Washington. Cuando la Reserva Federal (Fed, banco central de Estados Unidos) eleva las tasas de interés –como una medida para combatir la elevada inflación que se encuentra en niveles históricos en décadas– el impacto tiene repercusiones en el resto del mundo, desde los países vecinos en América, entre ellos México, hasta otros más lejanos, como Sri Lanka o Mozambique, con efecto severo en las familias más pobres.
No sólo resultan más caros los préstamos, sino que las monedas se devalúan. “Genera presiones en todo tipo de países en desarrollo”, expresó Eric LeCompte, director ejecutivo de la Red de Jubileo de Estados Unidos, una coalición de organizaciones que combaten la pobreza en todo el mundo.
La directora general del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva, se mostró alarmada por los aumentos en las tasas de interés y dijo que los bancos centrales deben “estar conscientes del impacto (de esas medidas) en las vulnerables economías de (países) emergentes y en desarrollo”.
El FMI redujo su pronóstico de crecimiento económico este año en los países en desarrollo y emergentes a 3.8 por ciento, un punto por debajo de su pronóstico de enero.
La Fed subió el 4 de mayo medio punto su tasa de referencia a corto plazo, para ubicarla en un rango de 0.75 y 1.0 por ciento, su nivel más alto desde que comenzó la pandemia hace dos años, y dejó entrever la posibilidad de nuevas alzas.
La medida, luego de que en marzo los precios al consumidor en Estados Unidos subieron 8.5 por ciento respecto del año pasado. Fue su incremento más alto desde 1981.
Los aumentos en las tasas de interés en Estados Unidos pueden desacelerar la economía estadunidense –la mayor a nivel global y principal socio comercial de México– y reducir la demanda de bienes importados. También inciden en las inversiones globales, pues los bonos del gobierno y de las empresas resultan más atractivos para los inversionistas, que retiran dinero del exterior y lo invierten en bonos. Estos vuelcos suben el valor del dólar en detrimento de las divisas locales.
Las devaluaciones encarecen los precios, sobre todo de bienes importados. Esto resulta particularmente inquietante en un momento como el actual, con problemas de suministro y la guerra en Ucrania, que afecta las entregas de granos y fertilizantes, elevando los precios de los alimentos a escala mundial.
Para proteger sus divisas, los bancos centrales de los países en desarrollo tienden a subir sus propias tasas de interés. Algunos ya empezaron a hacerlo, lo cual reduce el crecimiento, genera desempleo y golpea a los negocios que tienen deudas. También obliga a los gobiernos endeudados a asignar más dinero de su presupuesto para el pago de los intereses de la deuda y menos a otros rubros como la lucha contra el covid-19 y la pobreza.
Georgieva dice que 60 por ciento de los países de bajos ingresos ya están en un nivel de endeudamiento alarmante, o se acercan al nivel en que los pagos de la deuda equivalen a la mitad de sus economías.
Liliana Rojas-Suárez, del Centro de Desarrollo Global, considera que Sri Lanka es una de las naciones más expuestas. El mes pasado suspendió el pago de su deuda y negocia una restructuración del plan de pagos con el FMI.