Mientras la muñeca Lele, de la comunidad otomí de Santiago Mexquititlán, en Querétaro, es usada para presumir al mundo la cultura mexicana, a sus habitantes les impiden venderlas a menos que paguen permisos, ya sea en dicha entidad o en la capital del país, reprochó Ignacia Mariano, originaria de esta localidad.
Dejó esta región queretana para vivir en la Ciudad de México ante la falta de oportunidades, pero se ha topado con las mismas restricciones: “Nos dicen que sólo podemos estar si pagamos un permiso; en noviembre me quitaron mi mercancía quince días, y no me la dieron completa”.
Mientras apoyaba a la comunidad wixárika que viajó a pie desde Jalisco para pedir ayuda de las autoridades federales para recuperar sus tierras, Ignacia relató que también los otomíes asentados en la capital sufren carencias, por lo que ante la falta de apoyos decidieron tomar las instalaciones del Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI), para respaldar desde ahí a otras comunidades.
Explicó que ha sufrido de discriminación y los “criminaliza la gente, antes a nuestra muñeca le decían María, pero me daba coraje, por eso ahora ya le pusimos el nombre de Lele”, que significa bebé.
La popularidad de la muñeca ha hecho que se venda en Amealco, cabecera municipal de la demarcación donde está ubicado Santiago, pero sólo “se llevan la muñeca y quieren adueñarse diciendo que es de Amealco, pero no es de ahí. Van y la revenden sin el esfuerzo de quienes la están rellenando, le hacen su vestido. Sólo quieren comprarla a un precio muy bajo para revenderlo”, añadió Elsa Eugenio, también originaria de Santiago Mexquititlán.
Las muñecas pequeñas requieren dos días de trabajo por lo menos; las grandes se hacen hasta en cinco días. A pesar de ello, “la vendemos en 350 pesos la más grande y quieren que se las dejemos en 100 o 200, pero no voy a rematar mi trabajo porque me cuesta”, expresó Ignacia.
Elsa relató que han confirmado la acción de autoridades y representantes de partidos políticos que “compran bultos de muñecas para regalarlos, pero a nosotros no nos dan nada. Sólo agarraron el nombre y pusieron la muñeca grandota que fue a viajar por varios países”.