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El show de Cho (II DE III)
LA VENGANZA
No han sido pocos quienes han pensado que el director coreano de cine Chan-wook Park, autor de cintas de culto, como la trilogía de la venganza: Sympathy for Mr. Vengeance (2002), Oldboy (2003) y Sympathy for Lady Vengance (2005) tuvo alguna influencia en los actos criminales del 17 de abril pasado de Cho Seung-Hui, el multihomicida de Virginia Tech. La analogía se ha hecho debido al origen nacional de ambos y a la aparente fascinación de los dos por el tema de la venganza. El trabajo de Park es brutal y en cierta forma celebratorio de la violencia, pero se necesita mucha imaginación para asumir que sus delirantes y tortuosos melodramones mortíferos puedan ser usados como guía del crimen, o puedan considerarse como filmes creados para inspirar a aspirantes a criminal. También se ha querido vincular la masacre de Cho con los juegos de video hiperviolentos (y de paso Corea es actualmente una de las potencias mundiales en el mundo competitivo de los video juegos), especialmente con aquellos que siguen el modelo de Grand Theft Auto (ahora conocidos como gtas), los cuales ofrecen al jugador el punto de vista de alguien que debe de matar al mayor número de victimas. A las pocas horas de la carnicería, varios medios (particularmente Fox News) declararon que Cho era muy aficionado al juego Counterstrike, en el cual el jugador, en primera persona, participa en enfrentamientos entre terroristas y policías. Esta afirmación demostró ser falsa cuando sus compañeros declararon que nunca lo vieron jugar, además de que entre sus posesiones no se encontró juego alguno.
LA PROSA DE CHO
Todo mundo sabía que Cho era una bomba de tiempo. Estudiaba letras y en numerosas ocasiones sus profesores, compañeros y personal de la universidad reportaron su comportamiento y sus amenazas. La situación era tan aguda que decidieron asignarle tutores con la intención de integrarlo. Sin embargo, el respeto que debe tener una institución educativa superior por las extravagancias de sus estudiantes resultó en este caso fatal. En los medios se ha enfatizado que Cho escribía textos de una violencia repugnante e inaceptable. Por el momento sólo pueden leerse en internet dos breves guiones suyos, que más que revelar una personalidad violenta parecen ser trabajo de una mente atormentada y masoquista. La primera obra es "Mr Brownstone", que describe a tres estudiantes rebeldes que se van de pinta para ir a jugar a un casino con identificaciones falsificadas. Mientras juegan en las máquinas tragamonedas, son descubiertos por el malvado maestro de matemáticas, el Sr. Brownstone, en el preciso momento en que uno de ellos gana el premio mayor. El maestro les roba el premio y ellos son expulsados del casino. El nombre de Mr. Brownstone fue inspirado por una canción del grupo Gunsn Roses en donde es usado para referirse a la heroína. (No parece haber evidencia alguna de que Cho consumiera esa o cualquier otra droga). El segundo texto es "Richard McBeef", que trata acerca del odio de un muchacho por su padrastro, el Richard del título, a quien acusa de haber matado a su padre para casarse con su madre. El hombre trata de hacer las paces con el muchacho, pero éste lo rechaza violentamente. Finalmente, tras soportar insultos y agresiones McBeef, "le asesta un golpe mortal al joven de trece años".
CRITICAR LA MENTE CRIMINAL
Es difícil juzgar en una veintena de páginas la prosa de Cho. Sin embargo, son muy claras algunas obsesiones, como el rechazo-devoción a la autoridad todo poderosa. Los dos textos llevan por titulo el nombre del adulto en quien los jóvenes proyectan su odio, en los dos está presente la amenaza pedófila (aparentemente imaginaria en "McBeef", supuestamente real en "Brownstone") y en ambos es evocado el sexo anal. Y si bien el adulto representa a esta "clase que no ha tenido la decencia de morirse de un ataque cardíaco", las actitudes de los jóvenes no parecen heroicas ni redimibles, sino que son descritas casi con condescendencia, como una especie de rebeldía inútil (las bromas de los estudiantes contra el profesor, la foto del padrastro usada como blanco para dardos). Ambas piezas están escritas de manera muy elemental, por momentos rayan en la incoherencia y poseen una visión infantilizada de universos herméticos donde no hay más reglas que la trasgresión y el castigo. Además, es notorio que en los dos textos los jóvenes son derrotados por los adultos, despojados y sacrificados por su osadía de tratar de escapar de su condena.
(Continuará.)
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