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LOS CLÁSICOS HOY
LEO MENDOZA
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Biblioteca de clásicos para uso de modernos,
Diccionario personal sobre griegos y latinos,
Luis Antonio de Villena,
Editorial Gredos,
Madrid, 2008.
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De un tiempo a esta parte, poco a poco, se vive en
la vida pública una imperceptible aunque constante
desaparición del humanismo grecolatino.
Ya son escasos quienes hoy leen a griegos y latinos,
porque resulta mucho más cómodo acercarse
a la novela de moda, al libro de autoayuda o al
enésimo reportaje sobre los vericuetos de la ambición
política (terreno en el que los textos de Suetonio
son hoy tan ilustrativos como ayer). Aunque
todos los años aparecen nuevos y cuidadosos
estudios sobre el mundo grecolatino (algunos tan
excepcionales como los de Robin Lane Fox) son
muy pocos los lectores que se aventuran a recorrer
ese viejo camino.
Como una reacción ante este acto de prestidigitación
quizá mediática, y ante la ignorancia que
priva en torno al mundo grecolatino (un gusto
que unía a escritores tan disímiles como Alfonso
Reyes y Renato Leduc), el poeta Luis Antonio de
Villena ha escrito un libro dulce y útil –como quería
Horacio– titulado Biblioteca de clásicos para uso de
modernos. Se trata de uno de esos textos misceláneos,
una pequeña enciclopedia, biográfica en su
mayor parte aunque con algunos apartados sobre
temas bastante espinosos, como la homosexualidad
en la antigua Grecia o los grafitos pompeyanos
que celebran las bondades de alguna meretriz
o se quejan por los malos servicios recibidos
en una casa de mala nota.
Estamos ante un volumen absolutamente
personal en el que De Villena ha recogido todas
las filias que tiene con el mundo grecorromano y
cuyo resultado, además de ilustrativo, es bastante
divertido. El autor ha sabido introducirnos en
la vida de muchos de sus personajes a partir del
misterio, la rareza o la singularidad que los distingue,
a base de pequeños ensayos. De Villena
jamás niega la profunda empatía que, desde
muy joven, tiene por personajes como Arquíloco,
Apolonio de Triana, Séneca, Platón, Aristóteles,
Apuleyo o Plinio el Joven, quienes, de una u
otra forma, alimentaron su paganismo. Por eso,
en el breve prólogo que antecede a los textos de
esta enciclopedia personal, nos devela no sólo
los motivos que lo llevaron a escribir el libro, sino
que opone a las restricciones de las culturas semíticas
(que hemos heredado religiosamente) la
libertad sexual practicada por griegos y romanos.
Y nos muestra que, a pesar de lo significativo que
fue (y es) el mundo grecolatino para Occidente,
estamos ante una cultura fragmentaria. Optimistamente,
De Villena considera que de todo lo
escrito durante aquel fecundo período se conserva
apenas la mitad. Sin embargo, hay autores de
los que sólo se conoce una frase, algunos cuantos
versos o de quienes (como ocurre con algunos
de los grandes trágicos) apenas nos ha llegado un
puñado de obras. Lo suficiente para deslumbrarnos
a pesar del tiempo, de la velocidad, del culto
a la novedad que nos aflige
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Volveré de ultratumba,
Orlando Ortiz,
Editorial Progreso,
México, 2009.
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El autor de Carnaval macabro, entre otras obras para jóvenes lectores, entrega en esta novela una nueva muestra de su oficio narrador, pulido a lo largo de los años. La ciudad de Guanajuato, el día de muertos, una familia súbitamente acosada por hechos y situaciones inexplicables, son algunos de los elementos que conforman una historia que trasciende el género al que una lectura demasiado obvia quisiera confinarla.
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