Al desplazarse boca abajo, el cuerpo del bailarín y coreógrafo Xavier Le Roy se transforma en una criatura híbrida, parte máquina, parte alien y parte humana en el solo Self Unfinished, creado en 1998 con la intención de producir una experiencia en el espectador a partir de su imaginación.
La obra del coreógrafo francés que cambió de carrera en 1990, justo antes de presentar su tesis de doctorado en biología molecular, se presentó ayer en el Teatro de la Danza Guillermina Bravo del Centro Cultural del Bosque.
“Fueron varias las intenciones al crear la pieza, pero una de ellas es la manera de percibir el cuerpo e intentar producir algo donde el espectador hace la experiencia de una multitud de cosas que son las que hace el cuerpo y el sujeto”, explicó Le Roy en entrevista.
Xavier Le Roy indicó que su propuesta partió de preguntarse sobre los límites del cuerpo, mas no en términos físicos, sino imaginarios.
En Self Unfinished, Le Roy crea un mundo de ilusión en el que se desplazan imágenes de un cuerpo que se reconfigura de manera inquietante.
El cuerpo no sólo tiene la capacidad de transportar nuestras ideas, sentimientos y sensaciones, sino que tiene su lenguaje.
“Cada individuo tiene una relación con el cuerpo única por las experiencias, los encuentros que vive. En mi caso, la relación con el cuerpo pasó por el deporte y la necesidad de que siempre esté en movimiento.”
Recordó que cuando inició su doctorado también quería hacer una actividad diferente, por lo que empezó con clases de danza, y al final eligió dedicarse a ella.
A diferencia de la biología, Le Roy encontró en la representación corporal una nueva relación con el mundo, su diálogo con el medio ambiente; además, le permitió ser activo, en el sentido físico del término.
El bailarín y coreógrafo ha abierto nuevas perspectivas en el campo de la danza. Por ejemplo, en estos años de experimentación aprendió que al soltar el músculo podía crear un movimiento diferente, y que conectarse con sus órganos también producía una nueva manera de moverse.
Sobre el espectador y la relación con la pieza, Xavier Le Roy expresó que en todos los espectáculos que presenta se pregunta cómo participará el público y qué le puede ofrecer para que interactúe más.
“La intervención del espectador en esta obra es silenciosa y de meditación, porque no hay intención de controlar, aunque la gente puede hablar, reír, hay una invitación a la reflexión, a la meditación.”
La única función de Le Roy en México fue resultado de la colaboración entre el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, por conducto de la Coordinación Nacional de Danza, y la embajada de Francia, mediante el Instituto Francés de América Latina.