de operar que Prince, quien casi regaló 2.8 mil lones de cd s en julio de 2007, o de Radiohead, que lanzó inicialmente su disco In Rainbows al precio que uno quisiera pagar.
VOCACIÓN O PROFESIÓN
Por otra parte, sugiere que el periodismo se torne una vocación, una pasión y no un profesión. Dado el auge del “ciudadano periodista” que informa y comenta a través de blogs o websites, Anderson considera que el periodista profesional debe resignarse a un nuevo orden, asumir que debe compartir los medios con amateurs, escribir por menos o nada de dinero y encontrar formas para ayudar a preparar mejor a estos novatos de la información. Como muchos, yo considero bienvenidos a los bloggers, pero la perspectiva de ver convertirse el oficio que uno ama en hobby no podría ser más desoladora.
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