Santiago Nieto Castillo, quien fue incisivo titular de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) de la Secretaría de Hacienda, aseguró ayer que un grupo de panistas, en el que destaca el aún gobernador Francisco Javier García Cabeza de Vaca, “está jugándose su supervivencia a partir de las (peleas por las) gubernaturas de Aguascalientes, Durango y Tamaulipas; es un grupo vinculado con lo peor del Partido Revolucionario Institucional, en su proceso histórico de gestación. Fueron los que le hicieron el trabajo sucio al PRI durante el sexenio de Enrique Peña Nieto”.
Dedicado ahora a labores académicas, Nieto Castillo cree “que el tema que se juega en Tamaulipas es muy importante, porque tiene que ver con la construcción de un estado democrático en una zona territorial de un país que una familia decidió utilizar como patrimonio personal, en perjuicio de la ciudadanía tamaulipeca (...) La corrupción, la información privilegiada y el manejo de la política fueron utilizados para enriquecerse y generar actos de franca complicidad”.
Recordó que en su momento fueron presentadas “un par de denuncias ante la Fiscalía General de la República; habíamos encontrado una serie de manejos irregulares a lo largo de varios años por parte de la familia Cabeza de Vaca. Hay que recordar que es una familia que tiene unos 17 inmuebles en Estados Unidos, sin contar los ranchos: los cuatro que tiene García Cabeza de Vaca directamente en Reynosa y en otros municipios en Tamaulipas, y todos adquiridos por mecanismos, por decir lo menos, extraños”.
Las palabras del ex titular de la UIF dan contexto a la intensa lucha final que están desplegando grupos de Acción Nacional, en alianza con priístas y remanentes del perredismo, para tratar de sostener una ventaja original en Aguascalientes, que se ha ido acortando (con gobernador panista, Martín Orozco); forzar un desenlace reñido en Durango (con gobernador ex priísta, ahora panista, José Rosas Aispuro) y descarrilar en Tamaulipas (con gobernador panista, García Cabeza de Vaca, el jefe del grupo oscuro) una elección prevista desde distintos ángulos a favor amplio de Américo Villarreal.
La batalla desesperada de esta tenebrosa trinidad de poderes panistas explica la elevación del calor electoral en estos días postreros. García Cabeza de Vaca está decidido a devastar lo que sea necesario, con tal de impedir una victoria morenista que por vías naturales parece inevitable. Se juega no sólo la sucesión, sino la libertad propia y de su familia y cercanos, inmiscuidos en diversos grados en andanzas presumiblemente delictivas. Por ello, su tribulación comicial le está llevando a extremos peligrosos.
En Tamaulipas, como es sabido, el crimen organizado tiene un papel decisorio. Varios ex gobernadores han ido a la cárcel bajo señalamientos de actuar en consonancia o conforme a lineamientos del cártel o los cárteles dominantes. En esta ocasión no se tiene aún registro de actividad a favor de uno u otro de los bandos en pugna, Morena y PAN-PRI, aunque sí hay acusaciones cruzadas respecto a financiamiento de esos grupos delictivos.
Descarrilar la elección tamaulipeca, con el mayor saldo negro o rojo posible, sería un escenario favorable para García Cabeza de Vaca y su bando belicosamente incentivado por temores penitenciarios. En medio del incendio, este gobernador buscaría verse como el guerrero blanquiazul “necesario” para una candidatura presidencial claudista con visos de éxito, al costo que fuera.
En Durango, la resistencia pripanista está cercana a grupos relacionados con Sinaloa, y Morena (con Aleix Sanmartín como estratega político: https://www.aleixsanmartin.com/) descansa en el poder y dinero del ex gobernador priista Jorge Herrera Caldera y en los nexos con Jalisco (por su parte, el gobernador Rosas Aispuro piensa que, si cede, puede ser embajador en Portugal). En Aguascalientes… bueno, se acabó el espacio, ¡hasta mañana!
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