jornada


letraese

Número 155
Jueves 4 de junio
de 2009



Director fundador
CARLOS PAYAN VELVER

Directora general
CARMEN LIRA SAADE

Director:
Alejandro Brito Lemus




Director fundador
CARLOS PAYAN VELVER

Directora general
CARMEN LIRA SAADE

Director:
Alejandro Brito Lemus

pruebate


reseña

Relato de la aversión a la homosexualidad
Homofobia: Una historia.
Byrne Fone, Traducciñon de Daniel Rey,
Editorial Oceano.
México, 2008.


En la cultura occidental, desde la época de los griegos, se ha construido el concepto de homofobia para señalar la diferencia que marcan las personas y la sociedad hacia aquellos con una orientación sexual “distinta”.

El romper ciertas normas establecidas provoca el sojuzgamiento y etiquetamiento de los individuos. Algunas sociedades como la griega o la romana permitían las relaciones entre personas del mismo sexo, sin embargo, cualquier comportamiento “afeminado” era motivo de señalamiento.

La Edad Media, el Renacimiento, la Ilustración y otras épocas históricas hacían ciertas permisiones a sus ciudadanos, mas el romper con el “equilibrio” social era motivo de persecuciones, sobre todo cuando la lectura de la Biblia indicaba lo “correcto” de una sociedad.

En muchos casos, la homosexualidad era un elemento político con el que se podía jugar en la arena del poder. En otros casos, fue el pretexto ideal para realizar acciones violentas injustificables o atacar enemigos acérrimos.

Byrne Fone, en Homofobia: Una historia (Editorial Océano), ahonda en cada momento histórico de Occidente y muestra cómo la aversión hacia la homosexualidad se ha modificado y pasado de ser permitida y tolerada en la antigüedad, a penalizada y señalada a principios del siglo XXI.
Consulta la entrevista al autor titulada “Homofobia: el único prejuicio aceptable” en www.notiese.org. [Leonardo Bastida Aguilar]


Un paria sexual adolescente
Asfalto,
Renato Pellegrini, Ediciones Tirso
México, 2007.


Eduardo Ales es el protagonista de Asfalto, segunda novela del argentino Renato Pelligrini, y primera en abordar directamente en Argentina, en 1964, el tema de la homosexualidad, sin ajustar a su personaje de diecisiete años a un destino de culpa y zozobra moral, único destino aceptado entonces para un paria sexual. Si bien Eduardo Ales es un prodigio de candor, que llega desde su natal Córdoba a Buenos Aires para probar fortuna, y se topa en el camino con personajes de la bohemia bonaerense, abandonados todos a la disipación y al hedonismo, su educación moral apenas conoce los abismos de amargura y frustración de quienes le rodean y procuran. Su inocencia le protege por un tiempo, y ese estado de gracia posee una virtud liberadora. En poco tiempo, sin embargo, la ciudad opera en él la transformación definitiva; pudiendo haberlo destruido, completa tutelarmente su instrucción haciéndole aprender la malicia que es garantía primera de supervivencia urbana, lo instala después muy bien entre los suyos –minoría sexual estigmatizada– con una madurez reflexiva que le permite imaginar mejores tiempos.

Pelligrini ha conducido a su personaje juvenil por un Buenos Aires espectral y amenazante: “Ciudad entera poblada de caras, siempre las mismas, acechantes, persiguiéndome. Hacia cualquier parte que lanzaba la mirada, otros ojos se cruzaban con los míos. No obstante, mi desamparo era total”. El estilo del escritor, telegráfico, expresionista, transforma a la ciudad en una visión delirante del protagonista: “Boca del subte. Hombres nocturnales, cruzándose, deteniéndose, en las esquinas, hundiendo sus sombras en calles transversales, brotando imprevistamente desde fondos límpidos de vidrieras, extendiéndose en el asfalto, buscadores de alimentos, semejantes a plantas que florecen de noche”. Más adelante: “La ciudad, alrededor, se tambaleaba en luces y letreros”. La descripción urbana, tremendista y desesperanzadora, cede paulatinamente el paso al delineamiento delicado de un personaje mucho más interesante, un Eduardo Ales atractivo y complejo. [Carlos Bonfil]

S U B I R