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Hugo Gutiérrez Vega
SUCEDIDOS DE JALISCO
Ana Rosa Gómez Padilla toma de la riquísima veta de la cultura popular los “sucedidos” en los que se mezclan la realidad y la imaginación sin límites y sin fronteras.
En su libro titulado Más sucedidos en mi tierra, camina por todas los rumbos de Jalisco y, en particular, de Guadalajara. Es muy claro y generoso su prólogo, en el que hace entrega a las nuevas generaciones de un conjunto de leyendas que pueden ser modificadas y enriquecidas por los lectores y, en particular, por los maestros que encontrarán en estas páginas un notable arsenal pedagógico.
La personajes de estas leyendas son los seres humanos de una región de México en un momento indeterminado de su historia, pero lo son, también, los paisajes, los hermosos árboles, como el clavellino, las calles de los pueblos y de la ciudad de Guadalajara que, en épocas pasadas, era un lugar inmejorable para vivir y que, de repente, creció de tal manera y con tanta torpeza que se asfixia y cada día se parece más a la terrible capital de nuestro país.
Ajijic, Chapala, Ameca, Bahía de Banderas, Tomatlán, Puerto Vallarta, Encarnación de Díaz (conocida como La Chona) y, sobre todo, Guadalajara, sus barrios tlaxcaltecas, el centro que, en estos tiempos aciagos, se ha convertido en un basurero, y sus colonias en las que habitan “las familias conocidas”, son los escenarios de estas leyendas en las que Ana Rosa da crédito a sus informantes y entrega a los niños y a sus maestros un glosario y algunas sugerencias para que la lectura de las leyendas sea de utilidad para las nuevas generaciones.
La lectura de estos sucedidos me hizo recordar la infancia (esa es nuestra patria más entrañable), la casona de mi abuela, las reuniones familiares y, sobre todo, las largas reuniones en la cocina de la casa familiar de Lagos de Moreno. En esos cordiales “aquelarres” volaban las brujas “sin Dios y Santa María”, y los pequeños pedíamos a las sabias nanas que nos contaran “cuentos de brujas y encantamientos”, como decía González León en su poema dedicado a doña Juana Nepomucena: “Aún brilla el brillo de tus agujas que me bordaron el pensamiento.”
Gracias a Ana Rosa Gómez Padilla por su arduo trabajo de recopilación y escritura de esas leyendas que, al decir de Jung, nos muestran algunos aspectos fundamentales del inconsciente colectivo.
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